El especialista
analiza la situación y las perspectivas de los biocombustibles en
Argentina. La nota muestra comentarios sobre el biodiesel y bioetanol,
ampliando el análisis sobre la capacidad instalada, producción, ventas y
exportaciones en nuestro país. Evalúa las implicancias que tiene esta
producción para la agricultura y la agroindustria argentina y el marco
regulatorio del sector de cara al futuro.
El
desarrollo global de la economía de los últimos ciento veinte años tuvo
como uno de sus pilares al petróleo, recurso que a la fecha podría
haberse agotado en más de la mitad y que en adelante, tendrá elevados
costos de extracción; si bien el desarrollo de recursos no
convencionales alejaron el horizonte del famoso “peak de petróleo”,
dicho desarrollo trae consigo mayores esfuerzos económicos y ambientales
para la obtención de aquél.
Es de
destacar que desde lejano tiempo se registró en el mundo un creciente
grado de correlación entre poder económico y fácil acceso a las fuentes
de aprovisionamiento de los recursos energéticos. Un indicador
mundialmente aceptado para medir el grado de desarrollo de un país, está
vinculado con el nivel de su consumo de energía. Una gran cantidad de
guerras acontecidas durante el siglo XX y el presente siglo, tuvo
directa relación con el petróleo -principal bien energético
contemporáneo-, hecho que evidencia la importancia estratégica del
mismo.
Sincrónicamente la actividad humana
incrementó en forma significativa las emisiones de gases efecto
invernadero, generándose así una situación muy inestable en materia de
aprovisionamiento futuro de energía y calentamiento global de la
atmósfera.
Las evidencias acerca de la
necesidad de cambiar el viejo paradigma energético que rige al mundo son
contundentes desde hace dos décadas y han sido ratificado en abril
pasado, a través del acuerdo firmado en sede la ONU en EE.UU., derivado
de la COP21 celebrada en París, Francia, a fines del año pasado. La
volatilidad de los mercados energéticos mundiales puede arrastrar a las
economías de los países emergentes –salvo excepciones- al colapso.
No
sorprende entonces que desde largas décadas atrás, una de las grandes
preocupaciones de los científicos y técnicos más encumbrados, pase por
encontrar fuentes alternativas de energías, de fácil acceso y
generadoras de productos económicamente competitivos, a partir del
desarrollo de tecnologías de avanzada, amigables con el ambiente.
En
este contexto, hace más de diez años en Argentina se tomaron muy en
cuenta las ventajas comparativas que tiene nuestro país en la producción
agrícola y agroindustrial, entendiéndose que resultaba oportuno en el
marco de desarrollo industrial tan necesario para nuestro país,
diversificar la matriz energética, generando las condiciones para el
impulso de los biocombustibles, de otras fuentes renovables y de la
energía nuclear, de manera de sustituir importaciones de energía,
fomentar el empleo local y mejorar el balance de divisas.
A
principios del año dos mil, se habían presentado en el Congreso de la
Nación varias iniciativas legislativas, pero una en particular, la
propuesta por el ya fallecido (q.e.p.d.) Senador Nacional Luis Alberto
Falcó (UCR – Río Negro), fue apoyada por el Gobierno Nacional, en
atención a que además de ser una propuesta muy completa, ventajosa para
el desarrollo del mercado interno de los biocombustibles, contaba con el
respaldo de cuarenta y nueve senadores además de su primer firmante,
representantes de todas las provincias y signos políticos. Luego de un
intenso debate legislativo, dicho proyecto de ley tuvo primera sanción
en el Senado en diciembre de 2004, para luego ser revisada en Diputados
en marzo de 2006 y lograr sanción definitiva en el Senado en abril de
2006, siendo promulgada de hecho en mayo de 2006 –convirtiéndose en Ley
26.093- y reglamentada por el Poder Ejecutivo en febrero de 2007 –a
través del Decreto 109 de ese año-.
Por el
nivel de respaldo legislativo recibido, ese proyecto de ley fue un
leading case en materia de implementación de Políticas de Estado en
Argentina.
Posteriormente, se sancionó la Ley
26.334 –que facilitó el ingreso de los ingenios azucareros a la
producción de bioetanol- y la Ley 26.942 –que modificó el encuadre
tributario del biodiesel- Al mismo tiempo, la ex Secretaría de Energía y
otros organismos del Gobierno Nacional emitieron una batería de
normativa complementaria, que fueron ordenando el mercado.
