Los precios siguen castigando al maíz

Guillermo Rossi

A medida que transcurre el ciclo de los cultivos en el hemisferio norte y se van consolidando las expectativas de producción, la atención de los operadores gira hacia la demanda y el contexto del mercado global que se espera para los próximos meses. Tanto en Estados Unidos como en China las estimaciones de cosecha se están ajustando ligeramente al alza, reflejando las buenas condiciones climáticas de las últimas semanas. A esta situación se le agrega el tramo final de la colecta de maíces tardíos de la campaña 2014/15 en Brasil y Argentina, que por cuarto año consecutivo se ubica por encima de las expectativas iniciales.
El escenario descripto plantea una situación de abultados stocks, que podría compararse con el entorno de la segunda mitad de la década del ochenta. Sin embargo, las diferencias con aquella época no son menores. La producción y el consumo han crecido de manera formidable, por lo que los inventarios actuales no lucen tan abrumadores en términos relativos. Además, la distribución de los mismos es más equilibrada y no está tan concentrada en Estados Unidos, aunque este país sigue generando el grueso de la oferta global. De todos modos, la presión bajista sobre los precios se ha hecho sentir y los futuros del mercado de Chicago con vencimiento en septiembre acumularon pérdidas del 12% durante el mes de julio, en el marco de una considerable presión vendedora entre los fondos especulativos.
El elemento que explicó en mayor medida las bajas de los últimos días ha sido quizás la gran competencia que se observa en el comercio internacional. En Sudamérica el sobrante de oferta respecto del consumo local es más que significativo, lo que deja cuantiosos saldos exportables para colocar durante los próximos meses. Los exportadores de la región tienen capacidad de originación a valores sustancialmente más competitivos que los traders del Golfo de México, incluso para posiciones de embarque en el último trimestre del año, típicamente liderado por el cereal de la cosecha norteamericana.
En este contexto, algunos analistas no descartan la posibilidad de que las exportaciones de Brasil del período septiembre-agosto 2015/16 se ubiquen en el rango de 27 a 29 millones de toneladas, complicando el programa de embarques norteamericano. En su último reporte mensual el USDA ajustó esta proyección de 22 a 23 millones de toneladas, aunque la cifra permanece lejos de los cálculos privados. La diferencia entre los precios FOB de Paranaguá y el Golfo de México llegaba al cierre de la semana a unos u$s 20/ton para embarque en octubre, haciendo que los compradores de Japón, Taiwán y Corea se focalicen casi totalmente en el cereal brasileño. Más aún, a lo largo de la semana corrieron rumores de que importadores norteamericanos habrían cerrado negocios para traer varios cargamentos de maíz brasileño a los puertos del Atlántico, logrando un significativo ahorro de costos. Evidentemente, los precios en Estados Unidos necesitan desinflarse o esperar un fortalecimiento del consumo en el interior durante los meses venideros.
La buena noticia en el país del Norte es que la industria del etanol sigue siendo rentable en términos generales, aunque los márgenes se han contraído notablemente respecto de la misma época del año pasado. Los principales desafíos de corto plazo para las fábricas del cinturón maicero pasan por la caída del precio del petróleo por debajo de u$s 50, la reciente fortaleza del dólar frente al resto de las monedas y las turbulencias de la economía de China, el principal comprador de DDGs (residuos secos de destilería). Sin embargo, el panorama en la producción del biocombustible contrasta con el de otros sectores consumidores de maíz, como la industria avícola. Los brotes de gripe aviar conocidos en la última primavera con epicentro en el estado de Iowa han dejado un saldo de más de 44 millones de aves sacrificadas, implicando además la caída de diversos mercados de exportación para Estados Unidos.
Esta situación ha ampliado las posibilidades exportadoras de carne aviar desde Argentina, lo que permite encontrar una salida para la producción y reequilibrar un mercado interno que había quedado al borde de la saturación tras el retiro de los compradores venezolanos. Con un consumo doméstico que en abril alcanzó un pico superior a 45kg anuales por habitante, gran parte de las posibilidades de crecimiento productivo en pollos están asociadas a la exportación, al menos a corto plazo. Se trata de un sector determinante en el mercado del cereal. De hecho, el año pasado el Ministerio de Agricultura estimó el consumo anual de maíz para producción avícola en Argentina en 4,4 millones de toneladas, cifra que incluye tanto carne como huevos.
Al margen de esta industria, no caben dudas que otros usos también se han fortalecido en los últimos años en nuestro país, destacándose el de los porcinos y el etanol. Sin embargo, dada la competitividad estructural de nuestra producción, todos los años siguen quedando cuantiosos saldos exportables que constituyen el punto de partida para la formación de precios en el mercado interno. Lamentablemente, la persistencia de políticas de restricción de exportaciones distorsiona la formación de esos precios, enviando señales erróneas a la producción. En los últimos días los valores del mercado interno cayeron a menos de $ 900 /ton, ubicándose un 15% por debajo de lo que indicaría la capacidad teórica de pago de la exportación.
El maíz en Rosario y otros puntos del país es quizás uno de los más baratos del mundo en comparación con otras plazas de referencia en el extranjero. En parte por ello es que la oferta va en camino a achicarse y los productores están dejando de lado al cereal en sus planes de siembra. En la zona núcleo se espera una reducción cercana al 40% en la superficie implantada de cara a la nueva campaña, aunque en regiones donde el consumo doméstico es un factor de sostén la reducción será menor. Los números del cereal son muy ajustados y se requieren rendimientos prácticamente récord para lograr el mismo nivel de rentabilidad de otros años. Si bien las necesidades locales estarán cubiertas con holgura, el ciclo que comienza en marzo de 2016 podría marcar una caída de las exportaciones de maíz hasta niveles mínimos desde 2008/09.