Afirman que no hay evidencia de que el glifosato sea altamente peligroso

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La toxicóloga Nilda Gait y el oncólogo Martín Alonso disertaron en una jornada de BPA y Salud. Dijeron que aún no hay estudios que puedan relacionar concluyentemente el glifosato con enfermedades.
Las aplicaciones de glifosato, realizadas bajo estándares normales y buenas prácticas agrícolas, no implican riesgos altos para la salud humana. Eso es lo que puede inferirse de los estudios científicos elaborados al respecto hasta el momento, que no son concluyentes para poder relacionar al glifosato a enfermedades graves como el cáncer.
Esa es la conclusión general que surgió del Panel de Salud realizado en el marco de la Jornada de Salud y Buenas Prácticas de Aplicación de Fitosanitarios organizado por los ministerios de Agricultura de la Nación y la Provincia, la Mesa de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) de Río Cuarto, la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) y el Inta, en el aero club de Río Cuarto.
En el mismo expusieron los doctores Nilda Gait, jefa del servicio de Toxicología del Hospital de Niños y especialista en toxicología del Ministerio de Salud de la Provincia; y Martín Alonso, director del Hospital Oncológico provincial.
Bajo riesgo de exposición. Ambos profesionales hicieron hincapié en que, de las investigaciones que se han presentado hasta el momento sobre glifosato, sólo se puede inferir una probabilidad de que pueda afectar la salud, pero no hacer tal afirmación con seguridad. Por el contrario, señalaron que la mayoría de esos estudios se han realizado en condiciones absolutamente excepcionales y no en las que normalmente puede exponerse un humano, y sin tener en cuenta otros factores, como exposición a otras sustancias o hasta genéticos, que pueden influir en la incidencia de enfermedades.
Gait detalló que algunas investigaciones sobre glifosato detectaron, por ejemplo, que el efecto de su aplicación de manera adecuada tiene un efecto bajo sobre aguas superficiales y poco probable en napas. Además, “se ha señalado un aumento de incidencia de defectos de nacimientos y anormalidades en el desarrollo de productores que aplican herbicidas, pero no se han tenido en cuenta otros factores, como los genéticos, que también pueden influir”, agregó.
La médica amplió que muchos estudios hechos con glifosato detectaron afectaciones en ADN, pero se hicieron aplicando dosis que no se pueden relacionar de manera similar a lo que es una exposición ambiental. “No se puede establecer una relación causa-efecto porque el grado de exposición no es el mismo al que uno puede tener con aplicaciones de buenas prácticas agrícolas, donde el grado de exposición es bajo. Por eso, se puede decir que el uso de prácticas agrícolas con glifosato implica bajos riesgos para la salud humana”, sintetizó Gait.
Informe Iarc. El oncólogo Alonso, por su parte, hizo especial foco en el informe de la Iarc (Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer) de la OMS que el año pasado ubicó al glifosato en Categoría 2 A; es decir, con posibles efectos carcinogénicos. Alonso aseguró que leyó el informe completo respectivo y que existen algunas cuestiones por las cuales no se pueden extrapolar los datos directamente a todas las poblaciones.
Una de las cuestiones es que los informes se realizaron en base a encuestas a posibles afectados. “Es una metodología que induce a errores porque el encuestado puede olvidar a qué sustancias estuvo expuesto y entonces no se puede aislar al glifosato como la única a la que se expusieron”, explicó.
También dijo que esta posible incidencia se vio solamente en aplicadores, que están mucho más expuestos al producto, y no en la población general. Además, estos trabajos tomaron como referencia poblaciones de Colombia y Ecuador, donde se hicieron pulverizaciones con 52 litros por hectárea sobre plantas de coca como forma de combatir el narcotráfico; una cifra entre cinco y diez veces por encima de lo normal: en Argentina, el promedio es de entre cinco y diez litros por hectárea.
Alonso continuó desglosando el informe de Iarc y señaló que, en otro de los estudios utilizados para la conclusión final, se les dio a los animales alimentación con glifosato “en dosis que ni siquiera teniéndolo debajo de la almohada los tendríamos en la dieta, por lo cual tampoco es traspolable”.
“En ciudades o pueblos muy cercanos al campo, no debería tener incidencia, porque los trabajos desarrollados han mostrado exposiciones a muy bajas dosis, no se ha podido demostrar este efecto nocivo. El Ministerio de Salud de la Nación tampoco ha visto que haya mayor incidencia en zonas rurales que en otras. No incide en los modos en que se está usando”, manifestó.
Para complementar esto, exhibió el mapa del cáncer en la provincia, del que se desprende que en todos los departamentos, sean agrícolas o no, la tasa de afectados con esta enfermedad sobre el total de la población es más o menos similar. “Con los datos que tenemos, no podemos asegurar que exista problema de que hay una alta incidencia de cáncer en algún lugar de la provincia”, enfatizó.

En definitiva, lo de Iarc “es un alerta, pero no indica el peso de cuál es la carga que tendría el uso de glifosato, para saber eso deben haberse más estudios”.