Poco trigo entre la competencia y los errores propios

La semana transcurrió con muy pocas novedades en el mercado local del cereal. Tanto el segmento disponible como los futuros de la nueva cosecha fluctuaron en un rango de precios acotado, manteniendo los diferenciales entre trigos que se encuadran bajo condiciones Cámara y los que se negocian con requerimientos de proteína o peso hectolítrico. La demanda sigue dominada por la operatoria de los molinos que buscan materia prima para volcar su producción de harina al consumo interno o la exportación, aunque estos dos sectores de la industria se dividen en una proporción cercana al 90 y 10%, respectivamente.

A lo largo de la semana se realizaron operaciones por trigo Cámara disponible en la zona de Rosario a $ 1.000/ton, manteniéndose una idea de u$s 130/ton como referencia para la nueva cosecha. Tomando el tipo de cambio a diciembre de Rofex, este último precio asciende a casi $ 1.300/ton, es decir, tiene implícita una tasa anual superior al 60%. En este contexto, cabe esperar que gran parte del volumen remanente de esta campaña se transfiera al próximo ciclo de comercialización en el intento por capturar ese diferencial de precios, que podrá asegurarse siempre que se tomen las estrategias de cobertura pertinentes.

Algunos operadores se posicionan a la espera de una política comercial menos restrictiva a partir del año 2016, lo que sería el punto de partida para que el trigo vuelva a ocupar un lugar significativo en la consideración de los productores del centro y norte del país. En un ambiente libre de cupos de exportación, la siembra podría planificarse a precios de u$s 165/ton en las actuales condiciones de mercado, con potencial de llegar por encima de u$s 200/ton ante una eliminación de las retenciones. Estos precios con seguridad darían gran impulso a la producción, tal como plantean los tests econométricos que modelizan el mediano y largo plazo a partir de variables de política.

De todos modos, la expectativa de un cambio en las medidas de intervención no jugó a favor en las decisiones de siembra de este año. La disminución de superficie rondó el 20% y tampoco encontró sostén en los planes de subsidios diseñados por el equipo económico. El trigo se consideró una apuesta de muy alto riesgo y en las zonas donde logró subsistir lo hizo con menor tecnología y generalizado pesimismo comercial. El 2015/16 se encamina a ser otro año para el olvido de todos los actores de la cadena.

Revertir el actual escenario no será tarea sencilla, pues no solo se trata de volver a los niveles de producción que había antes de la crisis de ocho campañas que atraviesa el cereal. Dada la idiosincrasia del productor argentino, con un ambiente de negocios favorable eso quizás sea lo más fácil. El gran desafío es recuperar la participación que tenía nuestro país en el comercio internacional, donde la competencia es ahora mucho mayor y la demanda ha incrementado notablemente sus niveles de exigencia. La gran incógnita pasa por definir la mejor estrategia de inserción para el remanente de oferta que queda después de abastecer a Brasil, lo que requerirá de trabajar mejor en aspectos de calidad y financiamiento, entre otros.



Nuestro país tiene ahora una participación de entre 2 y 3% en las exportaciones mundiales del cereal, frente a un 7% promedio entre 1975 y 2005. Sin embargo, la amplísima mayoría –este año cerca del 80%- de nuestras ventas se colocan en el mercado regional que domina Brasil, quedando un remanente relativamente menor para los compradores del resto del continente más algunos africanos.



Un ejemplo de la elevada competencia que prevalece en el mercado internacional pudo observarse esta semana, en la que Egipto concretó importaciones desde el Mar Negro a un costo inferior a u$s 200 por tonelada, incluyendo el flete hasta Alejandría. Si los exportadores argentinos quisieran formar parte de las licitaciones del GASC los valores FOB locales deberían caer hasta unos u$s 170/ton, bien por debajo de los u$s 220/ton que referencialmente se cotizan por el trigo pan Argentino en la zona Up River. Esto parece inviable en el segundo semestre del año, en el que la verdadera fortaleza del mercado está en el hemisferio norte. Por lo tanto, no es un destino al cual nuestro país pueda apuntar en el corto plazo, sin fortalecer su competitividad. La última vez que se registraron embarques desde puertos argentinos hasta Egipto fue en diciembre del 2012, en una campaña particular por la gran sequía que golpeó a las regiones productoras de Rusia y Ucrania.

Otro origen que está experimentando dificultades para competir es sin dudas Estados Unidos. Los precios FOB en el Golfo están sufriendo una considerable presión bajista ante el considerable retraso que muestran las ventas externas, especialmente de la variedad HRW. Entre embarques concertados y compromisos por cumplir, los exportadores norteamericanos acumulan negocios por apenas 2,4 millones de toneladas desde el comienzo de la campaña, bien por debajo de las 3,2 millones colocadas a la misma altura del año pasado y las 3,9 millones correspondientes al promedio 2010-14. En parte por esto, los contratos de trigo duro de Kansas han mostrado un desempeño más bien pobre en las últimas semanas, llegando a cotizar en paridad con los futuros de trigo blando de Chicago cuando lo usual es que haya un diferencial.