Desde
la reglamentación de la Ley 26.093 han pasado nueve años. Podemos decir
que ha sido muy bueno para el País este desarrollo. Entre otros logros,
Argentina es hoy uno de los cuatro principales productores de biodiesel
en el mundo y uno de los dos primeros exportadores mundiales. En
términos relativos, Argentina rápidamente posicionó su mercado interno
como uno de los que más biocombustibles utiliza en el mundo,
diversificando su matriz energética, sustituyendo importaciones,
abriendo nuevas posibilidades para mayor cantidad de empleos
sustentables –principalmente en zonas extrapampeanas-, mejorando el
balance de divisas, diversificando el destino de nuestras exportaciones,
todo ello mientras contribuye activamente en el cumplimiento de las
metas de ahorro de gases efecto invernadero –causantes del cambio
climático global-, en el marco de los compromisos internacionales
asumidos por nuestro país.
Biodiesel en Argentina. Capacidad instalada, producción, ventas y exportaciones. Perspectivas
La
industria argentina de biodiesel tiene una capacidad de producción de
alrededor de 4,6 millones de toneladas anuales. El año pasado se utilizó
alrededor de un 40 % de ese total. Las ventas al mercado interno fueron
apenas superiores a 1 millón de toneladas y las exportaciones del orden
de 790.000 tns. Este año, la producción de biodiesel será superior a
2,5 millones de tons., con exportaciones no menores a 1,5 millones de
toneladas y un uso de la capacidad instalada que puede ubicarse en el
54/55 %.
Por el lado del mercado interno, el
año comenzó mal, ya que luego de la devaluación del peso ocurrida en
diciembre pasado, los precios internos de los combustibles líquidos y de
los biocombustibles, se fueron recomponiendo muy lentamente, mientras
que el precio del aceite crudo de soja –principal materia prima del
biodiesel producido en el país- se ajustó de manera sincrónica a la
devaluación.
Por otra parte, el plazo de pago
usual en la compraventa de biodiesel destinado a atender el mandato de
corte establecido por el artículo 7 de la Ley 26.093, no se modificó y
ante la variabilidad del tipo de cambio, se produjo un efecto negativo
adicional. Todo ello condujo a una reducción significativa de la oferta
de biodiesel por parte de las pequeñas y medianas empresas proveedoras,
como así también de las fábricas grandes no integradas con aceitera o
ubicadas en zonas de economías regionales –que en su conjunto
representan el total de dicha oferta de biodiesel en el mercado local-.
Hay que destacar además que se produjo la cesación de pagos y concurso
preventivo de la firma Oil Combustibles, hecho que impactó negativamente
en el consumo de biocombustibles y en la economía de varios productores
de los mismos que tenían fluido trato comercial con esa firma. De esta
forma, se impidió el cumplimiento de la obligación de incorporar un 10 %
de biodiesel al gasoil mineral.
La situación
referida antes comenzó a mejorar significativamente a partir de marzo
pasado, pero en setiembre último, habiendo el Ministerio de Energía
acordado con las compañías petroleras congelar el precio de los
combustibles líquidos en surtidores locales hasta el mes de noviembre,
la referida autoridad de aplicación alteró la fórmula de cálculo del
precio del biodiesel en el mercado interno, no ajustándola en función a
la evolución de las variables que la componen por los próximos meses,
hecho que afectó negativamente la economía de la industria que destina
su producción a dicho mercado.
Como si esto
fuera poco, a las compañías petroleras integradas, le sigue resultando
muy conveniente procesar la mayor cantidad de petróleo crudo producido
localmente, y transferirlo a las refinerías a un precio mucho más alto
que el internacional, como así también, dar la mayor utilización posible
a la capacidad de refinación de petróleo disponible, en atención a los
elevados niveles de crush spreads que se registran en el mercado local,
por lo que cuanto menor cantidad de biocombustibles se incorporen a la
nafta o el gasoil, aumenta la rentabilidad de las operaciones de
aquéllas. Incluso, la misma situación se genera para las compañías
petroleras si importan petróleo crudo o combustibles minerales.
En
los últimos dos meses, se viene produciendo un reacomodamiento
positivo, pero todavía no se alcanza un contenido promedio ponderado de
biodiesel del 10 % y muy difícilmente cuando cierre el presente año,
pueda cumplirse el mandato con rigurosidad. Además, no se está
cumpliendo con la obligación de corte de un 10 % en el gasoil que
consumen las generadoras eléctricas.
Por el
lado de las exportaciones de biodiesel, se registra un buen nivel –muy
superior al año anterior-, que está motorizado por la demanda de EE.UU.,
mientras sigue cerrado técnicamente el mercado europeo, luego que en
2013 se aplicara nuestro biocombustible, un derecho de importación
antidúmping. En este sentido, si bien recientemente la OMC en un panel
abierto al respecto promovido por nuestra Cancillería, dictaminó en
segunda instancia ratificando su dictamen de primera instancia favorable
a los intereses argentinos por esta cuestión, al tiempo que
recientemente la Corte de Justicia de la UE falló en un juicio que por
igual motivo presentó la industria argentina exportadora de biodiesel,
estableciendo que la UE debe eliminar el referido derecho, la apertura
de este mercado llevará bastante tiempo todavía. Además, resulta
positivo que España decidió no renovar las cuotas de distribución de
biodiesel en su mercado, hecho necesario, pero mientras la UE no proceda
en función a lo descrito antes, será imposible recuperar dicho mercado.
