Volatilidad en el corto plazo y preocupación por el discurso de mayor proteccionismo en el comercio. Dante Sica

En el corto plazo, “el mercado financiero local va a sentir el efecto -del triunfo de Trump- con inestabilidad y activos de renta variable resintiéndose, especialmente los ligados a commodities”. Sin embargo, tras los primeros cimbronazos, “el mercado debería tender a estabilizarse en un contexto en que sus condiciones dependen más de factores endógenos que exógenos”.

En materia cambiaria, con una curva de rendimientos en EEUU más empinada podría verse limitado el influjo de capitales que el país ha venido recibiendo, presionando sobre la moneda doméstica, pero esto podría ser contrarrestado con el ingreso de fondos del blanqueo.

De todos modos no debe perderse de vista que, si bien las necesidades fiscales en dólares de corto plazo están cubiertas y el Gobierno puede abstenerse por el momento de salir a colocar deuda, la eventual persistencia de condiciones financieras globales desfavorables no es una buena noticia ni para el sector público ni para el sector privado de un país que ha retornado recientemente a los mercados de crédito globales porque tiende a elevar el costo del financiamiento.

Por otro lado, la región no va a ser una prioridad para Estados Unidos. No hay amenazas urgentes ni desafíos significativos en la región que capturen la atención de EEUU y en esto la Argentina entra en las generalidades de la ley. Al futuro gobierno no parece interesarle demasiado la integración regional. De hecho, la política de EE.UU. se centrará principalmente en las relaciones bilaterales y en ese contexto, esperemos que la relación entre Argentina y EEUU, que se había reactivado desde la llegada de Macri, no se enfríe demorando los avances.

En lo comercial, si bien la participación de los EEUU en las exportaciones e importaciones argentinas ha venido cayendo en forma sistemática, del 14% del comercio total en 2002 a 9% en 2015, sigue siendo un socio comercial clave, tercero en importancia detrás de Brasil y China. Aunque las promesas de Trump en el área comercial apuntan principalmente a México y China, es de esperar que el nuevo gobierno tenga una visión crítica sobre la apertura comercial en términos generales, poniendo potencialmente en riesgo el acceso a uno de los principales mercados de exportación de nuestro país.

De todas formas, el impacto podría ser considerable en algunos sectores. Aunque el mercado estadounidense no es tan relevante como en el pasado, sigue siendo clave para algunos productos alimenticios, como el azúcar, el jugo y el vino, y otros productos como el aluminio, algunos productos químicos y el petróleo crudo.

La visión más proteccionista del futuro presidente de EEUU podría además hacer peligrar algunos avances que se han logrado en la agenda bilateral en los últimos meses; en particular, la apertura de los mercados de limones y carne, y la reciente decisión de evaluar la re-inclusión de Argentina en el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP). La inclusión de Argentina en el SGP permitiría el ingreso a ese país con beneficios aduaneros en unas 500 posiciones arancelarias, lo cual daría un impulso clave a productos agroalimentarios, en especial vinos, quesos y algunas carnes.

Por último, y en cuanto a las inversiones de EEUU hacia la Argentina, es muy prematuro estimar cómo reaccionarán. Si bien el flujo de inversiones no será independiente del avance o retroceso de la relación bilateral, Argentina tiene particularidades que la hacen atractiva (sobre todo vinculadas a sus déficit de infraestructura) y una vez resueltas algunas cuestiones regulatorias, abundarán los proyectos con retornos interesantes para las inversiones en nuestro país.