La inundación reducirá la oferta. Ignacio Iriarte

 Un mercado que se sostiene por la fuerte caída de la oferta: a la retención en curso se le agrega ahora el efecto negativo de las inundaciones sobre la faena.
La exportación se mantiene en bajos volúmenes (siete a ocho por ciento de la demanda) y el consumo ya ha dado todo lo que podía dar, pero ante caídas tan drásticas de la faena reacciona de manera elástica: ante una caída adicional de la oferta de 10 a 12 por ciento, la demanda paga 10 a 15 por ciento más por el ganado y por la carne, pero no más. Hay un techo.
Después de dos años de clima favorable a la ganadería, fenómenos extremos vuelven a participar en la marcha del mercado ganadero y en la formación del precio de la hacienda.
Las inundaciones que se registran en las provincias de Córdoba, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos involucran a un stock ganadero –no todo afectado de la misma manera– del orden de las 12 millones de cabezas. En el corto plazo, los ganaderos han vendido todo lo que está gordo, a menudo a través de largos arreos.
En las primeras dos semanas de abril, lo que salía de esta zona inundada tenía grados satisfactorios de gordura. Pero más recientemente entre los novillos y vacas que se pueden sacar, prevalece la grasa 0 y 1, lo que marca que se están matando muchos animales que iban a estar listos más adelante.
Se registra mortandad de terneros, principalmente de parición de otoño, pero no se descarta que dado el deterioro creciente del stock que ha quedado sitiado por el agua, con enfermedades pulmonares y podales (podredumbre de pezuña) y pérdida de peso, la mortandad aumente en las próximas semanas.
Donde el agua ha bajado, el pasto está podrido y no volverá a crecer hasta bien entrada la primavera. En las lomas, se ha perdido una superficie enorme de alfalfa, que es la base forrajera que vuelve tan competitivos tanto al tambo como a la ganadería de carne en esta zona del país. Los caminos en su gran mayoría están intransitables y el deterioro de la hacienda es progresivo. Los feedlots cierran, se achican o sueltan parte de la hacienda, también con una mortandad considerable. Las pérdidas de la soja son enormes e impactan de lleno sobre miles de productores mixtos, que además tienen hacienda; el fracaso y la pérdida agrícola son de una magnitud nunca vista.
Mucha superficie con maíz y sorgo para silo no se ha podido picar y a muchos campos no se puede acceder para alimentar a la hacienda, que se hacina en las lomas rompiendo el campo. “En un radio de 300 kilómetros llovieron en los primeros veinte días de abril más de 600 milímetros. Está todo podrido”, nos dice un comprador de hacienda de Santa Fe. A los frigoríficos localizados en las zonas afectadas les cuesta conformar las faenas. Pero temen que más adelante, dentro de 20 a 40 días, cuando todo lo que estaba gordo o con media gordura deje de salir, se produzca un bache de oferta de ganado terminado que puede durar meses.
Todavía no ha comenzado el invierno y se cree que el mayor despoblamiento, mortandad y pérdida de estado del ganado se dará en los próximos meses. Estas inundaciones se dan en una zona que es una de las últimas reservas de novillos pesados del país. Por lo que no puede descartarse que la falta de materia prima resienta adicionalmente los embarques futuros al exterior.