La exportación sigue sin arrancar. Ignacio Iriarte

En el cuatrimestre noviembre 2015 y febrero pasado, la faena ha caído un cinco por ciento con respecto a iguales meses del 2014/15.

Durante la primavera pasada, la retención era de naturaleza estacional y se originaba también en los cambios inminentes en la política cambiaria. Hoy la retención parece más sólida, más propia de un cambio de expectativas que de una especulación coyuntural.

El consumo sigue siendo entre 92 y 93 por ciento de la demanda, ubicándose hoy en unos 55 a 56 kilos per cápita , unos cuatro a cinco kilos por debajo de un año atrás.

La exportación sigue sin arrancar: en enero se habrían embarcado unas 19 mil toneladas, pero buena parte de este volumen correspondería a exportaciones retenidas de semanas anteriores a la espera de la devaluación y de la quita de retenciones. Pese a que la mejora en el tipo de cambio para la carne ya supera el 90 por ciento, no se observa por ahora grandes cambios ni en el volumen embarcado, ni en la faena de las plantas llamadas “exportadoras”.

Hay muy poco novillo pesado –acá habría cierta retención estacional– y poca vaca, cuya oferta se ubica un siete a 10 por ciento por debajo de un año atrás.

Desde principios de noviembre pasado, cuando se inicia el proceso de cambio de precios relativos en la economía, la devaluación para el sector ha sido del 90 por ciento y la suba del novillito en Liniers del 26 por ciento. Por lo que estamos lejos de asistir a una transferencia masiva de recursos a favor de los ganaderos. La devaluación ha permitido a la exportación salir de la situación más difícil de los últimos años y recomponer su rentabilidad, pero el efecto benéfico no se ha podido extender a toda la ganadería: las ventas al exterior representan en la actualidad sólo siete por ciento de la demanda.

La fuerte mejora en el poder de compra de la exportación ha permitido que el valor pagado por kilo por los novillos pesados reduzca la brecha que tenía hasta hace pocas semanas con lo que se pagaba por un novillo liviano o un novillito.

Continuando una tendencia iniciada el año pasado, y acentuada ahora con el encarecimiento del valor del maíz, todas las categorías de hacienda vienen algo más pesadas, lo que ha llevado a una estimación oficial de 227 kilos por animal faenado. Sin embargo, no hay todavía un cambio significativo en el perfil de la oferta ni un volumen mayor de oferta de novillos pesados.

Acelerar el engorde de un novillo de más de 400 kilos con maíz, como se hacía hasta hace poco, se ha vuelto prohibitivo, y hacerlo a pasto lleva tiempo y aguante financiero. Los engordes se harán más largos, con más pasto y menos grano, pero pasarán varios meses antes que veamos en la faena menos terneros y novillitos y más novillos pesados”. Por ahora, entonces, solo hay una caída moderada en la oferta ganadera, por retención de hembras, y una caída casi proporcional en el consumo interno. La exportación sigue en niveles bajos, pero no se descarta que con los próximos meses se combine un consumo muy débil con una exportación con un poder de compra en alza. Además de que una creciente cantidad de cortes que hasta hace semanas se destinaban al consumo, porque los pagaba mejor, ahora se destinen a exportación. Todo dependerá en gran medida de la tasa de devaluación de acá en más.