A 10 años de una rebelión que marcó la historia Por Favio Ré

Eran las 19 del martes 11 de marzo de 2008 cuando el por entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, se sentó al frente de los micrófonos y anunció los detalles de la resolución 125, “un esquema de retenciones móviles que se ajustan automáticamente, que se extenderá por cuatro años, y dota de un marco de previsibilidad al sector agropecuario”.

Ni él, ni sus asesores, ni menos las máximas autoridades de la Casa Rosada esperaban lo que comenzó un día después y se extendió durante casi cuatro meses: una protesta de los productores agrícolas, con fuerte apoyo de un sector de la sociedad, que provocó piquetes totales en las rutas y desabastecimiento de bienes en supermercados y en comercios. Y que forzó a una jornada histórica en el Congreso, que terminó con un desempate a cargo del entonces titular del Senado y vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, con su famoso voto “no positivo”.

Córdoba, que concentra aproximadamente un tercio de la producción agroindustrial argentina, fue un actor clave en esa revuelta. Por eso, La Voz rememoró los episodios con seis dirigentes que tuvieron un rol protagónico en aquel momento: los expresidentes de Cartez, Ricardo Osella (no pudo participar de la foto); de Coninagro, Marco Giraudo, y de Federación Agraria, Agustín Pizzichini; y los ex productores autoconvocados Luis Picat (actual presidente de la Sociedad Rural de Jesús María), Sandra Rocha y Edgardo Caccialupi (estos últimos, fundadores e integrantes de la Asociación Civil de Productores de Río Primero).

Avasallamiento

Para Osella, “este fenómeno se asocia a algo espontáneo”, pero fue la desembocadura de varias medidas que el Gobierno había venido tomando en los años anteriores, como la implementación de derechos de exportación a la leche y las carnes, y las primeras intervenciones en el mercado del trigo.RELACIONADAS

En el caso de las retenciones a la soja, que fueron el centro del reclamo, habían pasado en enero del 2007 del 20 al 27,5 por ciento, y luego al 35 por ciento en noviembre. El esquema ideado por Lousteau preveía que se fueran incrementando a medida que el precio internacional subiera (por ese entonces estaba en torno a 500 dólares y llegaría hasta el pico de 600), hasta un máximo del 48,7 por ciento, que significaba quedarse con el 95 por ciento de la renta que pudieran obtener los productores por esta escalada de las cotizaciones.

“Más que una gota que rebasó el vaso fue un chorro de soda que lo dejó a la mitad. Explotaron todas las tensiones juntas”, graficó Osella.

Aunque en ese momento las redes sociales eran apenas un fenómeno incipiente, la revuelta del campo fue un verdadero terremoto viral: miles de camiones varados al costado de las rutas y góndolas vacías eran una imagen repetida. En Córdoba, Sinsacate, Río Primero y Laboulaye fueron algunos de los puntos más conflictivos y los propios dirigentes reconocen: “Tuvimos suerte de no tener muertos y heridos, a raíz de los desbordes que se producían en los piquetes”.


Balance

A una década de esa fecha histórica, el principal legado que dejó aquella protesta, según Marco Giraudo, fue “el resguardo de la institucionalidad”. “La sociedad nos acompañó, pero el sector agropecuario fue sólo una bandera”, consideró el extitular de Coninagro.

“Con la 125 se sintió el avasallamiento, se comenzó a ver que iban por todo”, completó Pizzichini. “Fue un antes y un después”, coincidió Rocha.

Los cacerolazos después del discurso de la expresidenta Cristina Fernández hablando de los “piquetes de la abundancia” o las 250 mil personas que se reunieron el 25 de mayo en el Monumento a la Bandera de Rosario, para respaldar al agro, son dos ejemplos al respecto que recuerdan los ruralistas. “Fue un reclamo que nació como económico pero mutó hacia lo institucional”, resumió Caccialupi.

Para Picat, otro aspecto que debe valorarse es el aporte a la calidad democrática que se consiguió en medio de ese contexto. “Dentro de la locura que fue todo, anárquica en gran medida, logramos que funcionara el Poder Legislativo. Viajábamos todas las semanas a Buenos Aires y golpeábamos puerta por puerta de cada diputado y senador. Al final, el voto no positivo de Cobos mostró que la institucionalidad democrática era posible”, consideró el dirigente jesusmariense.

Desde la mirada de Ricardo Osella, también debe remarcarse el “nacimiento del agro como un sujeto político reconocido” que se tradujo en varios dirigentes que se transformaron en funcionarios: por ejemplo, el emblemático productor entrerriano Alfredo De Angeli, que es actualmente senador; o el exvicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas, Ricardo Buryaile, que fue diputado y luego ministro de Agroindustria entre 2016 y 2017.