Nivelar el IVA en carnes, mejor que importar costillas. Carlos Petroli

Los cambios en la política de precios colocan a las proteínas animales en un interesante peldaño competitivo.

Primer dato para quien recorre góndolas y mostradores: los precios de la hacienda vacuna terminan el año entre cuatro y 10 por ciento por debajo de los "picos" de principios de diciembre, antes del ingreso de Mauricio Macri en la Casa Rosada.
Si esta baja llegará al consumidor está por verse; si la demanda convalida el actual escalón, será más difícil. En la industria suponen que en enero el Año Nuevo arrancará con una leve baja. Después dependerá de cómo siguen las diferentes variables económicas.
Los cambios en la política de precios (apertura comercial, tipo de cambio único, quita de retenciones) colocan a las proteínas animales en un interesante peldaño competitivo. El perfil exportador como "marca país" tiene una nueva chance para entrar a la cancha y jugar su partido. En los últimos años, una de cal y otra de arena: mientras la cadena bovina sucumbió ante los precios máximos y cierre de exportaciones, la de los pollos ocupó el canal exportador y batió récords en la "era del consumo".
Pesos y proteínas
Ahora, con los cortes vacunos en el nivel al que llegaron, vuelven los análisis "caseros" de si es más conveniente un kilo de nalga o cuadril a 140 pesos, lomo de cerdo a 109, milanesas de cerdo por debajo de esos niveles o un pollo entero a 100 (con la salvedad de que en este caso sólo 45 por ciento es pulpa; el resto es hueso, piel o grasa).
La opción que empieza a ganar adeptos es "pasarse" a cortes de cerdo, mientras estos se posicionen con valores competitivos. Al menos en el nivel primario, los productores marcan que el valor de salida de granja está en los 18,50 pesos por kilo, en posición ventajosa frente a las otras opciones cárnicas.
El posicionamiento de esta industria (inversiones, mejoras en genética, calidad de carne) está dando sus frutos: la carne de cerdo tiene más espacio en las parrillas y ya no figura como un consumo ocasional; además del tradicional carré se suman otras preparaciones (bifes, milanesas, etcétera). Este año la producción creció alrededor de un siete por ciento y otro tanto lo haría el año próximo, con lo cual la faena pasaría de 5,5 millones a 5,9 millones de cabezas.
Atención con la carne porcina: es la que mejor tajada puede sacar en el plano doméstico, donde el consumo de pollo rompió todas las barreras y estaría casi en su techo. Y la ganadería bovina parece ingresar a boxes para remozarse y retomar el tren exportador (se prevé pasar a 300 mil toneladas en 2016, desde las 200 mil con que terminaría este año).
Retención virtuosa
La carne vacuna se insinúa como un bien más preciado, como en el resto del mundo. La hendija de las oportunidades de reactivación permite ver en el entorno ganadero una doble retención: la de hembras (que antes iban al matadero y ahora quedan en los campos de cría), y la de animales para agregar más kilos antes de la faena.
Se trata de un proceso de inversión y de agregado de valor, del que también participará la exportación. A principios de la década, el Ieral-Fundación Mediterránea proyectaba que la expansión del segmento bovino y de cueros podría generar 39.800 empleos nuevos hacia el 2020. Una meta que, por ahora, sigue en los papeles.
Los porcicultores, por su lado, se vienen probando la indumentaria de pantalones largos. En Córdoba o San Luis, las cooperativas agrícolas están concretando inversiones en granjas y en genética. La calidad de carnes también jugará su partido. El gigante Brasil Food (BRF), anda en lo mismo y está comprando instalaciones y empresas del rubro en la provincia.
La industria está proponiendo nivelar el IVA al 10,5 por ciento ya que las carnes de pollo y de cerdo tienen una alícuota del 21, contra 10,5 de la carne vacuna). En lugar de importar asado de Uruguay, esos "sustitutos" podrán de ese modo cubrir el bache con precios más acomodados, mientras la ganadería bovina recobra su mejor forma.