Cerrando
el año, se abre el interrogante: ¿Podrá el mercado sojero estar a la
altura de las altas expectativas de sus participantes?
Si
se comparan los valores Pizarra al cierre de esta semana con los
vigentes el viernes anterior a la primera vuelta presidencial del 25 de
octubre de 2015 y que se muestran en el cuadro adjunto, los precios del
trigo, maíz y girasol aumentaron, en promedio, un 75%. La soja, en
cambio, subió un 30%.
Aún
más, si en cambio la comparación se realiza en términos de dólares de
acuerdo al tipo de cambio comprador del Banco Nación, puede observarse
que la suba promedio de los primeros tres productos alcanzó el 28%
durante el mismo período mientras que, a contramarcha, la soja cayó un
4%.
¿Qué
ha sucedido? Tenemos, por un lado, que precios como los del trigo o el
maíz, más allá del tipo de cambio y las retenciones, venían muy
golpeados por las limitaciones cuantitativas para exportar,
instrumentadas a través de los ROE. En soja, por un lado, no se han
observado en los últimos años interrupciones comparables a las ventas
externas ya que este grano no goza de la misma popularidad que los
mencionados cereales en las preferencias del consumidor argentino y, por
el otro, la rebaja en la alícuota del derecho de exportación es más
acotada. En efecto, de momento, la misma ha pasado del 35% al 30%.
Al
mismo tiempo el precio del poroto de soja viene muy golpeado en el
mercado internacional. En relación a los máximos históricos del año
2012, el futuro más cercano negociado en el mercado de Chicago perdió en
tres años el 50% de su valor, y un 17% respecto a su valor más alto
alcanzado durante este año.
La
caída de la soja a nivel internacional estuvo atada a la situación de
relativa holgura de la oferta en relación a la demanda gracias,
principalmente, a una suba en la superficie destinada al cultivo así
como también a los buenos rindes obtenidos en las últimas dos campañas.
Sumado a ello, el crecimiento de la economía china (principal importador
mundial de la oleaginosa) ha comenzado a ralentizarse.
Del lado financiero, el impulso de los commodities
de comienzos de la década estuvo atado a la liquidez monetaria
internacional. Sucede que como correlato de las políticas expansivas de
dinero adoptadas por EEUU para hacer frente a la crisis desatada en el
año 2008, los fondos de inversión han optado por colocaciones de bajo
riesgo alternativas a los bonos del Tesoro americano, resultando
favorecidos los mercados de commodities en general. Hoy
en día, los alentadores datos para el crecimiento económico y el mercado
laboral estadounidense llevaron a la FED ha tomar la decisión de poner
fin a dicha intervención, incrementando su tasa de interés de referencia
por primera vez en casi una década.
La mayor tasa de retorno americana tendría el doble efecto de re-direccionar el dinero desde los mercados de commodities
hacia los activos financieros, y desde los países emergentes nuevamente
hacia el primer mundo. Ambos resultan perjudiciales para las
perspectivas argentinas como exportador de materias primas.
Al
mismo tiempo, la baja del petróleo suma una estocada adicional al
precio externo del poroto al restarle atractivo a la fabricación de
biocombustibles, que resulta uno de los principales usos del aceite de
soja.
En
suma, el mercado externo ha brindado señales de que la etapa ascendente
del ciclo agrícola que el mundo evidenció hasta el año 2012 se ha
frenado. Quizás la mayor esperanza de una reversión o al menos una pausa
en esta tendencia podría venir del lado de los pronósticos climáticos a
largo plazo, que comienzan a hablar de un posible efecto Niña para la
campaña próxima. Es sabido que la sequía en algunas de las principales
zonas productoras de Argentina, Brasil y Estados Unidos que acompaña a
tal fenómeno suele tener notables efectos en los resultados productivos
de la oleaginosa y, por ende, en su precio.
Frente a este coctel de fundamentals
que nos viene dado, en Argentina la suba del dólar post apertura del
"cepo" no resulta suficiente para motivar un cambio demasiado profundo
en las perspectivas del mercado sojero. Con derechos de exportación del
30%, el “dólar soja” se ubica hoy día en alrededor de los $ 9/dólar.
En
este marco, esta semana los precios que se pagaron por la soja
disponible en la plaza rosarina no volvieron a repetir los tan ansiados $
3.000/ton que se escucharon la semana anterior, quedando alrededor de
los $ 2.950/ton hacia el cierre de la semana lo cual no ha suscitado
demasiado interés en cerrar operaciones. Sí se ha
notado algo más de movimientos para la producción de la nueva campaña,
ya que por la entrega entre los meses de abril y mayo se ofrecieron
abiertamente alrededor de u$s 210/ton.
En
conclusión, resulta razonable pensar que de las modificaciones de la
política comercial agropecuaria que ha encarado el nuevo gobierno, si
bien dan aire a la cadena sojera, no resulta éste el grano más
beneficiado. Con ello es posible comenzar a prever que de cara a las
próximas siembras sean los cereales los que por primera vez en mucho
tiempo ganen la pulseada por parte de la superficie agrícola en disputa.
Para
cerrar, si a mediano plazo no existen a priori elementos para pensar en
un notable repunte de los precios en términos reales que los acerquen
nuevamente a los máximos vistos hace tres años atrás, ésta puede ser una
campaña más bien excepcional en términos de resultados toda vez que los
costos se hayan erogado a un dólar más bajo de lo que se cobrarán los
ingresos. A futuro, es de suponer que las erogaciones se ajustarán a la
nueva realidad y la ventaja cambiaria, ceteris paribus,
dejará de ser tal. Habrá que ver qué novedades depara el 2016,
incluyendo nuevas reducciones de la alícuota de las retenciones que
modifiquen el panorama planteado.