Un viejo dicho asegura que hay tres grupos de personas: los que hacen que las cosas pasen; los que miran las cosas que pasan y los que se preguntan qué pasó. No todos los primeros integran Confederaciones Rurales Argentinas, pero claramente todos quienes la forman pertenecen al primer grupo.
En la historia de los países un fin de ciclo trae implícita la oportunidad de cambio. Cambio que puede venir acompañado de sacudones fuertes, pero esos sacudones ayudarán a superar el descontento y la frustración, nunca saludables para la vida institucional y productiva.
Cuando
el cambio llega es necesario pensar, reflexionar, tomar decisiones,
corregir y generar herramientas que permitan una provechosa adaptación.
Decía Charles Darwin: “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio”.
Hace muchos años defendemos con vehemencia y convencimiento políticas productivas que nos permitan crecer y derramar en la sociedad ese crecimiento. La producción no es sólo nuestro medio de vida sino también nuestra herramienta para transformar la realidad que nos rodea y nos identifica.
Es
verdad que desde el Gobierno Nacional hemos sido
ninguneados, engañados, a veces hasta maltratados. Pero también es
verdad que ese panorama lamentable y adverso vivido en los últimos años no hizo más que resaltar los valores incólumes de CRA, su raíz genuinamente federal y el compromiso irrenunciable de los productores que la integran. En ninguna institución la comodidad es un paradigma saludable. Por
eso, direccionar la creatividad y la energía, no en combatir lo
viejo, sino en construir lo nuevo, actualizará la sinergia
institucional y hará a nuestra entidad aún más representativa, más idónea y más confiable.
Relatando
la llegada de los inmigrantes a estas tierras, el poeta esperancino
José Pedroni –hijo de la primera colonia agrícola organizada del país,
en la provincia de Santa Fe- decía en “La invasión gringa”:
Hoy nadie llegaría.
Pero ellos llegaron.
Sumaban mil doscientos.
Cruzaron el Salado.
Al cruzarlo, afanosos,
lo probaron.
Y los hombres dijeron
-¡Amargo!-
Pero siguieron.
Los
tiempos que vienen sin duda nos deparan desafíos. Puede que tengamos
que atravesar otros ríos amargos. Pero es bien sabido que CRA, en su nutrida historia de participación, trabajo y esperanza, tendrá herramientas más que suficientes para cruzarlos.