La
situación actual indica que la demanda interna de biodiesel está
amesetada, representando el principal motor de crecimiento, las
exportaciones. La generación eléctrica debe cumplir con el corte
obligatorio incorporando un 10 % de biodiesel al gasoil que usa. A
mediano / largo plazo, el corte en transporte irá aumentando lentamente
en todos los segmentos, pasando por el 12%, luego al 15% y en algunos
segmentos de consumo, como transporte automotor de pasajeros y agro, se
podría llegar a un 20 %.
Bioetanol en Argentina: Capacidad instalada, producción, ventas y exportaciones de bioetanol. Perspectivas.
La
capacidad instalada de la industria argentina de bioetanol es del orden
de 1,2 millones de m3 anuales, computando algunas ampliaciones de
planta en curso. El año pasado, la producción y consumo interno de
bioetanol fue del orden de 800.000 m3, con un aporte del 59 % de parte
de las cinco destilerías de maíz, y de un 41 % de los nueve ingenios
azucareros. Este año, se agregaron al programa de bioetanol, tres
ingenios más y se estableció que la oferta para que corten las
petroleras, debe provenir en partes iguales de los ingenios y de las
destilerías de maíz. El consumo interno debe aumentar por encima de
850.000 m3 para este año (correspondiendo alrededor de un 55 % de los
orígenes al bioetanol de maíz y un 45 % al bioetanol de caña), y
ubicarse en torno al millón de m3 anuales el próximo año. Por el
momento, no se exporta bioetanol destinado al mercado de combustibles.
Si
bien en el corto y mediano plazo, probablemente la demanda interna de
bioetanol crezca motorizada exclusivamente por la demanda de naftas, en
el largo plazo, el panorama de mediano y largo plazo es distinto.
Probablemente se implementará en Argentina el programa Flex Fuel, al
estilo Brasil, con cortes superiores al 20 % de contenido de bioetanol,
aunque todavía no está resuelto si en forma paralela se desarrollará una
cadena de valor de alcohol hidratado como en el país vecino.
Implicancias que tiene la producción de biocombustibles para la agricultura y la agroindustria argentina.
La
producción de biocombustibles representa un nuevo uso de materias
primas agrícolas o agroindustriales y como tal, cambia la curva de
demanda de los mismos. Ello genera un aumento del precio de equilibrio
de aquéllos, al tiempo que mejora el ingreso de toda su cadena de valor,
aumentando el agregado de valor local, con aumento del empleo y mejora
en el balance de divisas.
En el mercado interno
de biocombustibles se viene priorizando la instalación y la consecuente
actividad de plantas radicadas fuera del área núcleo pampeana, hecho
que favorece a las economías regionales. De esta forma se plantea un
cambio de paradigma en el típico desarrollo industrial argentino,
permitiendo la transformación de materias primas en origen. En el caso
específico de la producción de bioetanol de caña de azúcar, esta
cuestión es relevante, a la luz de la existencia de históricos
excedentes de esta materia prima, que han llevado a afectar
negativamente el precio del azúcar en el mercado interno.
El marco regulatorio de biocombustibles en nuestro país de cara al futuro
Las
industrias petroleras que operan en el downstream y las industrias
automotrices locales, salvo excepciones, han influido negativamente en
los últimos tiempos sobre los Ministerios de Energía, y de Producción,
para detener el desarrollo de los biocombustibles en el país, habiendo
logrado en gran parte y por el momento, su objetivo.
Más
allá de esta situación que se presenta a corto y mediano plazo, es
fundamental que la Autoridad de Aplicación profundice el proceso que
viene registrando para hacer más transparente el funcionamiento del
Programa Nacional de Biocombustibles, tanto en aspecto de precios,
seguridad, calidad, medio ambiente, asignaciones de cupos, etc. En el
caso del biodiesel, se requiere la eliminación de la Unidad Ejecutiva
Interdisciplinaria de Monitoreo –organismo creado en 2012, que a esta
altura, ha sido tristemente célebre por todos los errores que cometió
con sus decisiones y la falta de transparencia que profesó desde aquel
momento-.
