Dos medidas de la
pérdida de competitividad en la arena global. ¿Lo peor? La inflación, la
falta de estabilidad, la presión fiscal, las regulaciones, el
financiamiento, los costos laborales y burocráticos. ¿Lo mejor? La
educación superior y de la fuerza laboral, instituciones de
investigación y desarrollo científico.
En
tiempos de transición, con un gobierno recién arribado -tres meses de
gestión- y enfrentando un panorama económico turbulento, siempre resulta
interesante mirar con atención algunos indicadores para saber de dónde
venimos y tratar de descubrir hacia dónde vamos.
Tal
vez uno de los indicadores más interesantes sea el de la competitividad
de un país, expresión para la cual existen muchas definiciones, pero
que podría centrarse en la habilidad que tiene un país en crear,
producir, distribuir productos y desarrollar servicios en la arena
internacional obteniendo por ello una creciente rentabilidad. Ese
crecimiento de la productividad del país obviamente está relacionado con
cuestiones de nivel macro y micro. Y, aunque parezca superfluo
mencionarlo, la realidad de este mundo globalizado torna más evidente el
concepto de que un país no puede ser internacionalmente competitivo en
absolutamente todos los productos y servicios. Un país, sin embargo, sí
puede tener ventajas comparativas en ciertos productos y el desempeño de
sus empresas y de sus industrias juega un papel fundamental en lo que
se refiere a qué tan competitivos son esos productos en el comercio
global. Para eso, a su vez, tanto las industrias, como las empresas,
deben tener la posibilidad de aumentar los niveles de bienestar y de
ingreso mientras crean productos y servicios en la medida que el acceso
al mercado internacional se dé bajo crecientes condiciones de apertura.
De
los distintos métodos de medir la competitividad internacional de un
país, los más conocidos surgen de los indicadores de dos organizaciones:
el World Economic Forum (WEF) y el Institute for Management Development
(IMD), conocida escuela de negocios internacional para la formación de
dirigentes. Debido a que tienen diferentes definiciones e indicadores
puntuales, métodos de medición y procesamiento y fuentes para la
consulta o la encuesta, las escalas de competitividad difieren entre
sí.
Sin importar esas diferencias, los
indicadores de ambas organizaciones muestran que Argentina ha venido
descendiendo de sus puestos precedentes en los rankings que los
componen; tal como puede apreciarse en las infografías adjuntas.
En el caso del índice de competitividad que elabora el World Economic Forum,
y que publicara en septiembre del año pasado, se basa en las mediciones
de 119 variables en 140 países. Estas variables se agrupan en 12
pilares que responden a los tres factores que los especialistas del WEF
consideran que son claves para distintas etapas de desarrollo: 1) los
básicos para una economía impulsada por los factores; 2) los mejoradores
de la eficiencia; y 3) los vinculados a la innovación y la
sofisticación. Dentro de los requerimientos básicos estarán los pilares
instituciones, infraestructura, marco macroeconómico y salud y educación
básica.
Lo interesante de este trabajo es la
percepción que tienen los encuestados respecto de cuáles son los
factores que mayores problemas provocan a la hora de hacer negocios en
Argentina; inflación, regulaciones sobre la compra venta de moneda
extranjera, el acceso al financiamiento, el nivel de la presión fiscal y
la corrupción. No extraña que la inflación esté al tope de la lista,
desde el momento que la tasa anualizada de inflación en Argentina cruzó a
los dos dígitos en febrero de 2008, ha estado por encima del 20% desde
febrero de 2010 y casi cómodamente instalada por encima del 25% anual
desde septiembre de 2013. Se recuerda que en diciembre de 2002 se llegó a
una variación anualizada de 40,9% en el índice de costo de vida del
INDEC; el siguiente pico, ya con mediciones no nacionales, se produjo en
agosto de 2014 con 39,8%. Con los números conocidos de febrero de la
Dirección General de Estadísticas y Censo de CABA, la variación anual de
costo de vida está en el 32,9%. Por otros indicadores extraoficiales,
sería de 33,7%.
Volviendo
al trabajo del 2015/2016 del WEF, los indicadores para Argentina que
muestran niveles peores que el conjunto de las naciones de Latinoamérica
y Caribe están relacionados con instituciones, desarrollo de mercado
financiero, eficiencia del mercado laboral, eficiencia del mercado de
productos y macroeconomía. Ahora bien, sin entrar a comparar con la
región, y ordenando de peor a mejor según el valor del indicador,
tenemos:
• El desarrollo del mercado financiero (disponibilidad de servicios financieros, fácil acceso a préstamos, etc.). El indicador arroja 2,8 y Argentina se ubica en el puesto 132.
• Las instituciones (derechos
de propiedad, protección intelectual, confianza en el sector político,
desviación de fondos públicos, independencia judicial, favoritismo en
decisiones de funcionarios oficiales, comportamiento ético de las
firmas, protección del interés de los inversores minoritarios, etc.). El
indicador arroja 2,9, cuando el punto óptimo es 7 y Argentina se ubica en el puesto 135 sobre un total de 140 países.
