Indagando la hoja de balance del trigo argentino EMILCE TERRÉ

La fortaleza de la demanda interna de trigo, la previsión de una suba en el área sembrada y el buen ritmo de embarques a la fecha permiten proyectar un consumo de trigo 2016/17 en torno a los 17,6 Mt. Incluso bajo las más optimistas estimaciones privadas de producción, un nuevo recorte de los inventarios finales se vuelve inevitable.
En la semana que pasó, el Ministerio de Agroindustria ha publicado los datos de molienda de granos para el mes de junio de 2017, dando cuenta de un total de 493.663 toneladas para el caso del trigo pan. Con este guarismo, la molienda total para el primer semestre del 2017 arroja 2,84 millones de toneladas, un 6% por encima de lo registrado entre enero y junio de 2016. La industrialización de trigo por parte de balanceadores, por su parte, sumó en lo que va del año otras 123.292 toneladas, casi un 80% más que en el primer semestre del año anterior.
Si, presumiblemente, la demanda por parte de la molinería acaba en torno a los 5,9 millones de toneladas y podemos estimar una previsión de uso como semilla de 0,7 millones (considerando una densidad de siembra de 125 kilos por hectárea y un área a cubrir en el nuevo ciclo de 5,5 millones de hectáreas), estaríamos pensando en una absorción interna del grano de 6,6 millones de toneladas.
Como previsión del lado de la demanda externa, podemos estimar que se embarcarán este año alrededor de 11 millones de toneladas. Entre diciembre de 2016 y junio de 2017 se exportaron algo más de 9 millones de toneladas. Haciendo un análisis estacional de los envíos externos, en estos primeros siete meses de la campaña comercial se suelen realizar el 80% de las exportaciones totales de la campaña, por lo que teniendo ello en cuenta y observando la activa participación que aún tiene la demanda de los exportadores en el mercado físico de granos, la previsión resulta plausible.
En este marco, una demanda total de 17,6 millones de toneladas de trigo para la campaña 2016/17 dejará un stock muy ajustado de grano de cara al próximo ciclo comercial. Incluso como una previsión de producción en el rango de los 16,6 a 17,5 millones de toneladas (esta última siendo la actualización a sus previsiones que reportó esta semana la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires a través del Foreign Agricultural Service del USDA), no podrá evitarse una caída de los inventarios y un ajuste de la relación stock/consumo, dando sostén a las cotizaciones de cara a la nueva campaña.
 
Se comprende por lo anterior la necesidad de la demanda de asegurarse la originación de la mercadería tan pronto como sea posible. Tal como hemos expresado en el Boletín de la semana pasada, las compras de grano 2017/18 por parte del sector exportador suman a fines de julio casi 3 millones de toneladas, un récord de compras por adelantado para esta época del año que ha dado sostén a los precios del trigo.
En lo que va del año, pese al aumento del 11% en el valor del tipo de cambio, el precio del trigo junto con el del girasol han sido los únicos que muestran una variación positiva medida en dólares por tonelada (como proxy de su “poder de compra”). En ambos casos, la suba alcanza el 7% cuando tomamos la referencia de la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario, convertida a divisa norteamericana según el tipo de cambio comprador del Banco Nación. En el mismo lapso, el precio de la soja cayó un 7% mientras que el maíz perdió el 18%.
En la plaza internacional, el trigo de mayor contenido proteico es el que más viene sufriendo tropiezos productivos durante el desarrollo del cultivo, elemento de sostén adicional para la potencialidad de las exportaciones argentinas y por ende, de su precio, si nuestro país consigue nuevamente elevar la vara de su standard de calidad en el ciclo que comienza.