Los granjeros se ahogan en la burbuja del cerdo. Diario El País de España

De nada le sirven a Amador Braojos las buenas noticias que de vez en cuando salen en torno al sector del cerdo. De hecho, que España se haya convertido, superando a Alemania, en el primer productor europeo de porcino blanco le sume todavía más en la desesperación, porque es el exceso de carne en el mercado, en España y en todo el mundo, lo que está arruinando su granja. Como hay tanta oferta, los precios han bajado de tal modo que están muy por debajo de lo que le cuesta criar a los animales. “El coste de un cerdo de 100 kilos es 105-110 euros y estamos cobrando 84-85. En esta situación llevamos, así tan grave, desde octubre, noviembre... Y lo que se prevé para este año es todavía peor de lo que hemos vivido el año pasado”, explica Braojos.
Amador y su hermano Mariano continuaron al volver de la mili con el negocio de los cerdos que había empezado su padre en Gálvez, en la provincia de Toledo. Con los altos y bajos que siempre se suceden en su sector, no les había ido mal hasta ahora y, con los hijos de ambos ya en la granja, llegaron a tener unas 700 madres (las que tienen cochinillos, así se cuenta las explotaciones productoras en el sector). Pero ahora están cerrando una de sus dos explotaciones, con 300 cerdas, para concentrarse en las 400 restantes. “Estábamos intentando mantenerlas y pedimos información, a ver qué podía pasar este año, y después de visto lo que se oye, pues mejor, antes de que nos arruinemos, reducir cabaña”, explica Braojos.

No es el único. Román Santalla, responsable de Ganadería de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), habla de una situación límite para cientos de granjas (hay más de 87.556 en toda España y dan trabajo a unas 200.000 personas), muchas de las cuales están reduciendo cabezas o, directamente, al borde del cierre. “Con cada tráiler que envían al matadero, pueden estar perdiendo 60.000 euros. En estos momentos, cuanto más produces más te arruinas”, explica Santalla.
En otros puntos de Europa, en Inglaterra, Francia o Alemania, también se están cerrando granjas. La razón es la misma: los precios altos en 2013 y la mitad de 2014 impulsaron la producción hasta tal punto que se inundó el mercado (se pasó de 115 millones de toneladas a casi 120 en todo el mundo), y eso acabó bajando los precios. En Europa, además, la demanda ha bajado significativamente por culpa del veto ruso desde agosto de 2014 a la importación de productos frescos de la UE. En 2013, fueron un cuarto de las exportaciones europeas de cerdo; para España, un 17% de sus envíos fuera de la UE, es de decir, algo más 48.800 toneladas.
En ese contexto, la mayor parte de los países europeos ha reducido su censo en 2015 (Alemania hasta un 2,8%) o, como mucho, la han mantenido. Pero en España creció un 6,8% hasta los 28,37 millones de cerdos, desbancando a Alemania como primer productor del continente. Y la tendencia parece seguir a pesar de l adverso escenario de precios, algo que no alcanza a entender Amador Braojos. “Aquí muy cerca [de su granja en Gálvez, Toledo] hay dos proyectos con 3.000 cabezas cada uno”.

En la última década, España estuvo sumida en un proceso de adaptación a las nuevas tecnologías y modos de trabajo y, después, a la normativa europea que supuso un descenso del número de explotaciones. Así que, cuando llegó la época expansiva, el aumento de censo no se produjo con el aumento del censo en las granjas ya existentes, sino construyendo más granjas, “con ladrillo”, explica Miguel Ángel Higuera, director de la Asociación Nacional de Productores de Ganado Porcino (ANPROGAPOR). “Cuando abres una granja, no piensas a un año vista, sino a 30. Y una vez que tienes el proyecto en marcha, tienes que meter cerdos, aunque sea para perder, porque si no vas a perder mucho más”, añade Higuera. El experto británico en mercado porcino Stephen Howarth añade además que España, a diferencia del resto, tiene una buena parte del mercado (entre el 55% y el 60%) está integrado. Esto significa que las granjas son propiedad de empresas que además tienen fábricas de piensos y mataderos, lo que da más margen, aunque Higuera asegura que estas también los están pasando mal.
En el caso de la granja de Braojos, la familia aguanta (tienen algo de cría de aves y también cultivan cereal), pero Amador se encoje de hombros cuando se le pregunta cuánto podrá aguantar con precios tan bajos. De momento, a su alrededor ya hay tres familias damnificadas de la crisis, la de las tres personas que hasta hace muy poco trabajaban con ellos.