Gracias Macri: sin retenciones a la soja sería imposible el resurgimiento del maíz

El ejército de ocupación kirchenrista promovió durante una década la sojización de la economía para obtener –emulando a la caja petrolera bolivariana– una fuente de recursos enorme de rápida disponibilidad.

Ese modelo, en el razonamiento lineal de un cavernícola, era imbatible. Había que hacer, cierto, algunos sacrificios, tales como liquidar la competitividad de la ganadería, la lechería, el trigo y el maíz. Pero la biología se tomó revancha con la aparición masiva de malezas resistentes a herbicidas que hicieron que la soja dejara de ser un cultivo barato.

Una de las mejores políticas agrícolas que pudo haber implementado el gobierno macrista para comenzar a reacomodar el descalabro kirchnerista fue mantener un derecho de exportación del 30% sobre el poroto de soja.

El costo de sembrar maíz temprano 2016/17 en la zona núcleo pampeana ronda los 950 u$s/tonelada considerando un costo de oportunidad de la tierra de 350 u$s/ha, un servicio de gerenciamiento de 30 u$s/ha, uso de híbridos de punta (160 u$s/ha) y seguro agrícola. Con un precio esperado a cosecha de 163 u$s/tonelada, se necesitaría un rinde de al menos 74 qq/ha para cubrir los costos.

Un modelo productivo de soja de primera de alta producción en la zona núcleo tiene un costo total proyectado –con los mismos criterios que los empleados en el caso del maíz temprano– de 725 u$s/ha. Una soja sin retenciones (380 u$s/tonelada en mayo de 2017) permitiría cubrir los costos con un rinde de apenas 22 qq/ha. Pero con el precio actual esperado (270 u$s/tonelada) el rinde de indiferencia es de 34 qq/ha.

Es decir: el derecho de exportación del 30% permite equiparar la competitividad de la soja con la del maíz para evitar que este año se profundice el proceso de sojización maleza-resistente fomentado por el kirchnerismo.

Alguien debería explicarle a Brett D. Begemann, COO de Monsanto que viajó especialmente a la Argentina para intentar defender la aplicación de facto de un esquema de “retención privada” en soja, que la política macrista –eliminación de retenciones en maíz con un derecho del 30% en soja– permitirá que las compañías desarrolladoras de híbridos del cereal hagan grandes negocios en el mercado argentino a partir de este año.

Y si la Argentina llegara a tener gobiernos republicanos no-populistas durante mucho, mucho tiempo, habrá un momento en el cual la enorme cantidad de fábricas de etanol, frigoríficos avícolas, compañías porcinas, megatambos estabulados y plantas de biogás, combinadas con Tratados de Libre Comercio que permitan vender agroproductos sin restricciones, hagan del maíz un cultivo lo suficientemente competitivo como para no tener que ponerle obstáculos a la soja.

Ezequiel Tambornini