Las polémicas y los desafíos de la plaza triguera. Enrique Erize

Finalmente, la plaza triguera local convalidó las expectativas de quienes pensábamos que la mejor opción era esperar y no apresurarse para vender. Incluso financiándose a tasas muy elevadas. La cuestión es sencilla. El productor argentino de trigo viene de sufrir diez (si, diez) campañas de mercados intervenidos y desnaturalizados por la administración anterior. Con la absurda excusa de defender la “mesa de los argentinos” y con la inexplicable complicidad de actores internos de la cadena, la política oficial derivó en un ritmo de ventas muy concentrado en épocas de cosecha (ante el riesgo de cierre de exportaciones para “asegurar el abastecimiento interno”) e impidió -sistemáticamente- que las cotizaciones pudieran reflejar las ventajas competitivas derivadas del arancel del Mercosur para nuestro trigo en Brasil. En otras palabras, vendíamos el trigo en el período enero/mayo compitiendo en el norte de África, Medio Oriente y Asia con verdaderos profesionales en la materia como U.E., EE.UU., Canadá y Australia, o con países muy agresivos en materia de precios como los del Mar Negro (Rusia, Ucrania, Kazajstán) y luego cerrábamos las exportaciones cuando Brasil salía al mercado. Créase o no, fue así. A pesar de ello, no pudieron impedir que el pan en la mesa de los argentinos en la “crisis” del 2013 escalara de $2,50 el kg a casi diez veces más hoy. Un error de cálculo del entonces Secretario de Comercio generó una explosión momentánea y puntual en los valores del trigo que, sin embargo, se trasladó al precio del producto final hasta nuestros días. Inexplicable. Mientras tanto, es importante resaltar que, ante un consumo interno que se mantiene prácticamente inalterable en el orden de las 6 MMT (millones de toneladas métricas) anuales, la capacidad de molienda en nuestro país había crecido de 4 MMT a 6 MMT entre 1960 y 2005. Sin embargo, entre 2005 y 2010 se incrementó a ¡¡¡12 MMT!!! Es obvio que algunos pensaron que las ventajas oficiales continuarían. Hoy, las cosas han vuelto a la normalidad. Pero el hecho de que la capacidad instalada duplique al consumo interno es un verdadero problema nacional. ¿Quién se hace cargo de ello? Todos queremos una industria molinera fuerte, pujante, viable y competitiva. Pero las consecuencias de la herencia recibida en este tema son un verdadero desafío para las nuevas autoridades y los integrantes de la cadena comercial. “Mayor valor agregado…” pontifica el Presidente. A trabajar con mucha información, conocimiento e ingenio es la consigna para el futuro del sector.

Así las cosas y para el presente ciclo, la nueva administración no sólo redujo a cero los derechos de exportación sino que también eliminó la Resolución 543 (Roe´s). Sabiendo que no habrá limitaciones ni trabas en la operatoria, el productor puede manejar sus tiempos y quienes han podido o han sabido esperar seguramente se verán beneficiados. Si bien una significativa proporción de las existencias en el mercado son de calidad forrajera, es altamente probable que los trigos aptos para panadería vean nuevas mejoras en sus cotizaciones en un corto plazo. Las variedades de calidad pueden aspirar, en nuestra opinión, a valores cómodamente por encima de los $/Ton.3000/ton. Para destacar, la decisión de las autoridades del sector de limitar a 45 días el plazo de embarque para las declaraciones de venta por parte de los exportadores. Nuestro apoyo a la medida, más allá de las críticas. Es cierto que ello conspiró contra un mercado de mayor fluidez y volumen, pero también es cierto que ello ha impedido que se vendiera un mayor porcentaje de la cosecha a valores inferiores a los que se van a verificar cuando los molinos brasileños tengan mayor presencia y vengan a nuestro país por sus necesidades aún insatisfechas. Sin dicha limitación, el productor hubiera sido víctima del efecto “encandilamiento” generado por la fuerte suba en pesos del cereal. Luego de “no poder vender” siquiera a $/Ton.900, se encontró con $/Ton.1800/2000. Pero aspirar a un FOB por encima de u$s/Ton.200 no es disparatado para mercadería de calidad razonable y apta para la industria.