Los campos sin protección. Bandidos rurales

La inseguridad siembra temor entre productores de distintos puntos de la provincia. En los lugares donde funcionan patrullas rurales, los delincuentes “emigran”. Hay robos de tractores, cereales, herramientas, cuatrerismo, y no faltan los delitos de “guante blanco”. Familias que aún viven en el campo sienten miedo y hay gente que se arma.
La inseguridad no es sólo patrimonio de las grandes ciudades y zonas urbanas. El fenómeno se extiende por toda la geografía provincial y, en el campo, el temor de ser víctima de un delito se acentúa por la soledad que deriva de las enormes distancias que existen con el vecino más cercano.
También la falta de infraestructura adecuada en cuanto a caminos y medios de comunicación contribuyen a que las familias que aún viven en establecimientos rurales, y se resisten a ser parte del éxodo a las ciudades, vivan asustadas en el medio de la nada.
Hay establecimientos que cuentan con alarmas y cámaras de seguridad, pero no son pocos los productores que se arman para defenderse frente a eventuales robos.
Y la gama de delitos en el ámbito rural es de lo más variada. Tractores, herramientas, cereales y agroquímicos se agregan a los botines de dinero, joyas, electrodomésticos o armas que buscan los “bandidos rurales” en sus incursiones. Esto sin dejar de lado el cuatrerismo que diezma los animales de los campos, más allá de que hay áreas en la provincia de Córdoba en las que la cría de ganado se suplantó por la agricultura. Hay antecedentes de secuestros extorsivos como fue el de Marcelo Dezotti, en el año 2003. Y como en las grandes urbes, en el campo tampoco faltan los delincuentes del llamado “guante blanco”.
Quien tiene una visión abarcativa de lo que significa la inseguridad rural es Gabriel Derraeremaeker, de la Sociedad Rural de Oliva y vicepresidente de Cartez. El dirigente tiene un campo a cinco kilómetros de la ciudad de Oliva, donde vive con su familia.
“Mi mujer no se anima a quedarse sola con los chicos. Estamos a dos kilómetros de la ruta pero hay una calle de paso cercana, hay circulación de vehículos, circulación de cazadores, hemos tenido ciertos episodios a lo largo de 30 años, visitas riesgosas. Cuando uno está en el campo te pueden tener una semana guardado que nadie se entera. Realmente si no van las patrullas rurales con paso frecuente, nadie se entera de qué es lo que pasa en el campo. Esa es una de las razones por las cuales la gente termina yéndose. Aparte de la falta de infraestructura, de caminos y lo costoso que implica llevar energía eléctrica. 
Epec sólo te habilita el medidor, vos tenés que tirar la línea. Uno esta incomunicado y permeable a que pueda pasar cualquier 
cosa”, confiesa el productor.
“Hay gente que pasa por la ruta y no hay ningún tipo de control. Está la Caminera, pero 
nadie pregunta quiénes son. 
En reiteradas oportunidades hubo bandas que dieron o intentaron dar golpes tipo comando. 
Se hacen un pícnic. Entre 2001 y 2003 fue una época muy dura. Entraban a un campo los encerraban a todos, cargaban todo con absoluta comodidad y se iban. Dar un golpe tipo comando ya se ha dado en reiteradas oportunidades. Este invierno se han dado varios casos de acciones parecidas, en Hernando y otros casos de robo denunciados en cercanías de Jesús María. En Hernando se pudo recuperar un tractor y herramientas, pero otros tractores no volvieron a aparecer”, apunta Derraeremaeker.
Preocupación. Un tema que preocupa a productores agropecuarios es la desprotección legal que dicen sufrir. “Eso es algo que nos perjudicaría. En la zona rural es permanente el paso de gente que va a buscar leña, que va a cazar una liebre o que pasa, sencillamente porque pasa, porque salieron a dar una vuelta y paran y vos no sabes qué están haciendo.
La situación de indefensión que uno tiene es muy grande. Ni hablar cuando uno llega de noche. Yo hace muchos años que voy al campo y si no veo que los perros están tranquilos y me salen a recibir me pego la vuelta. Un vecino mío, pobre tipo, a la noche estaba viendo televisión, era una noche de verano, hacia calor estaba sentado afuera. Apareció una banda, los metieron a todos adentro. Él en un sector de la casa, la familia, en otro. Fue una situación muy jorobada”.
