La lechería seguirá remando en dulce de leche. Alejandro Rollán



Panorama agropecuario/ Durante el año próximo, la cadena deberá recomponer infraestructura y capital de trabajo. El primer semestre de 2017 aportaría una baja en la producción, que se revertiría en los últimos seis meses.

El  año que está a punto de finalizar no será bien recordado por la lechería. El clima, la suba de los costos internos y la caída del precio de la materia prima, en especial en el primer semestre del año, formaron un mix que hizo sucumbir a la cadena en una de las crisis más profundas de su historia.

¿El balance 2016? La producción nacional de leche cayó en alrededor de 1.200 millones de litros, un poco más del 11 por ciento; muchos productores salieron del negocio, y los que sobrevivieron intentan recomponer sus números a partir de la mejora que tuvo el precio de la materia primera en los últimos cinco meses. Las empresas, mientras tanto, intentaron hacer pie y dejar de trastabillar, en un ejercicio económico que mostró a muchas con números en rojo.

¿La perspectiva 2017? Es una incógnita, según coinciden productores e industriales. Para ambos eslabones de la cadena, hay que ver cómo se comporta el negocio, más si se tienen en cuenta que se proyecta una baja significativa en el volumen de materia prima durante el primer semestre, con una recuperación importante para la segunda parte del año.

Escasa fluidez

Las expectativas de rentabilidad siguen puestas en la tracción que pueda llegar a tener el mercado externo. Por el lado de la demanda doméstica, los precios de los lácteos continuarán copiando los índices inflacionarios y no se espera un crecimiento del consumo, que se encuentra al tope de su capacidad.

El mercado internacional atraviesa su mejor momento de los últimos dos años. Sin embargo, la captura que pueda realizar la industria de esta mejoría podría ser relativa. La caída en el volumen de producción interna hace difícil la cobertura de esa demanda, al menos para los exportadores tradicionales.

Bajo ese escenario, los productores podrían sacar algo de provecho. El mayor interés de las usinas por exportar podría derivar en una mayor competencia por la materia prima, que sería escasa, y repercutir en el precio.

De todas formas, los analistas aclaran que esta situación tiene un límite: la capacidad de pago por parte de las empresas, encorsetadas por el costo argentino.

Desde finales de 2015, tanto el sector primario como el industrial vienen acumulando situaciones muy complicadas en lo económico y en lo financiero. El crédito, acorde a las posibilidades del sector, sigue siendo una figurita difícil de conseguir.

Aún no comenzó a transitar y ya 2017 viene con reservas para la lechería. 

Algunos lo sindican como un año de transición, en el cual habrá que recomponer factores productivos claves para la actividad, como por ejemplo infraestructura y capital de trabajo.

Los partidarios de esta visión aseguran que la sustentabilidad de la cadena no depende sólo del precio de la materia prima y de sus derivados, sino que requiere de un abordaje integral.

Los más pesimistas advierten que durante el año próximo seguirán las dificultades y que, en el mejor de los casos, serviría de base para el inicio de una recuperación, pero a partir de 2018.