Alianzas y fusiones, las semillas que la biotecnología multiplicó Alejandro Rollán



En este escenario, la maquinaria agrícola nacional debe pensar en ser competitiva, más allá del tipo de cambio.

La globalización ha llegado al negocio de los insumos agropecuarios. Las alianzas y fusiones que en los últimos dos años se han dado en la industria biotecnológica marcan una tendencia para otros sectores proveedores de tecnología para el agro.

Además de la dimensión económica que tienen estas operaciones, por las cifras astronómicas que las componen, la compra de Bayer a Monsanto, de Cofco a Nidera y de ChemChina a Syngenta, y la fusión entre Dupont y Dow Agrosciences, por mencionar las más recientes, vienen a conformar un nuevo paradigma, en el que la investigación, el desarrollo y la comercialización de soluciones para los cultivos agrícolas se focalizarán en pocas usinas.

A partir de esta tendencia iniciada por la industria química y semillera, la maquinaria agrícola también comienza a moverse en esa dirección.

Las recientes adquisiciones, alianzas y acercamientos que mantienen algunas multinacionales del sector avizoran a futuro la conformación de una liga global que, además de bienes de capital, proveerán servicios integrales.

A la reciente adquisición por parte del Grupo Agco de la compañía Precisión Planting, referente mundial en equipos de agricultura de precisión, se suman los rumores de negociaciones entre la italiana Case con la japonesa Kubota y la posible profundización de la alianza entre la estadounidense John Deere con la empresa de origen francés Kuhn.

Buscar el lugar

En este escenario, ¿qué pueden hacer las empresas nacionales? Los especialistas les auguran dos alternativas: para aquellas que modernizaron sus procesos y lograron una competitividad sistémica, el camino se muestra más allanado. Otras, con menos escala, deberán reconvertirse.

Mario Bragachini, referente del Inta en maquinaria agrícola, admite que a futuro parecen demasiadas las fábricas nacionales de sembradoras y pulverizadoras y que hay una escasez de fabricantes de máquinas de procesos intensivos de producción, como tambos y criadores automatizados para cerdos y aves.

Ya hay ejemplos de reconversión en marcha. La empresa santafesina D’Ascanio, ubicada en Las Parejas y dedicada a la producción de silos, comenzará con la fabricación de jaulas automatizadas para pollos.

Según Bragachini, el avance de la competitividad empresarial en el sector de la maquinaria agrícola argentina no depende sólo del tipo de cambio. “Vendrá por el lado del crecimiento y el desarrollo de procesos agroalimentarios; dependerá de una buena antena tecnológica, un avance en las inversiones en desarrollo a las que el Estado debe aportar, y apostar a la ciencia y la tecnología con innovación”, sostiene el especialista.

En una economía que se globaliza y en la que las posibilidades de resistir a sus efectos se ven reducidas, ninguna empresa alcanzará competitividad trabajando sólo para el mercado interno. Lo ideal, según sostiene Bragachini, es que el 30 por ciento de su facturación se genere con ventas al exterior.