Entrevista en el diario Los Andes.
Es bonaerense,
productor agropecuario en la zona de Magdalena. Presidió Carbap (la
Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa). Hoy
ejerce la vicepresidencia primera de Confederaciones Rurales Argentinas
(CRA), una de las “cuatro grandes” del sector, a nivel nacional.
Desde
su doble condición de productor y dirigente analiza la situación del
campo, sugiere algunas medidas para revertir el escenario actual y
advierte que hay muy poco tiempo para aplicarlas.
-¿Cómo ven, desde la entidad, el panorama del sector agropecuario?
-Es
muy difícil. Exceptuando a los productores de soja de la región
pampeana, que pueden sobrellevar la situación de mejor manera, el resto
está muy mal. Inclusive, quienes hacen soja en las zonas extrapampeanas
están complicados por su realidad productiva (porque no es lo mismo
producir 4.000 g/hectárea en Buenos Aires que 2.800 ó 2600 en el Norte),
por el alto costo en fletes.
-¿Cuál es el escenario para el trigo y el maíz?
-Peor.
Agravado, en este caso, por una proyección de menor producción. Hoy
tenemos, en el país, 2 millones de toneladas de trigo sin vender. La
superficie sembrada en esta campaña ha caído por debajo de los peores
registros históricos.
También
disminuyó el área sembrada con maíz, porque no todos están dispuestos a
enterrar 500 dólares (lo que cuesta sembrar una hectárea). Entre las
cuotas, los ROE, todo lo que ha venido alterando la operatoria comercial
normal, interfiriendo la relación entre oferta y demanda, generan un
alto nivel de incertidumbre.
-¿Cómo evalúan la situación de las economías regionales?
-Ustedes
lo vienen sufriendo, como el resto de las producciones extrapampeanas.
La fruta en el Sur, los cítricos en el Litoral, la caña de azúcar. El
sector ganadero, inclusive. La carne aumentó en los últimos días, pero
por escasez. Nos hemos dado el lujo de perder 12 millones de cabezas de
ganado vacuno (el equivalente a todo el rodeo uruguayo) por malas
políticas y por capricho.
Si este
Gobierno se hubiera propuesto destruir al sector, no lo hubiera hecho
mejor. A esto hay que revertirlo rápidamente, a partir del 11 de
diciembre. Si este Gobierno tuviera dos dedos de frente y un poco de
sentido común, hoy mismo podría revertir la situación. Pero como no lo
tiene, habrá que esperar hasta después del 10 de diciembre para ver si
esto cambia.
-¿Qué medidas, a su entender, ayudarían a revertir este estado de situación?
-Con
tres o cuatro se podría resolver en gran medida el problema, sin tocar
-en principio- las retenciones a las exportaciones de soja. Primero,
eliminar el sistema de cupos a las exportaciones y los ROE, que son los
permisos que uno tiene que pedir cada vez que quiere exportar algo. Esto
se presta a favorecer a los amigos, facilita la corrupción.
Junto
con eso, eliminar las retenciones a las exportaciones de trigo y de
maíz. Esto es algo que todo el mundo tiene asumido. Con respecto a las
retenciones a las exportaciones de soja, hay quienes proponen una
reducción gradual, de 5 puntos por año, por ejemplo, y otros sugieren
tomar una parte a cuenta del Impuesto a las Ganancias. Pero ése es un
tema para ir viéndolo.
-Esa exención ¿debería incluir a las producciones de las economías extrapampeanas?
-¡Por
supuesto! Hay que quitarle el 100% de las retenciones a las economías
regionales. Es la única forma que van a tener de defenderse y poder
seguir adelante. En el caso de las extrapampeanas se debería implementar
también algún mecanismo que compense, por el mayor costo en flete, a
los productores de las zonas más alejadas de los mercados. Inclusive,
directamente, subsidiar el flete en ciertos casos.
Todas
estas medidas se compensan con mayor producción. Hay que permitir que
el mercado se pueda desarrollar solo y, a partir de esto, el campo va a
producir.
-¿Con eso alcanzaría para resolver los problemas del campo?
-Hay
medidas que aportarían soluciones, sin impactar fuertemente en el resto
de la comunidad. Por eso, un tema que sigue en el análisis de todos es
la conveniencia o no de devaluar la moneda. El tema no es menor.
Imagínese que, una vez deducidas las retenciones, el productor recibe un
dólar de 6 pesos. Necesita dos de “esos” 2 dólares para comprar un
litro de gasoil. ¡Es una locura!
Pero
una devaluación pegaría inmediatamente en el salario, y eso es lo que
hay que evitar. Hay que buscar un mecanismo que permita actualizar el
valor del dólar para que el campo sea competitivo, pero sin afectar los
salarios. En realidad, hay mucho para hacer y poco tiempo, porque esto
hay que revertirlo rápidamente. Cuanto más se demore, va a ser todo más
duro y no tiene ningún sentido.
-¿Qué expectativas tienen sobre las posibilidades reales de empezar a resolver estos problemas después del 10 de diciembre?
-Aunque
parezca una respuesta simplista, yo entiendo que cualquiera que asuma
el gobierno tiene que cambiar esta situación, porque nadie asume un
gobierno para estrellarse contra una pared. Por eso, creo que aún el más
adicto a este sistema que se ha implementado hace diez años, se da
cuenta de que hay que cambiarlo, porque así no tiene futuro. Pensar que
un país como Argentina no tenga futuro, es un disparate.
Un granero con mucho menos trigo
Argentina,
que otrora fuera “El granero del mundo”, produce cada año menos trigo, y
buena parte de lo que produce (unas 2 millones de toneladas) está
almacenado.
“¿Por qué no se vendió
ese trigo?”, fue la inquietud que planteamos al vicepresidente 1° de
CRA, y la respuesta de Pedro Apaolaza da para la reflexión: “No hay a
quién vendérselo, porque el Gobierno ha roto el mercado” aseguró.
“No
hay competencia entre la industria molinera y los exportadores y, para
ellos, lo más fácil es sentarse a esperar que el productor se vea
obligado a vender. Se han dado casos extremos, en los que el productor
ha recibido 500 ó 600 pesos por tonelada de trigo, cuando la tonelada
debería estar hoy con un valor de alrededor de 1.500 pesos. Con el
agravante de que, con el tiempo, ese producto va perdiendo valor,
después de un año de cosechado”.
El
dirigente ruralista recordó que “cuando se cosechaban 16 ó 18 millones
de toneladas de trigo, siempre había un ingreso de divisas en
enero-febrero” (que son los peores meses en cuanto a recaudación
impositiva). “Ahí estaba presente el trigo con 2 mil, 3 mil o 4 mil
millones de dólares”.
Señaló que eso,
ahora, desapareció, a raíz de la política del Gobierno y advirtió que
“con la siembra de esta campaña, habrá que ver si llegamos a los 10
millones de toneladas”. Aclaró, de paso, que el país “consume alrededor
de 6 millones de toneladas” por año, por lo que no se explica “por qué
no autorizan a exportar, con el pretexto de cuidar la mesa de los
argentinos”.
Fue
terminante al señalar que “ésa es una historia que ya ni ellos la
creen. Fue un invento de hace diez años que ha fracasado rotundamente y
que se sostiene por capricho político”.