El objetivo del Gobierno es aumentar 20% la industrialización de
materias primas en cuatro años. “Queremos que los negocios que se hagan
en el interior sean rentables y tengan mercado mundial”, afirma Roulet.
La Secretaría de Agregado de Valor es
una de las áreas que integran el reconvertido Ministerio de Agricultura,
Ganadería y Pesca en Agroindustria. Aunque parezcan meras
denominaciones, son la resultante de la apuesta que el presidente
Mauricio Macri y sus asesores repiten con asiduidad: transformar a la
Argentina de granero a supermercado del mundo.
Para alcanzar este propósito general,
Macri ubicó en un puesto clave a Néstor Roulet, un cordobés de amplia
trayectoria en la dirigencia rural. En una entrevista con La Voz del
Campo enumeró cuáles son los objetivos particulares que busca desde la
nueva función y habla del rol de Córdoba en este contexto.
–¿Cuáles son los alcances de la Secretaría de Agregado de Valor?
–Está dividida en dos subsecretarías. La
primera es Alimentos y Bebidas, que tiene dos direcciones nacionales a
su cargo: una para hacer análisis en forma vertical de cada cadena para
ver su competitividad y qué eslabones tienen problemas; la otra es para
estudios transversales para saber qué factores, como por ejemplo la
escasez de energía, son comunes a todas las cadenas. A partir de eso se
van a elaborar proyectos buscando solucionar los problemas cuando sean
de alcance nacional o, si es provincial, aconsejando cómo se pueden
abordar. La segunda subsecretaría es la de Bioindustria, que tiene tres
direcciones nacionales: la de Bioenergía, que incentiva la generación de
energías renovables; la de Biotecnología y la tercera de Bioindustria,
relacionada a la transformación de residuos o almidones e productos que
puedan ser utilizados por otras industrias, como por ejemplo para hacer
plásticos biodegradables. Por último, hay tres direcciones nacionales
que dependen directamente de mí: Medio Ambiente, Financiamiento y
Maquinaria Agropecuaria. Esta última es nueva.
–¿Qué objetivos principales se han planteado?
–La idea general del ministerio es que
haya una combinación entre todas las secretarías para cumplir con el
mensaje del Presidente –que de alguna manera los cordobeses intentamos
impulsar– que es que no nos vean como el granero del mundo sino como el
supermercado del mundo. Por eso, por ejemplo, vamos a tener relación con
la Secretaría de Mercados para orientar el agregado de valor hacia lo
que necesite el mercado interno y externo. El objetivo es que los
negocios que se hagan en el interior productivo sean rentables y tengan
mercado en la Argentina y a nivel mundial.
–¿Cuándo estará listo el diagnóstico de las cadenas productivas?
–Los equipos están empezando a trabajar y
los resultados van a estar muy pronto. No va a pasar un mes, mes y
medio, que ya vamos a tener ciertos diagnósticos y una situación cierta
de la competitividad de toda la cadena en Argentina.
–¿Hay algún cultivo o derivado que crean son los más factibles para trabajar a corto plazo?
–En los primeros dos años vamos a tener
que seguir mirando fundamentalmente la materia prima porque Argentina
quizás no está preparada todavía para el agregado de valor. Uno puede
querer instalar tal o cual industria, pero resulta que no tenemos
energía o rutas en condiciones, o no tenemos las vacas o cerdos que
coman los granos. Venimos de una situación muy difícil, donde nos
dejaron con una infraestructura productiva muy mala y con un sistema
productivo deteriorado. Pero tenemos ventajas: la bioindustria de alguna
manera parada y tiene mucha capacidad ociosa. La industria harinera
tiene una capacidad ociosa del 50 por ciento. Lo mismo pasa con la
industria del biodiésel, que está preparada para procesar 4,5 millones
de toneladas y ahora produce 1,8 millones. Son muchas las industrias con
capacidad ociosa: frigoríficos, molineras, etanol, que apenas les demos
condiciones van a reaccionar rápidamente.
–¿Tienen alguna estimación de cuánto puede crecer la industrialización de materia prima?
–Nuestro sueño es que, en cuatro años,
además de ocupar la capacidad ociosa, aumentemos 20 por ciento toda la
industrialización de materias primas agropecuarias. Creo que podemos
llegar con cierta comodidad. No hay que olvidar que apuntamos a una
producción, no de 100 millones de toneladas de granos, sino de 140
millones; eso nos posibilitaría que, de ese 40 por ciento de incremento,
un 20 por ciento lo estaríamos transformando en productos con valor
agregado.
–¿Y eso cómo se logra?
