Mesas bien atendidas, integrantes satisfechos. Alejandro Rollán

En forma personal, cada 60 días, Macri gestiona las necesidad de la agroindustria. La considera clave para salir de la tormenta.

Cuando el Gobierno decidió su implementación a comienzos del año pasado, muy pocos en el sector privado creían en sus resultados.

A priori lo consideraban un espacio más para la catarsis colectiva que para generar políticas públicas, que era la verdadera génesis de la convocatoria oficial.

Sin embargo, cuando el propio presidente Mauricio Macri decidió encabezar estas reuniones, la percepción inicial de estos ámbitos de interacción pública y privada cambió.

A poco más de 18 meses de su puesta en marcha, las mesas de competitividad para diferentes sectores de la agroindustria muestran sus logros. Algunas, quizá, son más rápidas y concretas, pero en todas se valora el mismo denominador: trabajo y ejecución.

Mucho, poco y nada
Desde el primer encuentro en enero de 2017, la mesa de ganados y carnes, que reúne a 25 eslabones de la cadena, ya se reunió siete veces con Macri, en el marco de un calendario que prevé cónclaves cada 60 días.

Apertura de nuevos mercados, implementación de controles fiscales para reducir la evasión en la actividad, simplificación de trámites y alivio impositivo son algunos de los logros que hoy exhibe la mesa. Todo con el gran objetivo de hacer que la carne argentina vuelva a ser competitiva tanto en el mercado interno como en el exterior.

La maquinaria agrícola es otro de los sectores que tiene su propia mesa. Si bien lleva apenas dos reuniones con el Presidente, sus participantes están satisfechos con el desenvolvimiento.

“Atravesamos una coyuntura muy difícil, con una caída en las ventas que supera el 30 por ciento, y necesitamos medidas urgentes. Por eso celebramos el financiamiento que pone en marcha el Banco de Intercambio y Comercio Exterior y la inclusión de aspectos impositivos en la agenda”, dijo un industrial que participó de la última reunión que Macri mantuvo con ellos, durante la visita que realizó a la ciudad de Córdoba el lunes pasado.

Por primera vez en 15 años, la industria de la maquinaria agrícola logró que el Estado se siente a discutir la forma de compensar los saldos de IVA que tiene la actividad, por comprar los insumos con una alícuota del 21 por ciento y vender los equipos al 10,5 por ciento.

Hasta el gobernador de Córdoba, ocasional participante de la mesa, dejó su opinión sobre el destino que deben tener esos fondos que la Afip retiene a los fabricantes. Para Schiaretti, ese saldo a favor debe ser de libre disponibilidad, lo que fue bien recibido por los industriales.

Una mesa que todavía tiene las patas algo flojas es la de la lechería. La coyuntura que atraviesa la actividad, con tambos trabajando a pérdida, hace que sus integrantes no vean en resultados concretos el tiempo invertido.

La intervención del Estado en la fijación del precio de la materia prima es el pedido de algunos representantes de la producción. Desde el Gobierno, descartan esa posibilidad y proponen acompañar con políticas la recuperación de los precios; por ejemplo, vía exportaciones.

Con matices, las mesas de competitividad agroindustriales han demostrado ser un ámbito operativo para gestionar necesidades.

Y tienen una mayor representatividad cuando es el propio Presidente el que lleva la agenda de temas. Es que las considera claves para salir de la tormenta.