El ajuste empezó hace rato, pero el futuro puede ser otro. Cristian Mira

El ajuste en el campo comenzó hace rato. Por las restricciones a las exportaciones, la presión impositiva y ahora el atraso del tipo de cambio, la producción se redujo en la gran mayoría de las sectores. Si las medidas para corregir los desfases que proponen las fuerzas de la oposición, y también lo hacen por lo bajo en el oficialismo, son descalificadas por el Gobierno como "políticas de ajuste del pasado" se podría responder que el ajuste sobre la actividad privada ya se descargó con virulencia. Si este ajuste hubiera al menos servido para salir de una emergencia, como en 2002 cuando se incrementaron los derechos de exportación para solventar los planes sociales, quizás la discusión pudiera plantearse en otros términos. Pero esa emergencia ya terminó.
Sin embargo, la evidencia demuestra que el ajuste sobre el sector privado, y específicamente la actividad agropecuaria, sólo fue útil para transferir ingresos al Estado o dentro de la propia cadena. El desastre que provocaron las lluvias excesivas en Buenos Aires y Santa Fe se agravó por la insuficiencia de obras de infraestructura, a lo que se sumó ausencia de gestión y planificación en las cuencas hídricas. Los "caminos rurales", un eufemismo argentino para decir que son de tierra, se convirtieron en canales. Las tasas viales que cobran los municipios bonaerenses apenas alcanzan, en el mejor de los casos, para pagar el gasoil a las máquinas que mantienen los caminos. Cuando tienen máquinas, claro. En la mayoría de los municipios lo recaudado va a parar a rentas generales.
Frente al cambio climático, los expertos recomiendan actuar de una forma distinta de la actual. Una de las consecuencias que tiene el cambio climático, según explican los científicos, es la ocurrencia de fenómenos climáticos extremos: lluvias o sequías. La buena noticia es que la revolución tecnológica que se está viviendo, con la velocidad y capacidad de procesamiento de la información, es que se pueden tomar previsiones y actuar en consecuencia. Sólo hay que utilizar la inteligencia disponible.
Con una visión de futuro también se podría actuar de una forma distinta de la actual respecto de la política agropecuaria. En vez de defender los derechos de exportación como una herramienta para cuidar el poder adquisitivo del salario se podrían revisar sus consecuencias y analizar escenarios para su eliminación. En el trigo, por ejemplo, según un informe que realizó el productor y asesor legislativo de Pro Néstor Roulet, en caso de llevarse a cero las retenciones, se podría lograr una producción de poco más de 20 millones de toneladas porque el cultivo se transformaría de deficitario, como lo es en la actualidad, a rentable. La merma de ingresos para el Estado por llevar de 23 a 0% los derechos de exportación, que apenas representa 0,19%, sería reemplazada por los ingresos del impuesto a las ganancias (57 dólares por hectárea).
Para el consumidor, según calcula Roulet, el incremento en el precio del pan apenas podría representar un 3% y pasar de $20 a $20,6. "Siempre el valor del trigo -materia prima- representó el 12 % del valor del pan y hoy tan solo el 6,5%", señala el informe. A la equiparación en la recaudación se sumaría el efecto multiplicador sobre la economía: una cosecha de 20 millones de toneladas de trigo agregaría unos 300.000 viajes más de camión, por ejemplo y generaría $2700 millones más que se inyectarían en las zonas trigueras.
Esto que parece muy evidente apenas comenzó a ser reconocido por el candidato del oficialismo, Daniel Scioli, que en la jornada organizada por la Federación Agraria Argentina (FAA) el martes pasado prometió que "revisará todo lo que haya que revisar" en materia fiscal. También les pidió a los federados que siembren porque él iba a defender la producción. Eso sí, fiel a su estilo, no dio precisiones. De haberlas dado hace tres meses, o el Gobierno hubiera hecho algo por ayudarlo, en enero de 2016 podría haber contado con dólares genuinos del campo en caso de ganar los comicios presidenciales. El área con trigo cayó un 24% respecto de la campaña pasada. En cambio, los principales candidatos de la oposición, Mauricio Macri y Sergio Massa, fueron más concretos en esa jornada de la FAA respecto de lo que piensan hacer con el agro. La crítica situación que viven miles de productores requiere de soluciones rápidas y con visión de futuro.