De exportadores a proveedores internos. Ignacio Iriarte

Los frigoríficos no tienen apuro por colocar embarques en el exterior. Prefieren mantener su fuerte posicionamiento en el consumo doméstico.


La pregunta es: ¿por qué no arranca la exportación? Primero y fundamental porque hay una caída –que viene de meses atrás– en la disponibilidad de novillos pesados y también de vacas, cuya oferta cayó 10 por ciento en el trimestre noviembre-enero. Es como reflejo de la fase de retención de vientres en la que hemos entrado.

En los últimos años, la mayoría de los frigoríficos exportadores se han adaptado para sobrevivir al consumo interno y, hoy por hoy, el mercado local todavía paga mejor que el alicaído mercado internacional. Un exportador nos dice: “En los últimos años hemos descubierto las enormes oportunidades que ofrece el mercado interno, y ahora no queremos abandonar, de un día para el otro, las posiciones ganadas. Nuestros ingresos por venta de subproductos han mejorado 55 por ciento en pocas semanas, y lo poco que vendemos al mercado externo se ha beneficiado con un tipo de cambio mejorado en un 75. Pero hoy el mercado local mejora los precios que nos puede pagar Chile, China o Rusia. Vamos a incrementar la faena y la exportación muy lentamente, y en la medida que haya hacienda disponible y que los negocios con el exterior cierren. En las últimas semanas, recién con la suba del dólar de 13,50 a 15,50 pesos hay varios negocios de exportación que empiezan a cerrar, por ejemplo a China”.

Así las cosas, la exportación no quiere salir de su “zona de confort”; no quiere por ahora incrementar las faenas ni las ventas al exterior, y no quiere presionar con una mayor demanda sobre una oferta de novillos y vacas muy reducida. La devaluación ha permitido bajar el precio de la materia prima (el novillo) de 5,50 dólares en gancho a principios de diciembre a 3,10 en la actualidad. Pero este valor se ubica todavía bien por encima de nuestros competidores, como Uruguay (2,90), Brasil (2,35) o Paraguay (2,40), países que también han devaluado y que sufren más que nuestro país la caída de los precios internacionales.

Sobre una faena total que fue el año pasado de 12,4 millones de cabezas, los frigoríficos exportadores participaron con 2,8 millones de cabezas: 23 por ciento del total. Si a esta faena se le calcula un peso medio de 260 kilos (65 por ciento novillos y 35 de vacas), se puede estimar que estas 25 plantas exportadoras faenaron unas 700 mil toneladas res con hueso, saliendo de este volumen las 200 mil toneladas que el país exportó el año pasado. O sea, los frigoríficos llamados “exportadores” destinaron 200 mil toneladas al exterior (29 por ciento) y otras 500 mil toneladas (71) al consumo interno. Hace diez años, la mayoría de esas grandes plantas exportadoras colocaba en el exterior el 70-75 por ciento de lo producido, mientras que hoy la mayoría de estas empresas, para sobrevivir, se han volcado al consumo interno, donde colocan el 60-65 por ciento de su producción. Muchas de estas grandes plantas han abierto carnicerías propias, y han desarrollado complejas estructuras de distribución de cortes y cuartos para abastecer carnicerías tradicionales, supermercados chinos y cadenas de hiper y supermercados. Muchas de ellas también faenan hacienda para terceros o proveen trimmings , cuartos y cortes a elaboradores locales de hamburguesas, salchichas o chacinados. Casi puede decirse que esta devaluación, que ha mejorado sus ingresos por exportación en un 75 por ciento, los sorprende “especializados” en el mercado interno.