El hombre de Cartez no puede olvidar la sucesión de ataques a los silos bolsa en vísperas de Navidad. “Frente a esta situación logramos que se formara una patrulla rural a través de nuestra Sociedad Rural”, destaca.
“Logramos –agregó– la instalación de un destacamento y se produjo un cambio total, desaparecieron los cazadores, los empezaron a molestar de noche, de día, a pedir autorizaciones de caza. Lograron erradicar la presencia de supuestos sospechosos. Esto nos da una sensación de seguridad. Por ahí pasaban caminando a 50 metros de tu casa con armas y perros para atrapar alguna liebre, aunque por ahí esos inocentes cazadores te cazan un lechón o alguna herramienta”.
Derraeremaeker resalta la importancia de las patrullas rurales. “En el caso nuestro funciona dentro de la Sociedad Rural y está integrada por productores. Es una acción conjunta que nos está dando excelentes resultados, aunque todavía estamos esperando que lleguen móviles nuevos. En Villa María, que es una importante zona de producción y está rodeada por muchísimas rutas, no hay más delitos desde que pusieron una patrulla rural”.
–¿Y donde no hay policías que vigilen los campos?
–Pasa de todo y la Justicia no tiene respuestas. Y si las tiene, no alcanzan.
Ariel Villagra, médico residente en Córdoba y propietario de la estancia La Beatriz, ubicada sobre la ruta 8, en jurisdicción policial de Suco, pueblo muy cercano Sampacho, departamento Río Cuarto, fue víctima de un millonario robo en mayo último cuando visitaba al dueño de un campo vecino con su esposa.
Tres fueron las personas que ingresaron a robar en las dos casas del establecimiento del médico. El botín fue cuantioso.
Los ladrones se llevaron toda la ropa que había en la casa, varias armas, y una colección de cuchillos artesanales de plata, facones con incrustaciones de oro y plata, dos rastras con monedas de plata, propiedad de la persona que reside en el lugar,
Como si fuera poco, se llevaron hasta un par de macetas con plantas, lo que lleva a pensar que había una mujer entre los ladrones.
Villagra está indignado porque entiende que los robos “cuentan con la protección de la Policía y de los políticos de la zona. Allanaron la casa de un tal Ortiz donde encontraron algunas de las cosas que me robaron, pero no pasó nada porque son todos del mismo palo. Al mismo tipo lo encontraron en Achiras muy cerca de donde robaban cereal y sigue libre. Hubo una cadena de robos, le tocó a mi vecino de al lado y al de atrás, de apellido Mottura, lo mataron porque se supone que conocía a los asaltantes. Encima, la inoperancia de la fiscal Carla Barbiani, de Río Cuarto, es absoluta”.
“Guante blanco” Los “estafetas”, como en la jerga policial se alude a los estafadores, no operan sólo en los límites del ejido urbano, sino que buscan víctimas en los lugares más alejados de la ciudad. Leonardo Priotto, dueño de un establecimiento agropecuario con tambo incluido entre Arroyito y La Para, puede dar testimonio de ello. “Yo fui el primero de una larga lista de perjudicados por una banda que se dedicaba a hacer fraudes con cheques ‘mellizos’. Teníamos a la venta 46 vacas lecheras y las vendimos recibiendo cheques que habían sido escaneados de documentos auténticos. En el banco decían que los cheques eran buenos, hasta ellos se lo tragaron. Con el mismo ardid dejaron un tendal, compraron novillos y cereales. Incluso algunos depositaron esos cheques en sus cuentas. Cuando saltó que eran copias de los cheques verdaderos ya era tarde”, explica Priotto.
“Yo me moví rápido y con ayuda de la Policía de Arroyito y del fiscal José Argüello logré recuperar 20 vacas en la zona de Villa del Rosario. El principal involucrado en las estafas es hombre que fue reconocido en rueda de presos por los empleados de nuestro campo. Se ganó la confianza de mi viejo y se hicieron amigos. Ganó su confianza y nos robó el ganado. Yo logré algo, pero otros perdieron todo. La investigación pasó a la Justicia de San Francisco y ya no pasa nada. Lo entiendo porque hay crímenes y violaciones que son delitos más graves, pero me duele”, reconoce Priotto.
“Hay una persona que está imputada de abigeato agravado. Designó un defensor que está enemistado conmigo y ahora se debe resolver qué fiscal de San Francisco sigue actuando”, confirma el funcionario judicial consultado.
Fuente: Diario La Voz del Interior.