• La eficiencia del mercado de productos
(tiempo y cantidad de procedimientos para la instalación de un negocio,
prevalencia de barreras no arancelarias, costos de la política
agrícola, burocracia de los procedimientos aduaneros, la relación
importciones/PBI, nivel de los aranceles comerciales, etc.). El
indicador arroja 3,1 y el país se encuentra ubicado en el puesto 138 del ranking.
• La eficiencia del mercado laboral
(flexibilidad en la determinación de remuneraciones, prácticas para la
contratación y el despido, efectos de las cargas laborales sobre los
incentivos para trabajar, capacidad del país para atraer talento, pago y
productividad, etc.). El indicador arroja 3,1 y el país se encuentra ubicado en el penúltimo puesto de la tabla, 139.
• La innovación (capacidad
para la innovación, calidad de las instituciones científicas de
investigación, gastos en I&D en las empresas, colaboración en
I&D universidad-industria, disponibilidad de científicos e
ingenieros, etc.). Aquí encontramos que en calidad de las instituciones
de investigación científica, Argentina se despega de los últimos puestos
de la tabla (38 en el ranking). El indicador arroja 3,1 y el país se encuentra ubicado en el puesto 93.
• La infraestructura (calidad
de la misma en general, y de las rutas y caminos, ferrocarriles,
puertos y aeropuertos en particular, calidad de la oferta de
electricidad, cuentas de telefonía móvil, líneas de telefonía fijas,
etc.). El indicador arroja 3,6 y el país se encuentra ubicado en el penúltimo puesto de la tabla, 87.
• La sofisticación en los negocios. El indicador arroja 3,6 y el país se encuentra en el lugar 101.
• La preparación tecnológica. El indicador arroja 3,9 y el país se encuentra en el lugar 69.
• El marco macroeconómico. El indicador arroja 4,1 y el país se encuentra en el lugar 114.
• Educación superior y capacitación. El indicador arroja 4,9 y el país se encuentra en el lugar 39.
• El tamaño del mercado. El indicador arroja 5,0 y el país se encuentra en el lugar 27.
• Salud y educación básica. El indicador arroja 5,8 y el país se encuentra en el lugar 68.
El
anuario sobre competitividad de los países que publica el IMD durante
mayo surge de la medición de 342 variables en 61 países. Esas variables
son agrupadas en 20 temas, los cuales son reagrupados de a cinco en
cuatro grandes sectores: desempeño económico, eficiencia gubernamental,
eficiencia para los negocios e infraestructura. Así, por ejemplo, en
desempeño económico vamos a encontrar precios, empleo, inversiones
internacionales, comercio internacional y economía doméstica.
A
diferencia del anterior indicador, IMD sólo posiciona al país en un
ranking de acuerdo con los resultados que se recogen para las distintas
variables. Considerando que el ranking está conformado por 61 países,
Argentina mostró un desempeño que la dejó en el puesto 59 en la medición
publicada en 2015 y quedando como desafíos para ese año que ya se fue:
la remoción de aquellas regulaciones (cuotas y controles burocráticos)
que desalientan exportaciones e importaciones; la mejora de la
transparencia y la calidad de la información económica; el retorno a los
mercados de crédito y la reapertura de fuentes para el financiamiento
público; la mejora del diseño de la red de seguridad social y la
reducción de los costos burocráticos y monetarios en la creación de
puestos de trabajo.
Es decir que en el puesto 1
está EE.UU. como el más competitivo y en el último puesto está
Venezuela como el menos competitivo. ¿Siendo 61 países, quiénes estaban
peor que Argentina en esta tabla de indicadores de competitividad?
Ucrania, con el puesto 60 y, como ya lo dijimos, Venezuela en el puesto
61.
Si se miran los indicadores parciales, se podrá apreciar la siguiente variación, de un año a otro:
• Desempeño económico.
Argentina pasó del puesto 50 a 56. De los subfactores cayeron economía
doméstica (ya que se pasó del puesto 39 al 48); inversión internacional
(de 37 a 53); empleo (de 36 a 40); y se percibieron mejoras entre el
ranking del 2014 y el 2015 en comercio internacional (58 a 57); precios
(44 a 43).
• Eficiencia gubernamental.
Se pasó al final de la tabla; 60 a 61, con desmejoras en el marco
institucional, legislación para los negocios, marco societario y
política fiscal.
• Eficiencia para los negocios.
También un descenso del puesto 57 a 58 en el ranking de 61 países. El
descenso más brusco de los sub factores fue el financiero (55 a 60).
• Infraestructura.
Allí se produjo una mejora ya que se subió del puesto 53 a 51,
contribuyendo a ello el sub factor educación y salud y medio ambiente.
Después en lo que hace a infraestructura básica, tecnológica y
científica los números desmejoraron.
A
diferencia del informe de WEF, el IMD busca la percepción positiva entre
los encuestados (ver la segunda infografía). Para ello proporciona una
lista de 15 indicadores para que los encuestados seleccionen cuáles son
los 5 que perciben como los factores claves atractivos de las economías
en sus países. Para la Argentina, se destacan, entre otras, la
preparación de la fuerza de trabajo, el alto nivel de la educación, las
actitudes abiertas y positivas y el dinamismo de la economía. Si algo
puede decirse de la economía Argentina es que no le falta dinamismo, o
como subtitularía el economista Juan Carlos De Pablo en su libro “200
años de economía argentina”, “Nunca un momento aburrido”.