Sin retenciones, se mejoró la calidad ambiental de los suelos agrícolas Luis Picat (*)



La producción de carne llegó a su máximo después de siete años, la venta de maquinarias aumentó 60 por ciento y el país volvió a ser top ten en agroexportaciones.

Evidentemente, hay quienes dicen las verdades a medias: el Estado, opositores, periodistas y oportunistas. Como tantas veces se reclama, la comunicación de lo que sucede realmente, nunca llega a ser del todo clara o suficiente.
Si bien es cierto que se han retirado las retenciones a los cereales y a la carne, también es cierto que en general no se dimensiona los riesgos del negocio ni se tiene en cuenta si llovió, cayó piedra o se inundaron los cultivos. 
Por otro lado, no nos olvidemos que la soja todavía tiene un 30 por ciento de retenciones y esto implicó un ingreso al Estado de 85.000 millones de pesos en 2017.
Más allá de esto, deberíamos analizar qué consecuencias tuvo la quita de retenciones a los cereales y reflexionar sobre la previsibilidad que provocó el Estado al comunicar su plan económico. 
Datos
Sin ir más lejos, la producción de carne llegó a su máximo histórico después de siete años. Las exportaciones han crecido en más de un 30 por ciento desde 2016 y el país volvió a ser top ten. 
La producción agrícola, por su parte, creció un 24 por ciento, mientras que la venta de maquinarias aumentó en un 60 por ciento. Y un dato no menor: se mejoró la calidad ambiental de los suelos agrícolas al incorporar más superficie de trigo y maíz.
Todo este crecimiento por supuesto que redunda en más puestos de trabajo y en más ingresos de impuestos al Tesoro Nacional -además del “efecto cascada” en el consumo y el sector inmobiliario-. Tengamos memoria y no nos olvidemos de los cierres de frigoríficos y los miles de despidos en el sector metalmecánico durante la última década.
Impuestos
Sin embargo, está claro que todo impuesto distorsivo afecta la confianza y la previsibilidad de aquel tomador de decisiones. Es una realidad que la eliminación de estos impuestos implicaría mayores inversiones y, por ende, favorecería a la creación de más empleo. 
Por eso mismo, resulta necesario bajar los impuestos de ingresos brutos y hacer más presión en el "blanqueo" de la economía, a modo que la distribución de la carga impositiva sea más equitativa a través del impuesto a las ganancias.
Si el objetivo es disminuir la pobreza, las retenciones y los subsidios no son la solución. Ésta se afronta con reglas claras, confianza y trabajo digno. 
Desde el campo, seguiremos apostando por nuestro pueblo y nuestra región, en lugar de sacar la plata afuera e invertir en el sector financiero. Un simple ejemplo de ello: por cada kilo que se consume de cerdo, se crean 1.000 puestos de trabajo.
(*) Productor y empresario agropecuario. Presidente de la Sociedad Rural de Jesús María.