Chinches y fusariosis, más amenazas para el trigo

Hay presencia del insecto en gran densidad en el este provincial. La enfermedad podría afectar a los cultivos por el año “Niño”.

La presencia de chinches en grandes densidades y la posibilidad de que la alta humedad prevista producto del año “Niño” genere una epidemia de fusariosis se sumaron a las amenazas que está sufriendo el trigo en todo el país.

Una semana atrás, el Ministerio de Agricultura de la Nación emitió un reporte en el que advirtió sobre la presencia de lotes del cereal con roya, mancha amarilla y gusano blanco en diferentes puntos de la provincia.

Ahora, sendos informes de la empresa A&T y de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) alertaron sobre estas nuevas amenazas para el trigo.

Chinche en el este

El reporte de la firma A&T sostiene que un equipo de monitoreadores observó en lotes de alto potencial de la zona de Colón (Buenos Aires), Diego de Alvear / Venado Tuerto (Santa Fe) y en el este de Córdoba, densidades poblacionales de hasta 60 chinches (principalmente verdes) por metro cuadrado. En menor medida, observaron chinches de los cuernos y de la alfalfa.

El dato no es menor si se tiene en cuenta que algunos estudios indican que el rendimiento puede caer un 15 por ciento a partir de una población de cinco a ocho chinches por metro cuadrado desde la etapa de espiga embuchada hasta la de espigazón. Otros análisis sugieren umbrales de entre dos y tres chinches por metro cuadrado, que se reducen un 30 por ciento cuando se trata de trigos de muy alto potencial.

Aplicaciones. En este contexto, desde A&T recomiendan a los productores realizar los tratamientos con temperaturas templadas (entre 15 y 20 grados; en invierno y primavera, no aplicar por la mañana bien temprano y en verano evitar pulverizaciones en momentos de alta temperatura (durante la siesta).

Además, antes de implementar el tratamiento, recomiendan revisar si las chinches están expuestas en las hojas superiores y realizar las aplicaciones logrando gotas chicas, usando picos cono hueco y trabajando a una presión algo superior a la normal.

Riesgo de Fusariosis

En tanto, Aapresid publica un documento titulado “Año Niño: preocuparse y ocuparse por la fusariosis en trigo y cebada” elaborado en la Estación Experimental Paraná del Inta.

El mismo explica que la fusariosis de la espiga del trigo (FET) es causada por especies del género Fusarium, principalmente Fusarium graminearum, y que en un año en que se prevé la ocurrencia de altos niveles de precipitaciones, en algunas regiones “la probabilidad de ataque puede ser alta”.

“Esta grave enfermedad, que reduce el rendimiento y la germinación de la semilla, es además peligrosa, ya que afecta la calidad alimentaria del grano y de sus subproductos debido a la contaminación con micotoxinas”, alerta el informe.

Entre otros daños, esta enfermedad puede producir una marcada reducción del rendimiento de granos, disminución de la calidad comercial del grano, reducción de poder germinativo y del vigor de la semillas, y por la presencia de micotoxinas que son nocivas para el hombre y los animales.


“De las enfermedades de los cereales invernales, la FET es la que presenta las mayores dificultades de control y por lo tanto es un permanente desafío para fitomejoradores y fitopatólogos”, agrega el estudio.

Aplicaciones. El documento aconseja el uso de fungicidas protectores que eviten principalmente la entrada del patógeno, anulando la infección cuando las esporas del hongo se depositan sobre las anteras expuestas. El período sensible abarca todo el lapso con disponibilidad de anteras presentes (alrededor de 30 días en un lote comercial).

Los órganos a proteger deben ser las anteras expuestas y las presas, pues son los órganos susceptibles a la infección. Consecuentemente el período de predisposición del trigo se extiende desde la aparición de las primeras anteras hasta próximo a la madurez. Si se aplicara un fungicida, debería ser hecho en plena floración, cuando el cultivo presente la mayor proporción de espigas con anteras (aproximadamente al séptimo u octavo día desde el comienzo de la espigazón) de modo de proteger al mayor número de anteras y evitar las pérdidas más elevadas que ocurrirían si la infección comienza en el inicio de la floración.

Debido a las características inherentes de este patógeno no es posible el control después de la aparición de los síntomas. Por eso, el control de esta enfermedad debe ser preventivo, aun cuando se utilicen fungicidas de acción sistémica, como el tebuconazole, metconazole o bencimidazoles (carbendazim, metiltiofanato).