El impuesto maldito y despertar exportaciones, claves para noviembre. Daniel Fernández Canedo

La discusión sobre de Ingresos Brutos y la competitividad externa serán temas centrales después de la elección.

El futuro del gravamen sobre los Ingresos Brutos va en camino de ocupar el centro de las discusiones entre la Nación y las provincias después de la elección legislativa del 22 de octubre.
El Gobierno intenta calmar los ánimos por adelantado diciendo que el cambio que propondrá será "gradual" a lo largo de cinco años pero el monto del dinero en juego y el peso que tiene en las finanzas provinciales ya puso a todos los gobernadores en alerta porque saben que la Casa Rosada tiene una carta clave: a fin de año vence el Pacto Fiscal de 1993 y si no se renueva las provincias deberían retrotraer la tasa de IB a los niveles de aquellos años que contemplaban un máximo del 3%.
La negociación todavía no comenzó pero la importancia de los cambios en IB se concentran en tres puntos, 1) es un impuesto distorsivo (se cobra por facturar sin considerar si hay ganancia) y afecta la competitividad de las exportaciones pero 2) representa una fuente importante y creciente de ingresos para los provincias y 3) explica el 84% de los fondos de recaudación que se pondría en discusión entre la Nación y las provincias en el proyecto de reforma impositiva que impulsará el Gobierno.
Según datos del Ministerio de Hacienda la recaudación de IB representa 54% de los ingresos corrientes de la Capital, el 30% de los de Buenos Aires, el 26% de Mendoza, el 22% de los de Santa Fé y Chubut y la incidencia es de sólo 5% y 7% en la recaudación de Formosa y Santiago del Estero.
Para bajar ingresos brutos, las provincias exigirán la aplicación de algún otro gravamen que podría ser algún tipo de IVA provincial o a las ventas que compense la pérdida inicial de recaudación y la disputa promete tironeos fuertes teniendo en cuenta que la recaudación de IB representa el 84% de los fondos que estarán en discusión entre la Nación y las provincias para la reforma fiscal sobre la que trabaja el Gobierno.
Este impuesto "maldito" para productores y exportadores, pero esencial para buena parte de las finanzas provinciales,empieza a poner sobre la mesa de negociaciones de los cambios fiscales la necesidad del país de dar un salto en materia de exportaciones, un tema que ciclicamente queda relegado en la creencia de que la soja o los productos primarios siempre podrán dar una buena noticia. Los números de los últimos años encendieron las luces de alerta.
Un trabajo reciente del área de research del banco BBVA que dirige la economista Gloria Sorensen puso el foco sobre la situación exportadora argentina y la necesidad de reducir los costos para mejorar la competitividad partiendo de la premisa (aceptada por buena parte de los analistas del mercado) de que la tendencia a que el precio del dólar quede relativamente retrasado llegó para quedarse por un tiempo considerable.
En los últimos años, a pesar de las declaraciones políticas en contrario, las exportaciones se "primarizaron". En otras palabras, la Argentina sigue exportando granos y aceites vegetales. "Los productos primarios y las manufacturas agropecuarios fueron 67% en 2016, revirtiendo la mejora alcanzada en los años 2000 cuando representaban 53%", sostiene el informe.
Esa primarización respondió a los buenos precios internacionales que hubo en varios años y en el aumento de las cantidades producidas pero, también, a que "la apreciación cambiaria pudo haber afectado más negativamente a lasexportaciones industriales".
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La exportación no sólo se concentró en el campo ( las de energía tuvieron una caída fuerte) sino también en cuanto a destinos: las exportaciones del complejo sojero fueron 25% del total y en un 21% (us$ 3.000 millones) tuvieron como destino China.
En el caso del segundo rubro de exportaciones, que son los autos, el 67% fue a Brasil.
En síntesis, las exportaciones están concentradas en granos y aceites y autos y tienen dos compradores: Brasil y China. Un esquema dependiente por donde se lo mire y que pone otro tema importante sobre la mesa de la Argentina de los próximos años:¿de donde saldrán los dólares para financiar un crecimiento sostenido? lo que lleva a otra pregunta en boga en estos tiempos:¿hasta cuando el país podrá seguir aumentando su deuda para financiar el déficit fiscal y un repunte de la economía?.
Las respuestas deberían comenzar después de la elección de octubre pero la economía sigue repitiendo una común en los últimos años: cada punto de crecimiento requiere tres puntos de aumento de las importaciones. Hoy con ingreso de divisas y crecimiento de las reservas del Banco Central se endulzó el camino electoral para el oficialismo de la mano del dólar quieto y el aumento del crédito aunque esa música no sonará para siempre.
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Pero, entre tanto, el "viento de cola" proveniente del exterior ( crédito fluido y tasas bajas) sigue soplando y se agrega un dato clave adelantado en la nota de Ricardo Arriazu el domingo en Clarín: "la economía brasileña dejará de ser un lastre para nuestra economía y contribuirá la nuestra recuperación". Hay crédito externo, el dólar está estabilizado y mejora la perspectiva del principal socio comercial. El Gobierno ahora sí, hasta las elecciones, está dispuesto a que se hable de economía.