Los granos escalaron
con fuerza en las primeras ruedas de la semana, aunque el viernes llegó
el derrumbe ante una pronunciada toma de ganancias. A lo largo de la
semana el mercado de Chicago marcó récords de volumen y operó con
elevada volatilidad. La soja y su harina lideraron el camino, en el
marco de enormes pérdidas productivas en Argentina. Si bien todavía no
se cuenta con números definitivos, distintas agencias de estimación
comenzaron a recortar sus previsiones. El dato oficial de producción del
Ministerio de Agroindustria cayó a 57,6 Mt desde 60,9 Mt proyectadas en
marzo. No se descartan mayores ajustes.
Los
futuros de soja y harina en Chicago encabezaron una pronunciada carrera
alcista que alcanzó al resto de los granos en los primeros tramos de la
semana, en un contexto de fuerte ingreso de fondos a los mercados de
commodities. El dólar continuó retrocediendo frente al resto de las
monedas, mientras que el petróleo y los fletes marítimos acompañaron a
la suba. Los mercados agrícolas fueron un capítulo más dentro una
tendencia general que también se observó en productos financieros, con
amplísima liquidez global y menor aversión al riesgo. Hay muy pocos
activos que desde principios de marzo no muestran retornos positivos
frente al dólar.
El rally de la oleaginosa se
caracteriza por un elevado componente especulativo. Esto se percibe en
el hecho de que los futuros no fueron acompañados por subas del mercado
físico en igual proporción, tanto en el interior norteamericano como a
nivel de primas FOB. Más aún, los gráficos muestran una tendencia cuya
pendiente supera ampliamente los 45 grados, inclinación que dejaría
tranquilos a los analistas técnicos. De hecho, el indicador «Relative
Strengh Index» (RSI) alcanzó el jueves niveles próximos a 85, cuando
marcas superiores a 70 denotan niveles de sobrecompra que suelen activar
órdenes de venta.
El mercado de Chicago batió
récords de volumen diario operado en futuros de soja en ruedas
consecutivas, denotando el gran interés que suscitó la operatoria y la
enorme masa de dinero que ingresó al mercado. La fuerza compradora
motorizó en gran medida las subas y propició una mayor volatilidad,
aunque dejando abierto un gran potencial de riesgo a futuro. En este
punto, cabe recodar un viejo axioma de la operatoria de los mercados:
para que los precios suban se necesita demanda genuina y compradores
agresivos, pero para que los precios bajen sólo es necesario dejar de
comprar. Es como si los mercados también estuviesen sujetos a la ley de
gravedad (en palabras de John Murphy, los mercados «tienden a caer por
su propio peso»).
Las ganancias del poroto
fueron en gran medida empujadas por la harina, ante evidencias de que el
crushing de Argentina durante el mes en curso quedará muy por debajo de
las expectativas iniciales, con posibilidad de verse afectado también
en mayo. Esto obedece al magro arribo de camiones durante las últimas
tres semanas a las plantas del Up River. La situación direcciona parte
de la demanda hacia Estados Unidos, aunque el FOB brasileño de pellets
48% pro muestra una ventaja de precio FOB frente al Golfo que puede ser
atractiva para los países importadores. El aceite, por su parte, no se
acopló del todo a las subas del complejo, incluso pese a que tanto el
petróleo como el aceite de palma en Malasia operaron mayormente en alza.
El
trigo también se sumó al listado de productos que marcó máximos en lo
que va del año, apoyado en coberturas de posiciones vendidas y mejores
posibilidades de colocación externa para Estados Unidos a medida que
aumentan las evidencias de caída en la producción en el hemisferio
norte. En la semana se conocieron nuevas proyecciones a la baja en
Canadá y Ucrania. Las exportaciones semanales reportadas por el USDA se
ubicaron por encima de las expectativas de los operadores, especialmente
en compromisos de la nueva cosecha. Sin embargo, en Argentina los
vaivenes externos siguen sin mover el amperímetro de la operatoria. El
cereal mantiene precios estables en torno a $ 2.100/ton en condiciones
Cámara y entre $ 2.500 y 2.700 por tonelada con estándares puntuales de
calidad. Una elevada proporción del saldo exportable ya se encuentra
comprometido: el jueves el Ministerio de Agroindustria aumentó su
estimación de ventas externas de la campaña a 7 Mt, mientras que las
DJVE superan las 6 Mt.
De
cara a las próximas semanas, la atención de los operadores locales se
concentrará en el restablecimiento del circuito logístico, virtualmente
frenado durante las primeras tres semanas del mes. Los puertos deben
acometer un programa de embarques realmente ambicioso a corto plazo,
para lo cual hay una enorme cantidad de barcos anclados en radas.
Solamente en la zona del Up River, la carga programada para las próximas
cuatro semanas asciende a 1,6 Mt de maíz y una cantidad similar de
harinas. En tanto, en los puertos del sur se destaca el volumen
programado de soja en grano, sin transformación industrial.
Pérdidas en soja, todavía difíciles de cuantificar
Luego
de tres semanas de inestabilidad persistente y freno casi total en los
trabajos de recolección de la zona núcleo, la lluvia dio una tregua en
los últimos días y de mantenerse las buenas condiciones pronto se podrá
ingresar a los campos para evaluar con mayor certeza el daño que dejó el
temporal. Las pérdidas son de dos tipos: en primer lugar, por caída de
los granos al suelo o pérdida de su peso, lo que obliga a ajustar las
previsiones de rendimiento. Pero además hay una extensa superficie del
centro del país que se mantiene bajo agua. La extensión es realmente
incierta ya que la cobertura de nubes ha dificultado la inspección a
través de imágenes satelitales.
