El contexto local ante la lucha por área y el mercado climático de EEUU. Enrique Erize

Un ciclo difícil el 2015/16 para el farmer estadounidense, que vio complicarse su ecuación económica en forma considerable ante precios que continuaron derrapando y alejándose de los “picos” que supimos conseguir entre 2012 y 2014. El productor argentino, en cambio, se ha visto beneficiado por un cambio sustantivo en las políticas oficiales hacia el sector. En trigo y maíz los números cambiaron mucho y para bien. El girasol, por su parte, pasó de ser casi una “curiosidad botánica” a ser la vedette del año. La soja, en cambio, ha resultado ser la de escenario más complejo, toda vez que la reducción en los derechos de exportación de la oleaginosa resultó ser muy modesta. Así las cosas, ¿cómo debe actuar el productor? En nuestra opinión, el planteo tiene dos respuestas. Para quienes “deben” vender en plena cosecha (abril/junio) podría afirmarse que el nivel actual de las cotizaciones es “lo que hay”. En los próximos meses la oferta se hará abundante y la industria local intentará sacar provecho de ello trabajando a paridad de exportación (del poroto). Para quienes pueden esperar, las cosas pueden cambiar. Es habitual que en el último trimestre de cada año las fábricas reconozcan la paridad industrial e incluso comiencen a trabajar a contramargen.

Pero es importante reconocer que estamos ya ingresando en el habitual “weather market” (mercado climático) de cada temporada. Teniendo en cuenta que “Chicago queda en EE.UU.”, es inevitable que los precios en dicha plaza comiencen a operar en función del probable balance de oferta y demanda estadounidense para el nuevo ciclo. En consecuencia, es necesario superar varias aduanas. En primer lugar, la aduana de la siembra en el período abril/mayo para el maíz y en mayo/junio para la soja. Luego, el nacimiento y evolución de los cultivos. Posteriormente, la aduana más compleja, que es la floración de los maíces en julio y el llenado del grano en el caso de la soja en agosto. En esos momentos la plaza suele alcanzar su máxima volatilidad. Ya el USDA en su reporte de anteayer sorprendió a la plaza con un aumento en el área proyectada de maíz del ciclo 2016/17 superior al esperado en EE.UU.. En tal sentido, siendo Chicago un mercado tan expuesto al accionar especulativo de los fondos de inversión, la reacción de los precios fue muy negativa para el forrajero. A partir de ahora, las cotizaciones en Chicago comenzarán a moverse al compás de las predicciones climáticas de los especialistas y la impronta especulativa de los fondos de inversión. La moneda está en el aire. A pesar de que llevamos tres campañas consecutivas de superávit entre producción y consumo a nivel global en cereales y oleaginosas, no hay espacio para sorpresas. La demanda continúa traccionando y “obligando” a la oferta a no aflojar. Ante semejante contexto, la consigna para el productor argentino es mantenerse informado y utilizar la herramienta que brindan los Mercados de Futuros y de Opciones sobre Futuros para defender su patrimonio e independizar dicho objetivo del manejo físico y financiero de su producción.