–Hay que empezar a trabajar en dar las
condiciones. En cada uno de nuestros pueblos hay emprendedores que no
sólo tienen la posibilidad económica sino también la idea y tecnología
para emprender. Entonces hay que darles las condiciones, tributarias,
jurídicas, de infraestructura; reglas claras que no sean cortoplacistas
sino a 10 ó 15 años. Cuando vean esa posibilidad, le puedo asegurar que
van a empezar a apostar.
En estos días yo me quedé admirado de
mucha gente que nos vino a ver para decirnos que, ante este cambio,
quieren empezar a invertir.
El rol de Córdoba.
–¿Cómo se inserta Córdoba en este contexto?
–Córdoba es una provincia mediterránea:
si algo le viene al dedillo es que al agregado de valor lo hagamos ahí.
Gran parte del grano se procesa en el puerto porque nosotros se lo
estamos trasladando hasta allá. Pero si combinamos esfuerzos y decidimos
transportar una mercadería que ya no es de 300 o 400 dólares sino de
dos mil (la tonelada), donde se hace una diferencia que baja ciertos
costos como los de logística, la Argentina va a empezar a pensar hacia
adentro y no hacia fuera. Por eso Córdoba, siendo una provincia
productiva y mediterránea, y con posibilidades de potenciar aún más su
productividad de materia prima, me da la sensación de que está elegida
para ser la referente en agregado de valor. E insisto: hay que trabajar
los mercados. Por ejemplo, hemos incentivado la producción de extrusados
de soja y hay 70, 90 empresas en la provincia que están en una difícil
situación; empecemos a darles las soluciones para que salgan de este
problema, y no sólo pensando en que pueden ser proveedores del mercado
interno sino también potenciales exportadores. Otro ejemplo es el
bioetanol: no sólo hay que pensar en eso sino que se puede extraer
aceite, dióxido de carbono, se puede usar absolutamente todo del maíz.
Entonces, pensemos cómo ser eficientes en eso para poder no sólo usar el
etanol en el mercado interno sino también exportar.
–La industria de la maquinaria también es muy importante para la provincia…
– En esta área, lo primero es saber
dónde estamos parados; segundo, hacer una mirada de competitividad; y
tercero, potenciar no sólo el mercado interno sino también el
internacional. El mundo, de alguna manera, puede ver nuestra tecnología.
Yo recibí la visita de funcionarios de Italia que quieren ver e
intercambiar conocimientos con la Argentina; lo mismo sucede con Rusia,
donde está la oportunidad de hacer un campo de pruebas por dos o tres
años para demostrar los avances tecnológicos argentinos. Y vamos a
trabajar también sobre el tema del mercado interno, proponiendo la
amortización acelerada de compras de bienes de capital, porque
necesitamos que el productor no se quede tecnológicamente. También
desarrollar clusters, porque la industria tiene que funcionar de manera
conjunta.
Biotecnología y clima.
–¿Cuál va a ser la estrategia en biotecnología? En un comunicado hablaron de un “sello verde” para productos argentinos...
–Creo que Argentina no ha aprovechado
las circunstancias para decirle al mundo cómo estamos trabajando. En la
reunión de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura) a la que fuimos invitados, que se hace en
febrero, vamos a poder explicar, por ejemplo, que mientras el mundo
sigue gastando entre 300 y 400 litros de gasoil para producir en una
hectárea, con cualquier cultivo, nosotros lo estamos haciendo con 60
litros. Nuestro mensaje va a ser que, gracias a la biotecnología, las
empresas de agroinsumos que ofrecen mejoras tecnológicas y su adopción
por parte de los productores, llevaron a que Argentina sea hoy el país
que menos gasta combustible para producir una tonelada de cualquier
grano.
–¿Cómo es el cálculo?
–Estamos hablando de que 60 litros de
gasoil, en 30 millones de hectáreas; son 1,8 millones de metros cúbicos
de gasoil; si a eso lo dividimos por los 100 millones de toneladas que
se producen en el país, estamos hablando que se están usando 18 litros
de gasoil por tonelada de producción de alimentos, cuando en el mundo se
habla de 70 litros de combustible. Eso da la posibilidad de decir:
nosotros hicimos los deberes, estamos trabajando bien, Argentina está
cuidando el medio ambiente, y además estamos incorporando a ese
combustible un amplio porcentaje de bioetanol y biodiésel. Vamos a
demostrarle al mundo que estamos trabajando muy bien en biotecnología y
bioenergía, y a decirles a otros productores que pueden copiar nuestra
tecnología para ayudar mucho en este tema del calentamiento global que
tanto nos preocupa.
Fuente: Agrovoz.