Diego De la Puente
Probablemente
el informe del USDA del próximo miércoles 12 de agosto no sea uno, sino
el más importante del año. Las cosas interesantes sobre las que debería
exponer el Organismo con sede en Washington van desde el ajuste en los
stocks estadounidenses del ciclo 2014/15, hasta el impacto que los
excesos hídricos tuvieron en el área sembrada de maíz y soja, aunque
sobre todo en este último caso. También y en función de lo comentado en
términos climáticos, la posible evolución de los rendimientos.
Puesto en números, los
stocks de cierre para la oleaginosa de la actual temporada deberían
cerrar en un valor no mayor a 6 millones de toneladas, cuando el USDA
actualmente lo ubica en 6,9 millones. Por otro lado y de ser así, las
existencias iniciales del ciclo 2015/16 arrancarían con 900 mil
toneladas menos. Si a esta circunstancia se le adicionara un leve
recorte en los rendimientos proyectados de no más de 150 kg/ha., el
cierre de inventarios cuando lleguemos a Septiembre de 2016 podría
ubicarse nuevamente cercano a los 6 millones de toneladas. En otros
términos, la relación stock/consumo, que mide el stocks al final de cada
ciclo en relación a la demanda proyectada para todo el año, podría de
manera consecutiva no superar el 6% durante este y el próximo año. Este
dato se ubica entre las 10 peores relaciones stock/consumo de los
últimos 35 años.
Por otro lado, las recientes
cancelaciones de China sobre soja vieja comprada y no embarcada, más la
posibilidad que Estados Unidos termine importando mayores cantidades de
la oleaginosa desde Sudamérica, podrían eventualmente equilibrar el
fiel de la balanza.
Brasil, Dilma y el Real…
En otro orden de cosas, los
avatares por los que atraviesa nuestro vecino país, también plantean
ciertos e inquietantes interrogantes. En primera instancia por las
implicancias económicas que podrían derivarse de la devaluación del
Real. Es importante tener presente que durante 2014 Brasil resultó ser
nuestro principal socio comercial con algo más del 20% de nuestras
exportaciones. Por otro lado, crecen las especulaciones en torno al
Gobierno de Dilma, toda vez que las encuestas muestran una imagen
positiva de la Presidente de tan sólo el 7,7%
Desde el punto de vista del
sector agrícola, está claro que el impacto podría llegar a ser todo lo
opuesto. La devaluación del Real en Brasil durante el último año fue
superior al 45%. En principio esto no quiere decir mucho, pero cuando lo
comparamos con los índices de inflación, ahí la cosa cambia. Con una
inflación cercana al 9% anual, los productores de soja en nuestro vecino
país están vendiendo lo que les queda de la cosecha vieja prácticamente
al mismo valor en su moneda que cuando la soja valía 600 Dólares por
tonelada en Chicago. La parte buena para ellos es que para lo que queda
de la campaña vieja es casi todo ganancia.
Las dudas comienzan cuando
se hacen los números para la nueva temporada. En este sentido, no son
pocos los que prevén que esta devaluación se trasladará rápidamente a
precios, sobre todo a los fletes. Entonces se va a estar sembrando sin
saber cuáles van a ser los costos de transportar la mercadería al
momento de la cosecha y si esos “posibles” mayores costos estarán
alineados a la rentabilidad del negocio. Para aquellos que siembran en
Mato Grosso este no es un tema menor. Por más que hoy se estén
desarrollando a gran velocidad los puertos del norte, como los del
Estado de Pará, buena parte de la mercadería todavía tiene que recorrer
casi 2500 kilómetros para llegar a los puertos de Santos o Paranagua.
Esta incertidumbre es la que genera dudas sobre la posibilidad de un
fuerte incremento en el área sembrada con soja en Brasil, debido al
beneficio del tipo de cambio. Contrario sensu, algunos creen que de
crecer el área implantada con la oleaginosa, lo hará de forma marginal.
Teniendo en cuenta lo
comentado, el interrogante también se plantea para el resto de los
países de la región. ¿Qué pasará con las siembras de soja en Argentina,
Uruguay, Paraguay y Bolivia a los actuales niveles de precios? Y por
otro lado; ¿Qué pasará con el área agrícola total en esta parte del
continente?. Y finalmente: ¿Podrá el tipo de cambio “torcerle el brazo”
al incesante incremento de los costos?. Para seguir con atención…