El sadismo de la continuidad de un castigo reconocido

 

La Argentina necesita de manera cada vez más urgente el ingreso de divisas que posibiliten el crecimiento inclusivo, sostenido y sustentable de su enmarañada economía, así como el fortalecimiento de sus reservas internacionales.
Sin embargo, la continuidad del cepo cambiario heredado de anteriores administraciones, constituye sin lugar a dudas una barrera poco tentadora para aquellos capitales extranjeros que buscan una oportunidad de negocios en nuestro país, lo que, sumado a la carencia actual de financiamiento externo, deja a la generación genuina de divisas como la única fuente real de Dólares frescos. Y ante esta realidad insoslayable, todos miran con indisimulada voracidad a quien es más fácil gravar con impuestos, el sector agropecuario.
Y en ese marco de urgencias y carencias en que se vive en estos tiempos, en medio de un ajuste que busca domar la inflación crónica de nuestro país, y con una sociedad angustiada y golpeada por un índice de pobreza que le pega a la mitad de la población, pero con la esperanza renovada de encontrar una salida, el Gobierno del Presidente Javier Milei debe presentar el Proyecto de Ley de Presupuesto para el próximo año 2025.
Es por ello que la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona CARTEZ reclama, una vez más, luego de que el Presidente reconociera de manera explícita que el sector agropecuario ha sido sistemáticamente saqueado para favorecer a otros sectores de la economía, que en ese Proyecto de Ley se contemple de manera impostergable el inicio de la disminución efectiva hasta su total desaparición de los Derechos de Exportación que pesan sobre los productos agropecuarios, los que, desde su implementación hace más de 20 años, constituyen un peso impositivo determinante que imposibilita al sector agropecuario argentino expresar su plena capacidad productiva y generadora de divisas, le impiden crear mayor cantidad de puestos de trabajo y propiciar una dinamización definitiva de la economía, al tiempo que condenan a sus productores, en la actual realidad de precios internacionales deprimidos, a una situación de economía de subsistencia.
Lamentablemente, sólo con la disminución de absurdas trabas burocráticas administrativas y el achicamiento de la brecha cambiaria no alcanza.
Ya no hay más espacio para la continuidad de impuestos distorsivos. No lo hay.