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Tras la apertura del mercado chino a la harina de soja argentina, es el sistema productivo chino de harina de soja el que se ha extendido a la Argentina.
China es el principal productor mundial de harina de soja (73.2
millones de toneladas en 2018); y no importa prácticamente nada del
producto: menos de 30.000 toneladas en 2017/2018.
La decisión de la República Popular de comprar harina de soja de
la Argentina no es un episodio más de ampliación del número de
proveedores externos, como es el caso de la apertura del mercado de
carnes para los productores argentinos que ha ocurrido como
consecuencia de la denominada “guerra comercial” con EE.UU. De
ninguna manera.
El dato estratégico central que esclarece el significado de la decisión
tomada por el gobierno chino de comprar este producto industrial de
la Argentina, es que China no compra nada de harina de soja
del exterior.
La Argentina es el
mayor
exportador
mundial de
harina de soja
(43% del total / 27
millones de
toneladas en 2018),
que es el
complemento
esencial de la
alimentación animal en la República Popular y en el mundo entero.
Este logro de la Argentina es obra del mayor complejo productivo de la
industria agroalimentaria mundial, que se despliega sobre la costa del
Río Paraná desde Rosario a San Nicolás. Allí se procesan 60
millones de toneladas de soja por año, y se producen 43% de las
exportaciones mundiales de este producto, con una proporción similar
de los aceites de ese origen.
El núcleo de este proceso productivo (industrial) tecnológico de
avanzada –llamado para abreviar “complejo sojero” –son las plantas
(fábricas) situadas en la frontera tecnológica, con niveles de
productividad / competitividad comparables o superiores a los de
EE.UU.
El “complejo sojero” es la base material del extraordinario despliegue
tecnológico y científico del ecosistema Bioceres, que es la punta de
lanza de la Argentina como partícipe de las tecnologías de avanzada de
la revolución biotecnológica mundial, encabezada por la
Ingeniería genética y las “Ciencias de la Vida”.
Esta es la frontera de la innovación en la 4ta. revolución industrial,
que es el proceso de informatización forzada de la manufactura, los
servicios y la biología; y en ella el capital y el trabajo han dejado de ser
lo esencial del proceso productivo, que ahora se ha volcado en su
totalidad al conocimiento, ante todo el biológico.
Esto es lo que está atrás de la potencia exportadora de harina de soja
de la Argentina. No es un fenómeno de demanda, sino consecuencia
del cambio revolucionario ocurrido con la oferta productiva. De ahí la
extraordinaria productividad y excepcional capacidad de innovación
del denominado “complejo sojero”. Esto que ha ocurrido en la
Argentina es un episodio histórico profundamente capitalista.
Por eso, lo esencial en la decisión de China de comprar harina de soja
de la Argentina, no es la posibilidad de aumentar las exportaciones en
5 millones de toneladas por más de U$S 1.600 millones en 3/5 años,
sino el hecho históricamente cualitativo de que el sector de punta de la
industria argentina se incorpora e integra a partir de ahora al
proceso de acumulación de la República Popular, que es el
2do. del mundo después del norteamericano.
El gobierno argentino advirtió que China “…no hará auditoria previa al
sistema productivo, sino 24 meses después del 1er. embarque”, lo que
significa que recién entonces “autorizaría” las exportaciones del país.
Este no es un acto de “extrema confianza”, sino de conocimiento
profundo del “complejo sojero” argentino. Lo que fundamenta esta
decisión es que los capitales chinos –vía Cofco, Nidera, Noble- se
encuentran entre los principales procesadores (productores)
de harina de soja de la Argentina. La lucidez, no el apresuramiento, es
el rasgo característico de la cultura estratégica de la República
Popular, que exige ante todo que uno se conozca a sí mismo y recién
después a los adversarios, esto es, a los competidores.
Lo que hay que prever a partir de ahora no es un aumento de las
exportaciones de harina de soja de la Argentina con destino al
mercado chino, sino el arribo de inversiones en gran escala de la
República Popular en todas las fases del “complejo sojero” desde la
producción primaria el ecosistema Bioceres, pasando por las enormes
plantas agroindustriales desplegadas desde Rosario a San Nicolás.
En términos globales, es el sistema productivo chino de harina de soja,
el 1ro. del mundo, que el año pasado produjo 73.2 millones de
toneladas, el que se ha extendido a la Argentina en 2019.
Este es un acontecimiento mayor en la historia de la inserción de la
Argentina en el mundo.