El trigo, ¿seguiría en el podio en la campaña 2017/18? SOFÍA CORINA

En la antesala de la siembra fina ¿cómo se encuentra el productor respecto a un año atrás? Por un lado, hay mayores costos y un tipo de cambio desfavorable, pero por el otro el precio del trigo a cosecha muestra una leve mejora, que junto a reservas hídricas abundantes redoblarían la apuesta al cereal.
Los disparadores que motivaron el salto del 20% en el área sembrada de trigo 2016/17 fueron primordialmente la eliminación de los derechos de exportación y las restricciones a las ventas externas. Desde entonces, el productor triguero de la región núcleo incrementó en un 150% su participación en el valor FOB de exportación, mientras que las ventas al exterior ya marcan un incremento del 54% anual. A su vez, factores productivos como lluvias y temperaturas adecuadas e inversión en tecnología de insumos encendieron la mecha para que la campaña triguera 2016/17 fuera todo un éxito. 

Pasado su momentum, ¿qué le resta al cereal de invierno para seguir vigente en la agenda del productor? Por un lado, existe una memoria cortoplacista que inspira confianza en apostar al trigo para el próximo ciclo. Pero sin adentrar en la conducta psíquica del productor, analizaremos su situación económica y productiva al momento de asignar su tierra.  

En marzo del año pasado, el precio a cosecha en enero 2017 en Matba rondaba los u$s 150 por tonelada. En ese entonces también se esperaba un fortalecimiento del dólar respecto al peso desde $ 14,9/u$s  a $ 17 por dólar en enero 2017; hecho que por supuesto no sucedió. Tomando como ejemplo un productor de campo propio a una distancia de 180 km del puerto de Rosario que obtiene un rinde de 40 qq/ha, se proyectaba un margen bruto de u$s 155/ha al momento de decidir la siembra. En tanto, descontando los impuestos provinciales y nacionales, los márgenes bajaban a u$s 80/ha. Así y todo el productor apostó fuertemente al trigo. 

Esta campaña nos encontramos con el mismo contexto comercial en cuanto ROEs y retenciones, pero con mayores costos, principalmente de flete, cuyo aumento tarifario fue del 34% anual. En paralelo, el dólar futuro se encuentra en casi el mismo nivel que hace un año. Esta debilidad de la moneda americana frente al peso perjudica severamente a las finanzas de las empresas agrícolas ante la imposibilidad de licuar sus costos pesificados con un dólar más alto; moneda con la que se valúa sus ventas. 


Pese a éstas pálidas, el precio del trigo a cosecha en la posición enero 2018 de Matba es superior en u$s 10 por tonelada respecto a hace un año atrás, llegando a u$s 160/t. Este factor mejora las perspectivas de ingreso arrojando un margen bruto de u$s 174 por hectáreas, mientras que el margen neto descontando los impuestos queda en u$s 88/ha, es decir u$s 8 más que hace un año. 

En término generales, la situación en cuanto a márgenes del productor de trigo es similar a la del ciclo pasado. Otro indicador interesante que refuerza esta semejanza es la relación entre el precio del trigo y un insumo muy importante para su desarrollo, el fertilizante nitrogenado. El año pasado la relación entre el precio de la urea y la posición enero en Matba del trigo se encontraba en torno a los 2.64, mientras que actualmente nos encontramos en 2.60. 

 
A pesar de esta paridad con la campaña pasada, existen ciertos puntos a favor que podrían impulsar a un aumento de área sembrada o por lo menos la mantendrían al mismo nivel. 

-En primer lugar, en esta campaña comercial la imagen exportadora de Argentina en el mundo está marcando un antecedente. Según los datos del SENASA, el aumento de exportaciones en el primer bimestre de este año superó en casi un 100% respecto al bimestre del año pasado. De las 3,3 millones de toneladas ya exportadas, Brasil representa el mismo nivel de importaciones que el año pasado. Esto evidencia la habilidad de Argentina en proveer trigo a nuevos destinos comerciales y al mismo tiempo proyectar al país carioca como principal motor de ventas en los próximos 8 meses.  

-Pasando a un plano productivo, existe una imperiosa necesidad de bajar las napas. El trigo nos brinda la posibilidad de realizar un cultivo sucesor y así aumentar el consumo de agua por evapotranspiración. Venimos de varias campañas con episodios hídricos que superan las medias históricas elevando los niveles freáticos y causando desastres naturales. En este sentido, la inclusión del cereal en la rotación absorbe 500 mm de agua adicionales al ciclo agrícola permitiendo su conversión en materia seca, que además de generar un ingreso monetario a fin de año, protege al suelo de la erosión hídrica y mejora la infiltración.

-Por el otro lado, mantener el suelo cubierto atenúa la aparición de malezas facilitando los controles del barbecho. Los montos en erogaciones por herbicidas son crecientes año a año. Con la incorporación de cereales de invierno al ciclo agrícola se mitiga este costo al competir con las plantas no deseadas en el lote. A sí mismo, se interrumpe con los ciclos de las enfermedades e insectos de la soja y provee un rastrojo de valiosa calidad nutricional.

-A nivel internacional, si bien el mundo está colmado de trigo, Estados Unidos se encauza en la campaña 2017/18 a tener la menor superficie sembrada del último siglo. Esta sería la primera señal de cambio de tendencia en la producción de trigo que podría generar un soporte en los precios. Mientras que, en el caso de la soja el área será el mayor record absoluto. En este contexto de volatilidad, el hecho de realizar un doble cultivo diversifica el riesgo económico y productivo de las empresas.

-Resta por ver cómo se mueve la relación de precios entre trigo y cebada, su principal oponente. Si bien hay productores de la región núcleo entrenados en conseguir el premio de u$s 10 sobre la base del trigo con un grano de cebada calidad cervecera, el castigo en el precio por no llegar a los estándares convierte al negocio en riesgoso. Es importante destacar que las condiciones agroclimáticas de la región núcleo no son ideales para producir cebada, como sí lo son en el sur bonaerense.

Es sabido que  los productores del principal núcleo triguero del país tendrán la palabra final en cuanto a variación de superficie a nivel nacional. Según opiniones de ingenieros de la zona de Tres Arroyos, la intención es mantener la misma proporción de superficie sembrada de cebada y trigo, sin embargo evaluarán su relación de precios hasta junio – julio. Lo que se da por descontado es que los cultivos de invierno junto a una soja de segunda superan ampliamente en margen y renta a los cultivos de gruesa.

Para mejor, hoy el productor argentino aseguraría estar dispuesto a redoblar la apuesta a los cereales invernales para la próxima campaña, que por lo menos en la región núcleo, podría convertirse en un incremento de entre el 5 y el 10% del área triguera.