Sin lluvias no mejora el panorama: La mitad del maíz y la soja, en mal estado



Así lo alertó la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Se traduce en más de 13 millones de hectáreas con estrés hídrico.


La luz amarilla que viene encendida para la cosecha gruesa argentina desde fines de la primavera, cuando comenzó a notarse la falta de lluvias, comienza a teñirse de rojo: según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, 58 por ciento de los lotes de maíz, 56 por ciento de los de soja y 45 por ciento de los de girasol presentan una condición de cultivo entre regular y mala.

Esto significa, a valores reales, más de 13 millones de hectáreas con estrés hídrico, con la soja de primera como la mayor afectada porque se encuentra entre diferenciación de vainas y comienzo de llenado de grano, mientras que los lotes de maíz tardío aún no comenzaron a transitar su período crítico de definición.


Aunque la entidad porteña sostuvo su pronóstico de cosecha de 50 millones de toneladas de soja y 39 millones de maíz, que supone sendos recortes en relación a las previsiones iniciales, ya hay muchos especialistas del sector que advierten que estos números siguen estando sobredimensionados.

El consultor Pablo Adreani, por ejemplo, calcula una producción sojera que no superaría las 47 millones de toneladas.

El panorama es realmente sorprendente: según la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario, en la región pampeana, en los últimos tres meses y medio, llovió el equivalente a lo que el año pasado cayó en apenas 30 días. Esta entidad aseguró que, en la zona núcleo, dos de cada tres lotes de soja tienen estrés hídrico.

El climatólogo José Aiello, que asesora a la GEA, advirtió que la falta de lluvias se debe a la estabilización de centros de alta presión que provocan descargas escasas y en escalas territoriales muy acotadas.

Las noticias que trae Aiello no son buenas para el agro: "Febrero seguirá siendo resistivo a las lluvias de envergadura", dijo en una nota publicada por la BCR.

Técnicamente, explicó que "hay un vasto despliegue de altas presiones sobre el océano que ingresa sobre el continente. Esto está pasando desde principios de enero y genera una tendencia estabilizadora, afectando la entrada de humedad del noreste. Este patrón de superficie, puede moderarse si la estructura vertical de la atmósfera compensa esta falencia. Pero, por el contrario, en altura esta anomalía se acentúa y fortalece una estructura muy estable, inconveniente para el desarrollo de los sistemas precipitantes".

Este es el panorama que limita la actividad pluvial a gran escala, y que seguiría actuando hacia el resto de febrero. "Esto está definiendo un escenario que complejiza definitivamente el tramo final de la campaña. Las lluvias que pueden concretarse serán en general muy modestas, siguiendo con la irregularidad pluvial que propone esta inoportuna estructura atmosférica", agregó.