Si posterga la rebaja de cinco puntos
porcentuales a los derechos de exportación de la soja, el Gobierno corre
el riesgo de resquebrajar el vínculo que logró forjar con el campo por
haber cumplido sus promesas de campaña electoral a los pocos días de
haber asumido.
Ese respeto del presidente Mauricio
Macri a la palabra empeñada permitió una rápida reacción de la actividad
agrícola. En pocos meses se recuperaron las ventas de maquinaria y
comenzaron a reescribirse los planes de siembra de la campaña de granos
finos. Pese a la crítica condición financiera en la que se encontraba el
promedio de los productores y el panorama de quebranto que presentaba
la campaña 2015/2016, los agricultores apostaron al cambio de escenario.
Así, mientras la construcción, la
industria y el consumo exhiben todavía índices en retroceso, el negocio
agrícola entró en la senda positiva.
El Gobierno, según palabras del jefe de
Gabinete, Marcos Peña, admite ahora que la promesa de bajar a 25% las
retenciones a la soja este año está en revisión dado que el fallo de la
Corte que ordenó frenar la suba de las tarifas de gas a los usuarios
residenciales lo obligó a modificar su estrategia de bajar el déficit
fiscal.
Esa definición pública puso en claro las
discusiones que venían teniendo los miembros del gabinete económico
sobre la posible postergación de la rebaja de retenciones. El Ministerio
de Agroindustria, que no fue ajeno a ese debate, intenta una jugada de
riesgo: pedirles a las entidades gremiales que tengan un "gesto
patriótico" y acepten que la soja continúe con el 30% de retenciones por
los problemas económicos del país.
Esto se materializó la semana pasada en
el acto de la exposición de Jesús María, donde el presidente de la
sociedad rural local, Luis Picat, expresó: "Vamos a esperar en cuanto al
tema de la quita de retenciones a la soja, ya que reconocemos que hay
otras prioridades y somos solidarios". Rápido de reflejos, el ministro
de Agroindustria, Ricardo Buryaile, respondió que iba a llevar esa
propuesta al presidente Macri. Lo curioso de esta escena nada espontánea
es que para obtener ese aval no se ofrece nada a cambio. Al menos
públicamente.
Durante el kirchnerismo, que capturó
unos 90.000 millones de dólares del campo, no fueron pocos los que
propusieron alternativas a las retenciones como el pago a cuenta de
ganancias, la segmentación según la escala o la bonificación de fletes.
Claro, del otro lado no había voluntad de dialogar y se intentó ir por
todo. No lo lograron y apenas hubo compensaciones a pequeños productores
a partir de 2014. Era tarde, el daño ya estaba hecho.
Quienes salieron rápidamente al cruce
del "operativo conformidad" fueron los productores autoconvocados."Son
un impuesto distorsivo, confiscatorio, anticonstitucional,
discriminatorio (contra el interior y el sector) que genera asimetrías
insalvables con nuestros competidores internacionales (que no tiene
retenciones)", dijeron en un comunicado. Curiosamente, el ministro
Buryaile tuvo palabras similares. En una entrevista durante el foro de
inversores expresó: "para nosotros las retenciones tienen que
desaparecer". Eso sí, no precisó cuándo ocurrirá.
El Gobierno está en un brete porque el
costo fiscal del fallo de la Corte sobre tarifas se calcula en 700
millones de dólares, mientras que la rebaja de 5 puntos porcentuales a
la soja tendría una merma en los ingresos fiscales de entre 1000 y 1200
millones de dólares, lo que equivale al 1% de la recaudación total. Para
2017, aunque prevé que la economía se recupere, en el proyecto de
Presupuesto enviado al Congreso se calcula que el déficit fiscal
represente el 4,2% del PBI.
El Gobierno se preocupa en hacer sus
números. Sin embargo, hay un cálculo que falta para que sea completo el
análisis de los pro y los contra de postergar la rebaja de retenciones.
Es el impacto que tiene en la economía real la reducción de impuestos a
la actividad agropecuaria: esos 1000 millones de dólares en manos de la
producción se multiplican en camionetas, tractores y ventas en los
comercios del lugar donde se origina y en las ciudades cercanas. En la
enorme bolsa del Estado, en cambio, su destino es incierto.
Además del factor económico de la
decisión está el político. Dentro de la coalición gobernante hay quienes
creen que ya se "le dio suficiente al campo". El propio Macri, en
cambio, está convencido de que cuando al campo u otro sector de la
economía se le sacan los obstáculos responde y crece. Ése es el dilema
por resolver.
Fuente: Diario La Nación - Autor: Cristian Mira.