Marzo traerá al stock dos millones más de cabezas. Ignacio Iriarte



La retención se financia con la venta de hacienda. Si baja el precio, sube la oferta.
En diciembre, la faena volvió a aumentar, ubicándose ocho por ciento arriba de noviembre e igual número arriba de diciembre de 2015. La participación de las hembras fue 43 por ciento, más propia de un período de equilibrio que de retención.
Tanto la faena como el porcentaje de hembras son indicadores indirectos del ciclo ganadero; lo importante, aún teniendo en cuenta estos datos que insinúan un cambio de tendencia, es el recuento del stock. Marzo mostrará un aumento de más de dos millones de cabezas en las existencias. Pero estos indicadores revelerían que la fase de retención del ciclo, iniciada a mediados de 2015, ahora se estaría ralentizando. Si tomamos en cuenta el perfil de la faena (DTA y Senasa) del último bimestre de 2016, en relación a igual período de 2015, veremos que aumenta la faena de vacas 11 por ciento y la de vaquillonas, 15. Mientras que la de terneras se mantiene igual. Aumenta auspiciosamente la oferta de novillos (seis por ciento), novillitos (dos) y terneros (dos).
Llama la atención, también en el último bimestre del año, la fuerte suba en la faena de toros (45 por ciento), que estaría en línea con la idea de que la retención se está enfriando. Pero también podría ser consecuencia del descarte de toros que cabañeros y criadores guardaron en exceso en los dos últimos años. Si bien todo indicaría que la retención se estaría desacelerando, hay que ser cuidadoso con estos números porque la comparación se hace contra el último bimestre del 2015, momento en que los ganaderos acentuaron la retención a la espera del resultado de las elecciones y las medidas del nuevo gobierno.
Con el retroceso registrado en el valor nominal del ganado en los últimos tres meses, que promedia 10 por ciento, el valor real de la hacienda se ubica hoy 20 por ciento por debajo de enero del año pasado. La oferta en los últimos tres meses creció, la escasez se ha moderado –se ha vuelto a ingerir 60 kilos per cápita – y la demanda local se encuentra en el punto más bajo de los últimos seis años. En la medida de que los precios del ganado bajen, en términos nominales y en términos reales, el productor deberá vender más hacienda para obtener el ingreso suficiente para cubrir los gastos del establecimiento y para vivir.
La retención de hembras se financia básicamente con la venta de ganado; si los precios reales caen, debe esperarse un volumen mayor de oferta, aún dentro de un período de recomposición.
La caída del precio real del ternero, que es 23 por ciento en los últimos 12 meses, también afectará la capacidad financiera del criador para continuar con el ritmo actual de acumulación. Que se refleja en el incremento esperado del stock a marzo, no inferior a los dos millones de cabezas.
En los últimos seis años, sólo en tres de ellos los precios del novillo en Liniers en enero superan los valores del diciembre previo.
Si lo que se compara es con febrero, en cinco de seis ocasiones en ese mes los valores fueron más altos que en el último mes del año previo.
El efecto “marzo” o “freezer” se da siempre en los últimos seis años, con aumentos con respecto al diciembre previo que van en moneda constante desde 2,5 por ciento del último año hasta 29,3 por ciento con la devaluación realizada por Kicillof en 2014.
Fuera de estos dos años extremos, la suba de precios se ubica entre 7,3 y 13 por ciento; un aumento moderado y que se modera aún más si se toma en cuenta el contexto inflacionario de los últimos años.