Del mismo modo, resulta trascendente
aumentar la inserción de los biocombustibles en la matriz energética
argentina. En cuanto al biodiesel, ante el amesetamiento que se ha
producido en el mercado interno de este producto, hay que poner en
vigencia rápidamente el B12, para pasar luego a B12 y a B20. Para ello,
la industria de biodiesel debe consensuar con el Gobierno Nacional, la
industria automotriz y las compañías petroleras, algunos ensayos
representativos y auditados, que eliminen las dudas que algunos actores
de estas dos últimas industrias tienen sobre la funcionalidad del
biodiesel en esos cortes porcentuales y abran paso a la implementación
de dichos programas. En lo personal, no me caben dudas que ello es
técnicamente viable.
En materia de uso de
biodiesel en la generación eléctrica, debe trabajarse activamente para
que pronto se cumpla el mandato de uso de biodiesel en un 10 %.
La
industria de biodiesel debe invertir para ofrecer al mercado un
combustible que mejore la muy buena calidad promedio actual que presenta
este producto en el mercado argentino, de manera de reducir eventuales
riesgos que se pueden presentar con el uso en porcentajes mayores al 12
%, fundamentalmente cuando las temperaturas son muy bajas.
Se
requiere trabajar también para lograr una ley que determine un encuadre
estable para el biodiesel, en reemplazo de la Ley 26.942, eliminando
las contingencias que quedaron desde la implementación del Programa
Nacional de Biocombustibles en 2010.
En materia
de comercio exterior de biodiesel, es muy conveniente eliminar el
régimen de derechos de exportación móviles del biodiesel establecido por
Decreto 1719/12 y fijar en cero la alícuota del biodiesel, como la del
resto de los bienes industriales (saliendo de la movilidad, la que desde
su creación en 2012, ha presentado oscilaciones de un nivel
injustificable en cortos períodos de tiempo). Si bien puede resultar
abstracto en ese escenario, es importante establecer en 360 días el
plazo de los permisos de embarque de exportación.
En
materia de desarrollo de bioetanol, es imperioso lograr que la
implementación de un programa Flex Fuel que sea ecuánime, respetando los
derechos adquiridos de todos los productores de bioetanol y atendiendo
con sus incentivos no solo a la producción, sino a las actividades de
mezclado, transporte, almacenamiento, expendio en estaciones de servicio
y a los consumidores –por ejemplo, reinstalando el Plan Canje Automotor
implementado en 1995 y en 1999-, eligiendo propuestas eficientes, para
convertir en competitivas, las ventajas comparativas que presenta
nuestro país en la materia.
Por otra parte, es
importante que las fórmulas de precio que establezca el Ministerio de
Energía para el abastecimiento en el mercado interno, sean
representativas de la realidad económica de la industria –tanto de
biodiesel como de bioetanol-, respetando los costos reales de ella, en
un marco de absoluta transparencia en la interrelación entre todos los
agentes económicos involucrados.
Por último, si
el Gobierno Nacional no hace uso de la facultad que le otorga el
artículo 1 de la Ley 26.093, el régimen establecido por esta norma vence
en 2021, o sea, dentro de alrededor de cinco años. Por lo tanto, es
lógico pensar que en un futuro mediato comenzarán a discutirse
cuestiones vinculadas a un nuevo régimen de incentivos de los
biocombustibles en Argentina. En todos los casos, se requiere reglas de
juego claras, a largo plazo, con un régimen de promoción sustentable en
lo técnico, económico, ambiental y social.
El futuro de la industria de biocombustibles
Cualquier
cambio tecnológico estructural, como el que viene asociado al automóvil
eléctrico o a la economía del hidrógeno, requiere muchos años para la
reconversión de todo lo que hoy el mundo tiene, en materia de plantas de
producción de combustibles, parque automotor, redes de transporte,
almacenamiento y distribución, etc. Por ello, en la transición
energética, los biocombustibles son los más eficientes para complementar
a los combustibles líquidos. Por lo tanto, opino que su participación
aumentará, mientras aparecerán nuevos procesos y productos que mejorarán
las performance actual de los mismos, haciéndolos más eficiente. Esto
ocurrirá tanto en el mundo como en Argentina.
En
todos los casos, la razón exige prudencia. La importancia del petróleo,
del gas mineral y del carbón en la economía mundial es muy grande. Ante
el nuevo paradigma energético que implica el cumplimiento de los
compromisos que asumieron los países en la reciente COP21 de París, el
desarrollo de las energías renovables en general y de los
biocombustibles en particular, es inexorable. Pero los objetivos que se
impongan, para ser sustentables, deben estar acorde al desarrollo
tecnológico y la fluidez en el abastecimiento de materias primas e
insumos. Ese enorme esfuerzo que debe hacer la humanidad, no puede
concretarse sin un cambio profundo en los hábitos normales de la
población mundial, para lograr antes que nada, un uso mucho más
eficiente de la energía.
* Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno