Cita en Berlín: sojeros globales, atentos al cambio argentino. Pablo Adreani

Entre los países productores de oleaginosas se analiza que el agro argentino volverá a ser competitivo.

Esta semana escribo mi columna desde Berlín, en la reunión anual de la que participan instituciones de los principales países productores de oleaginosos (IOPD, Dialogo Internacional de Procesadores de Oleaginosos) y de los países productores de soja (Isga, Alianza Internacional de Productores de Soja). A la Isga la integran instituciones tales como Aacrea, Aapresid y Acsoja por parte de Argentina; Aprosoja de Brasil; APS y Capeco de Paraguay; MTO y Cámara de Exportadores de Uruguay; Ussec de los Estados Unidos, y Asociación de Productores de Soja de Canadá.

En casi todos los países, destacan la preocupación por el fuerte incremento que han tenido los costos de producción en el caso específico de la soja. El comentario y sorpresa general han sido los fuertes cambios que se han producido en la Argentina, y la presunción de que nuestro país volverá a ser competitivo y a participar más activamente en el comercio global.

Los cambios que se han producido en nuestro país, anunciados y prometidos en campaña y cumplidos a partir del pasado 10 de diciembre, todavía no se han evaluado, cuantificado y reconocido en su real magnitud. En primer lugar, se destaca el valor de la palabra: el Presidente cumplió lo que prometió, algo que en el campo se ha ido perdiendo. Las cosas por su nombre, a punto tal de que hoy el productor argentino sigue produciendo soja y trigo a partir del uso del 70 por ciento de bolsa blanca (bien la podemos llamar “bolsa trucha”) y aún se resiste a pagar por la tecnología. En segundo lugar, y tal vez lo más importante desde el punto de vista del sector, los cambios tendrán un fuerte impacto en el futuro desarrollo de los agronegocios y es muy probable que serán recordados como el momento a partir del cual la Argentina se vuelve a integrar al mundo luego de 10 años de hibernación.

No hace mucho tiempo, nuestro país formaba parte del selecto grupo de los “top five”; durante décadas fuimos socios del club que lo integran los cinco principales países exportadores de alimentos del mundo. Y ahora es el momento de volver a integrar el club, luego de los peores 10 años en la historia contemporánea de nuestro país, y para el sector agropecuario.

Mejor renta

En esta cosecha, el productor está logrando la mayor rentabilidad de la última década, en el caso de trigo, maíz y girasol, que hoy no tienen retenciones. A partir del momento en que el Gobierno eliminó las retenciones y los ROE –lo que permitió la exportación sin restricciones de trigo y el maíz–, ambos productos tuvieron una suba de 100 dólares por tonelada. Los astros se alinearon a favor de los productores argentinos, pues la suba coincidió con un pronóstico de clima seco y caluroso para los Estados Unidos para fines del verano, hecho que impulso a los fondos a tomar posiciones compradas de soja en el mercado de Chicago.

Sequía, ¿ciencia ficción?

Estamos recién en la tercera semana de junio y el mercado ya se anticipa a una potencial sequía que se producirá en la segunda quincena de agosto; parece que estamos hablando de ciencia ficción. Sin embargo, así son los mercados; se mueven por expectativas y esto es lo que está sucediendo hoy. La pregunta del millón es qué sucede si la sequía no se produce (motivo para un futuro análisis).

Mientras tanto, se abre para nuestro país una oportunidad única; es el momento de retomar el sistema de rotaciones, como decía un productor de Marcos Juárez: “Ahora puedo volver a pensar en rotaciones a cinco años”. Todo un cambio con respecto a la última década, que se refleja en el aumento proyectado en 1,5 millones de hectáreas en trigo; de 1,5 millones de hectáreas para maíz y de 500 mil hectáreas más para girasol.

¿Menos área de soja?

Es muy probable que la superficie de soja 2016/17 se reduzca en forma significativa por primera vez en la última década. Las primeras proyecciones indican una reducción de 700 mil hectáreas, para llegar a 19,3 millones de hectáreas, un recorte del 3,5 por ciento.

Amenazas

Dentro de toda esta euforia positiva en función de los actuales precios, hay que considerar que existen todavía amenazas para el sistema productivo de nuestro país. Un dólar a 14 pesos y la estrategia del Banco Central de salir a comprar divisas para evitar que siga cayendo, debe llamar a la reflexión.

Ciertas opiniones indican que en los próximos dos a tres años el dólar seguirá atrasado. Y es aquí donde el productor tiene que cambiar su modelo de negocios y adaptarse a las nuevas reglas de juego y a los mensajes que el mercado va mostrando. Este nuevo modelo debe partir de la base que los costos de producción seguirán siendo altos, al menos para la próxima campaña.

También la realidad indica que no es momento de pagar más caros los arrendamientos; todo lo contrario, es momento de pagar menos o arreglar pagos a cosecha con porcentajes variables de acuerdo a rindes y a ingresos netos reales. Quien no lo entienda, correrá el riesgo de desaparecer como actor del negocio, pues una golondrina no hace verano.

*Indicadores agrícolas