Clima: la próxima campaña no tendrá riesgos de lluvias extremas ni de sequía Favio Ré

Es la previsión del climatólogo del Inta, Pablo Mércuri. Recomienda conservar el agua y asegura que este año, al no haber riesgos, habrá posibilidades de proyectar mejor las decisiones productivas.

El director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del Inta, Pablo Mércuri, ratificó su pronóstico de un año “neutro o de Niña débil”, que se cristalizará en un caudal de precipitaciones “normales a deficitarias” para la próxima campaña 2016/17.

Mércuri ya había formulado esta previsión en la primera jornada del año organizada por Agrovoz y lo confirmó en Agroactiva, donde brindó una charla sobre perspectivas climáticas en la que estuvo presente este medio.

Según el climatólogo, esto es lo que ocurrió en los últimos antecedentes de ciclos con “Niños fuertes”: 1972/73, 1982/83 y 1997/98; y también es lo que indican los modelos dinámicos que analizan la situación de los distintos océanos. “El Niño fuerte ya finalizó y no hay indicaciones de un invierno muy marcado”, señaló el experto.

Niña primaveral

Concretamente, los modelos globales indican un período junio-agosto de neutro a deficitario en agua, pero dentro de los parámetros máximos y mínimos de normalidad climática. A partir de septiembre, “hay una probabilidad del 70 por ciento de una transición hacia una fase de Niña en la primavera”, completó el experto.

“Lo que se espera luego de este Niño fuerte es un año o neutro o de Niña débil. En términos de precipitaciones, esto significaría para la próxima campaña agrícola condiciones de normales a, eventualmente, de lluvias deficitarias o por debajo de lo normal en algún sector localizado de las regiones productivas argentinas”, puntualizó.

Para el climatólogo, es de esperar además un “patrón de lluvias más locales e irregulares en relación con lo que sucede en un año Niño”.

Recomendaciones

Una consecuencia directa de esta situación es que se pueden ampliar los días entre lluvia y lluvia, un aspecto fundamental para definir las estrategias de manejo y toma de decisiones productivas. Otro factor clave es que habrá buena disponibilidad de agua hasta el inicio de la primavera, pero luego algunas zonas comenzarían a ser deficitarias.

“Estamos sesgados por la memoria de corto plazo de una campaña extremadamente llovedora y con inundaciones, pero hay que pensar en conservar el agua en el suelo, porque podría ser una limitante para la nueva campaña”, recomendó Mércuri.

En resumen, la previsión del especialista del Inta para la campaña 2016/17 es que no habrá riesgo de lluvias extremas ni tampoco de una sequía. Por lo tanto, consideró que es un ciclo para pasar de las decisiones “rápidas” de los años Niño –motivadas por el poco tiempo para pensar entre lluvia y lluvia–, a las decisiones “pensadas”. “Este año se puede proyectar, porque el riesgo climático no es tan alto”, concluyó.
Largo plazo, pro soja

En tanto, Mércuri repitió en Agroactiva una consigna que ya había formulado en la jornada de Agrovoz: que levanten la mano quienes están más preocupados por el corto plazo (los próximos días), el mediano plazo (los próximos meses) o el largo plazo (los próximos años). El resultado fue el mismo: la amplia mayoría eligió el mediano plazo, que en este caso significa la próxima campaña.

Sin embargo, para Mércuri el largo plazo también debería concentrar una gran atención, porque representa el futuro productivo de las próximas generaciones. Y, en ese sentido, considera que las noticias son buenas. “Desde el punto de vista productivo, el cambio climático no es catastrófico. Por el contrario, las perspectivas son buenas”, precisó el especialista.

Pensando en los próximos 50 años, dijo que los modelos de predicción globales indican que las lluvias tenderán a concentrarse más hacia el verano que en el invierno, lo que “favorecerá el cultivo de maíz y, fundamentalmente, el de soja”. De todos modos, aclaró que estas circunstancias se proyectan para las principales zonas agrícolas: es decir, el centro-norte del país. En cambio, las previsiones no son tan buenas hacia el oeste, donde predominan los cultivos vitivinícolas. “Allí tendrán que ser más eficientes en el uso del agua, porque se prevé una reducción en el nivel de precipitaciones”, indicó.