“Yo estoy con el campo”;“no maten al campo”


CARLOS PETROLI

En medio de eslóganes de campaña, los productores lanzaron su propia consigna: “No maten al campo” es el alerta que desde hace algunas semanas agita la cartelería rural. Con un matiz algo dramático, remite al “yo estoy con el campo” de siete años atrás, cuando emergían adhesiones en tiempos de la resolución 125.

El mensaje de ahora apunta a los engranajes del modelo y, en particular, a la política agropecuaria. Desde el aparato productivo, el abanico se hace amplio y diverso, traduciéndose en un “no maten” a la lechería, a la industria, al comercio, a la inversión, al empleo, a las economías regionales. Esta semana volvió a tensarse la madeja de la cadena lechera. En el oeste santafesino, una alianza entre productores (Apla) y el gremio de trabajadores de la industria (Atilra) enfrentó con bloqueos de plantas las rebajas de precios para la materia prima anunciadas para junio y julio. En esa cuenca, algunas usinas suspendieron la recolección de leche. Consecuencia: los tambos debieron desechar miles de litros en el campo. Los transportistas agrupados en Atlara también dijeron movilizarse por la situación que viven los productores y por la recomposición de tarifas para los recolectores de leche.

El Centro de la Industria Lechera (CIL) hizo público su diagnóstico: debido a la profundidad de la crisis internacional y sus implicancias locales –en un sector que “necesariamente” exporta el 30 por ciento de sus volúmenes– se hace imposible reconocer precios de materia prima que escapen a esta realidad, sin que ello afecte la viabilidad de toda la actividad.

La industria, entonces, dice no poder retrotraer los precios a mayo, como reclaman los productores. Por la misma cuerda, en el CIL no admiten razones con la “fuerza de choque” de Atilra y mencionan que con el gremio se acaba de cerrar una paritaria salarial por el 31 por ciento.

Los industriales no achacan todas la culpas al Gobierno, como las derivadas del atraso cambiario, los costos y la infraestructura. Mencionan, por ejemplo, que siguen otorgándose Roel (para operaciones de exportación), pero que el freno está en el derrumbe de precios internacionales. Grafican que esos valores a nivel del productor están en los 30 centavos de dólar y podrían bajar más.

Producto de las relaciones desfavorables para exportar, la industria hace “puré de lácteos”, sobre todo de quesos, en el mercado interno. Con una observación: los consumidores no cosechan mucho beneficio de potenciales rebajas en la góndola.

Para completar la lectura, en las usinas consideran que buena parte de la solución vendrá con una recomposición del mercado. Advierten que los gobiernos (en provincias y Nación) están ausentes de una solución real. Desde la vereda de los productores, se advierte que la ampliación de subsidios anunciada para pequeños tambos es una gota de agua en el desierto.