El retraso en
los trabajos de recolección no tiene casi antecedentes. Se estima hasta
el 21 de abril la colecta de apenas el 15% del área proyectada, por
debajo del 44% reportado a la misma altura del año pasado y el 46%
promedio 2011-15. En términos absolutos, en las primeras tres semanas de
abril del año pasado las cosechadoras levantaron la producción de casi 7
M ha. Este año, en el mismo período sólo pudo trabajarse sobre 1,5 M
ha.
A
nivel nacional, el Ministerio de Agroindustria recortó el jueves su
estimación de producción en 3,3 Mt, esperando ahora un volumen de 57,6
Mt a nivel nacional. De concretarse, sería la segunda mayor cosecha de
la historia, luego del récord obtenido el año pasado. El organismo
ajustó la superficie inicialmente sembrada a la suba, pero ahora
reconoce pérdidas de superficie por 1,3 M ha. Estas incluyen al 16% de
lo sembrado en Santa Fe y el 15% de Entre Ríos. Cabe señalar que si bien
se calcula una disminución interanual en la producción de 3,8 Mt, el
diferencial de stocks al inicio es favorable en 2,9 Mt. Esto permite
estabilizar la oferta disponible para atender los consumos de la
campaña.
En tanto, para la zona núcleo GEA –
Guía Estratégica para el Agro estimó una pérdida de cosecha cercana a 2
Mt, un volumen cercano al 10% del total. Sobre la superficie que todavía
resta levantar –alrededor del 60% del área implantada- las pérdidas de
rinde promedian 5 qq/ha. A esto debe agregarse el enorme deterioro de la
calidad comercial, ante la proliferación de granos dañados, brotados y
con otros defectos. Esto golpearía negativamente al ingreso del
productor, de por sí castigado por la necesidad de afrontar gastos de
secada o almacenaje en bolsa por la imposibilidad de salir de los
campos.
Al quebranto productivo que se
manifiesta en la zona núcleo corresponde sumar las pérdidas verificadas
en el centro y norte de la provincia de Santa Fe, gran parte de Entre
Ríos, el centro-este cordobés y zonas puntuales de Buenos Aires y La
Pampa. La campaña había tenido sus altibajos, como calores extremos en
enero o falta de agua hacia la franja del este, pero se encaminaba a
cerrar con números favorables en términos generales. Sin embargo, a
pocos días de la trilla se produjo la destrucción de una enorme
proporción de la producción, lo que ocasionó pérdidas millonarias. Esto
es algo inédito en las más de cuatro décadas de historia del cultivo de
soja en Argentina.
¿Qué está pasando con el maíz?
Llama
la atención que el cereal forrajero haya podido acoplarse a las subas
agresivas de la soja, habida cuenta de que la producción en riesgo en
Argentina es minoritaria y la siembra norteamericana progresa a todo
vapor, esperándose un sustancial aumento en la superficie. El USDA
informó el lunes que el avance de la implantación, algo en ocasiones
problemático debido a la acotada ventana del hemisferio norte, logró
llegar al 13% de la superficie hasta el fin de semana pasado. En los
días posteriores las condiciones climáticas fueron favorables para
continuar los trabajos. Los futuros del cereal alcanzaron máximos de
seis meses en la rueda del miércoles, aunque luego se vieron afectados
por una toma de ganancias.
En este producto,
buena parte de las subas se apoyan en el reciente fortalecimiento de la
demanda. El ritmo de exportaciones de Estados Unidos comenzó a repuntar,
permitiendo sostener las proyecciones trazadas para la campaña pese al
rezago que continúa observándose frente a años anteriores. La demanda
del interior norteamericano, en cambio, luce algo más débil. El ritmo de
producción de etanol –a cargo de unas 200 plantas- ha caído y se
encuentra un 5% por debajo del nivel de marzo, mientras que el consumo
de explotaciones avícolas y porcinas continúa retraído ante la amplia
disponibilidad de sustitutos. Cabe recordar que el USDA estimó el salto
interanual en el inventario físico de sorgo al 1 de marzo en 68%, con
aumentos del 27 y 16% para avena y cebada, respectivamente.
Pero
la recuperación del precio internacional se apoya en buena medida en la
difícil situación que se vive en Brasil, con buena parte del área
maicera en riesgo si no se producen lluvias significativas en las
próximas dos semanas. Las agencias de estimación han comenzado a
disminuir sus proyecciones de cosecha, con ajustes entre 2 y 3 Mt en la
safrinha y la necesidad de monitorear de cerca el estado de situación en
los principales estados. Este escenario contrasta en gran medida con el
de los últimos años, en los que el maíz tardío o de segunda brasileño
arrojó excelentes resultados incluso a pesar de sembrarse por fuera de
la ventana óptima de febrero. Desde septiembre pasado Brasil ha sido el
mayor exportador mundial del cereal, con casi 32 Mt embarcadas, a razón
de 4,6 Mt mensuales.
Ante
el bajísimo stock disponible del cereal en el mercado interno y las
perspectivas a la baja en los números de cosecha, el temor a un mayor
incremento de los precios condujo al gobierno a impulsar la suspensión
por 180 días del arancel externo común (AEC) del Mercosur, que grava con
10% las importaciones cerealeras de afuera del bloque. La medida se
limita a un máximo de un millón de toneladas, que en buena medida serán
adquiridas a Estados Unidos por los consumos de la zona noreste. Si bien
la ventaja en precio no luce tan grande en comparación con el maíz de
origen en Argentina o Paraguay, la diferencia pasa por el volumen de
mercadería que puede adquirirse sin ejercer presión alcista sobre las
cotizaciones.