Argentina, tras una marca propia para pelear el mundial del trigo Favio Ré



En sólo dos años, Argentina pasó del 27° al 4° puesto como exportador mundial de harinas. Para el 2018 aspira al 2° lugar.
Los ojos de la gran mayoría de los argentinos, en 2018, estarán posados en Rusia, donde se jugará el campeonato mundial de fútbol. Ese país, precisamente, es uno de los grandes jugadores que se sumó al mercado global del trigo en los últimos años, al punto de haberse convertido en una amenaza para Argentina, luego de que Brasil -principal destino de las exportaciones trigueras locales- deslizara la posibilidad de comprarle el cereal, sin aranceles.
Tras caer casi a zona de descenso, las políticas favorables emanadas desde la administración de Cambiemos devolvieron al trigo a puestos competitivos: en sólo dos años, pasó del puesto 27° como exportador de harinas, al cuarto, con 750 mil toneladas que se venderán al exterior este año.
Y desde la Federación Argentina de la Industria Molinera (Faim) creen que aún hay espacio para crecer: apuestan a que, mejorando condiciones de competitividad -como, por ejemplo, una reducción de los costos logísticos- Argentina podría alcanzar en 2018 al subcampeón mundial, Kazajistán, que  terminará exportando 2,5 millones de toneladas. Y luego, por qué no, ir por el primer puesto, que hoy corresponde a Turquía, con cinco millones. 
Para el titular de la Faim Diego Cifarelli, no es una utopía: ayer, durante el remate del primer lote de trigo 2017/18 (ver página 5), recordó que se estimaba como imposible que Argentina pudiera consumir 20 millones de toneladas y lo hizo, gracias a la expansión exportadora que se reflejó -además de las cifras mencionadas para la harina-, en 12 millones de toneladas enviadas como grano sin procesar. Otro dato que apuntó Cifarelli: Argentina puede moler 12,5 millones de toneladas al año y apenas llega a ocupar el 50 por ciento de ese potencial. “Nos sobra capacidad para producir lo que el mundo necesita”, se entusiasmó ante Agrovoz.
Una marca y un congreso
El remate del primer lote de trigo tuvo lugar en la Bolsa de Cereales de Córdoba, donde su presidente Luis Macario le propuso un desafío a Cifarelli: que Argentina desarrolle una marca propia denominada “trigo argentino”, para seguir escalando en el campeonato de los mayores proveedores del cereal. 
La idea de Macario es replicar lo que hizo la industria del maní que, de la mano de una integración plena en la cadena, elaboró una marca propia con la que llegó a ser el principal exportador mundial. “Tiene que ser una marca que se asocie con una excelente calidad”, dijo en la previa de la subasta. En el mismo acto, tanto Macario como Cifarelli coincidieron en otra de las estrategias de posicionamiento: realizar un Congreso Internacional del Trigo, en el que se convoque a potenciales compradores y funcionarios de países a los que se quiera llegar, para mostrarles las bondades del cereal producido en el país. 
Para ambos dirigentes, estos planes demandan que la cadena triguera se siga consolidando, sumando además de los productores, acopios y molinos, a la “segunda industrialización”; es decir, a los elaboradores de galletas o pastas secas.