NICOLÁS FERRER
De cara al lanzamiento de los nuevos programas de metas de inflación del BCRA, realizamos un breve análisis de cómo el manejo de la tasa de interés y las nuevas emisiones de deuda en pesos a tasa fija del Tesoro Nacional facilitan la creación de expectativas de una inflación decreciente. |
En su primer informe monetario trimestral publicado en mayo del corriente añoi,
la nueva gestión del Banco Central de la República Argentina fijó como
norte de su política la reducción de la inflación a un 5% en un “plazo
razonable” que identificaría con algún punto del año 2019. El
instrumento elegido por la autoridad monetaria para alcanzar dicho
objetivo sería el manejo de las tasas de interés, en contraste con los
esquemas basados en la evolución de los agregados monetarios aplicados a
lo largo de la década anterior.
La elección
de dicha herramienta - materializada a través de las Letras del Banco
Central a 35 días en la primera fase del nuevo programa monetario - se
justifica por diferentes razones. La misma puede establecerse con
relativa independencia de la evolución de la demanda de dinero. Además,
promueve un crecimiento del crédito interno en la medida en que se
otorga mayor estabilidad al rendimiento de colocaciones en pesos con
respecto a las realizadas en moneda extranjera en el marco de un régimen
de tipo de cambio flexible y con menor intervención del BCRA.
El
organismo plantea en dicho reporte que son tres los canales por los
cuales la tasa de interés de política monetaria positiva en términos
reales influye sobre el ritmo de alza de los precios. En primera
instancia, la misma actúa directamente sobre las condiciones de liquidez
de la economía. El alza del costo del crédito a corto plazo limita la
demanda agregada, induciendo una menor presión sobre los precios ante un
menor nivel de actividad. Por otro lado, el mayor rendimiento de las
colocaciones en pesos resulta en un incremento en la oferta de divisas
extranjeras, limitando la suba del tipo de cambio y por tanto poniendo
un techo a la suba de los precios de bienes transables.
Sin
restar importancia a estas dos vías, es el tercer canal el que reviste
interés particular en el marco este breve informe. El mismo corresponde a
la formación de expectativas de inflación de la mano de una
comunicación periódica y previsible de las decisiones de política
monetaria. La efectividad del mecanismo de utilizar las tasas de interés
crecerá en la medida que se logre profundizar el sistema financiero,
otorgar mayor fluidez a los flujos de capitales e instalar suficiente
credibilidad para que los agentes tomen sus decisiones de acuerdo a
dicha referencia.
Lo
que distingue este canal del resto es que será el que, en la medida en
que adquiera una mayor importancia relativa, marcará el fin de la
transición hacia el esquema de metas de inflación, con el objetivo a
alcanzar el año próximo a ser publicado el día 26 del corriente mes.
Invertir fuertemente en forma transitoria la parte corta de la curva de
Lebacs a 35 días resultó ser una herramienta efectiva para alterar las
condiciones crediticias y limitar la suba del dólar, lo cual limitó
sensiblemente las presiones sobre los precios a corto plazo pero resulta
insuficiente para señalar un trayecto esperado de inflación a futuro a
plazos superiores a unos nueve meses.
He
allí donde el Ministerio de Hacienda y Finanzas le da una mano al BCRA
en la creación de expectativas en un plazo más largo. Con el
enfriamiento de la suba de precios instalándose de a poco en el
colectivo de la mente de los inversores se hace posible colocar deuda
pública en pesos sin ajustes por CER, y así sentar precedentes de
rendimientos esperados más allá por donde lo permiten las Lebacs. El
Ministerio ha realizado en el último mes dos emisiones de Bonos del
Tesoro Nacional en pesos a tasa fija por $28.459 millones, cuyos
resultados pueden interpretarse como un aval del mercado a la
posibilidad de que se efectivice una tasa decreciente en el ritmo de la
suba de los precios. Las características de dichas colocaciones se
resumen en el siguiente cuadro:
En
el gráfico 3 vemos representado el rumbo descendiente de las tasas
nominales en pesos con vencimientos en los próximos dos años. De
acuerdo al Relevamiento de Expectativas de Mercado realizado por el BCRA
para fines de agosto de 2016, la inflación anual esperada en promedio
hacia agosto de 2017 alcanzaba un 21,8%, mientras que para la misma
referencia en 2018 caía a un 16%. De cumplirse dichas expectativas,
quienes inviertan en estos títulos en pesos a mediano plazo podrían
obtener rendimientos por debajo del alza de los precios en un principio,
pero de acuerdo a la aceleración en la baja de la inflación, podrían
obtener considerables ganancias de capital ante caídas más pronunciadas
en las tasas de interés.
i Ver http://www.bcra.gov.ar/Pdfs/PoliticaMonetaria/IPM_Mayo_2016.pdf
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