La producción de soja se despide de las zonas extrapampeanas; el área abandonada por la oleaginosa regresará a la ganadería.
En los últimos años ambientalistas fanáticos hablaron hasta el cansancio de cómo la soja generaba un “desierto verde” en el campo argentino. Pero ahora deberán cambiar el discurso.
En
las zonas mixtas extrapampeanas –aquellas que quedan a más de 450
kilómetros de las principales terminales portuarias– la mayor parte de
los productores abandonarán este año la siembra de soja para destinar
esa área a la actividad ganadera. También caerá la superficie de
girasol.
En la actual coyuntura el
único cultivo viable en las zonas extrapampeanas de Córdoba. San Luis y
La Pampa es el maíz para consumo propio. Es decir: el cereal destinado a
transformarse in situen proteínas animales.
RETENIENDO TODOS LOS VIENTRES BOVINOS
Los
lotes liberados de soja y girasol pasarán a maíz, pasturas y verdeos.
Para aprovechar al máximo esa nueva superficie disponible los
empresarios agropecuarios están reteniendo todos los vientres bovinos
que pueden (el crecimiento en base a compras de hembras no es una
alternativa válida para la mayoría por el elevadísimo precio de las vacas).
El
crecimiento de la ganadería en las zonas extrapampeanas es producto de
la falta de alternativas: no sucede porque sea un negocio brillante en
sí mismo, sino porque la agricultura allí es inviable por los bajos
precios combinados con altos costos de flete. Se trata, en definitiva,
de una opción orientada a la lograr la supervivencia.
A diferencia de las regiones pampeanas agrícolas con tradición ganadera –como por ejemplo la Cuenca del Salado– en las cuales se eliminó de los campos buena parte de la infraestructura ganadera para pasarse completamente a la producción de granos,
las zonas extrampampeanas nunca dejaron de lado la actividad pecuaria
(lo que permite un regreso a la ganadería sin mayores dificultades).
El
último informe mensual de la Cámara de la Industria y Comercio de
Carnes de la República argentina (Ciccra) indica que en junio pasado la
participación de las hembras bovinas en la faena total argentina fue de
42,2%, una cifra 2,5 puntos porcentuales inferior a la del mismo mes de
2014, lo que estaría indicando el inicio de una fase de retención de
vientres.