Salvador Di Stefano Bajan impuestos o suben tipo de cambio.

La Argentina no es competitiva, el gobierno lo sabe, pero le resulta muy difícil bajar el déficit fiscal, tener un tipo de cambio competitivo e impuestos razonables. Las intenciones son buenas, los resultados malos. La economía se deteriora.

El gobierno ha alcanzado un acuerdo histórico con las provincias argentinas, se firmó un pacto fiscal que propone un sendero de reducciones y eliminación de impuestos hasta el 31 de diciembre de 2021 en donde se tiene que definir un nuevo paquete de medidas destinadas a regir la coparticipación en la Argentina.

Para el año 2023 no existirán más impuesto a los sellos y al cheque. Se reducirán las alícuotas de ingresos brutos, en donde muchos sectores estarán exentos. Impuesto a las ganancias tendrá una tasa del 25% si reinvertís utilidades, mientras que los aportes patronales se pagaran a partir de $ 12.000 por empelado mes. Capital Federal tendrá el mismo estatus de reparto que cualquier provincia argentina, se terminaran los subsidios especiales para los porteños en materia energética y de transporte. Se prohíbe la creación de impuestos patrimoniales y la alícuota de bienes personales será del 0,25%. El impuesto inmobiliario tendrá una valuación homogénea en todo el país, y se pagará entre el 0,5% y 2% de dicho valor. Las empresas podrán ajustar sus balances por inflación pudiendo reexpresar las partidas que durante años quedaron desconectadas de la realidad. Todo esto queda sellado con las provincias mediante dos temas importantísimos, el primero es que se terminan los juicios entre Nación y Provincias y quedan saldadas dichas deudas por acuerdos o renunciamientos. En segundo lugar, se vota una ley de responsabilidad fiscal que congela el gasto público y solo se incrementa de acuerdo a la inflación corriente, la dotación de personal será un porcentaje de la población total, y las provincias quedan obligadas a tener equilibrio presupuestario. Por si todo esto fuera poco, deben extender este acuerdo a sus municipios y comunas que deben comprometerse a mantener ratios de gestión equilibrados.

Si todo esto se cumple, los empresarios tendrán por delante un horizonte de previsibilidad, si este acuerdo no se cumple es muy probable que una vez más perdamos la oportunidad de ser un país serio.

Mientras todo esto sucedía, la Superintendencia de Seguros se daba cuenta, dos años más tarde, que las compañías aseguradoras estaban invirtiendo en instrumentos financieros de corto plazo como las Lebac. Como si esto fuera un pecado de juventud prohibió la inversión en este tipo de instrumentos, e invito a las aseguradoras a que invirtieran en instrumento de largo plazo, que serán emitidos por el Tesoro Nacional.

De esta forma el Banco Central con cara de póker aliviaría la deuda de corto plazo y transferirá dicha deuda al Tesoro nacional en un instrumento de más largo plazo.

Al día 14 de noviembre el stock de lebac ascendía a la friolera de $ 1.010.883 millones, que equivaldría a unos U$S 57.738 millones, cifra que supera a las reservas que se ubican en U$S 54.746 millones.

El stock de lebac se ha convertido en una gran bola de nieve, ya que con una tasa del 29% anual se convierte en una deuda impagable a mediano plazo. Para ello y casi en un paso de comedia, el Banco Central dijo no estar al tanto de lo que sucedía, el gobierno a través del ministerio de finanzas y la superintendencia de seguros, aduciendo un criterio de prudencia procedió a un maquillado canje de deuda entre el ente monetario y el Tesoro nacional. Cualquier parecido con la intervención de mercado es mera coincidencia.

De esta forma el Banco Central aliviara su deuda de corto plazo, el gobierno colocará deuda en pesos a plazos más largos, y las aseguradoras no tendrán títulos tan rentables y a corto plazo, lo que implicaría una reducción de utilidades para estas empresas que nos llevan a sospechar que en algún momento sería razonable que luego de aplicada esta norma suban el precio de las pólizas que emiten.

En la argentina las reservas ascienden a U$S 54.746 millones, la base monetaria a $ 898.104 millones, el stock de lebac a $ 1.010.083 millones, y los pases a $ 53.142 millones, realmente tenemos un pasivo muy elevado para reservas que lucen elevadas pero que son muy bajas frente a tamaña cantidad de compromisos.

En este contexto, el gobierno trabaja en dos frentes, por un lado, el compromiso de un nuevo andamiaje fiscal construido entre los actores políticos del momento, el oficialismo y los gobernadores que deben coronar este acuerdo en el Congreso de Nación.

Por otro lado, para sostener el plan económico, la autoridad monetaria sale a reprimir con la suba de tasa de interés a niveles del 29,5% anual la expectativa de inflación, y trata desesperadamente de que el tipo de cambio no se despierte de la siesta en la que lo indujo con un valor que oscila entre $18,00 y $ 17,00.

La inflación no cede ubicándose en niveles del 23% anual, la suba de servicios públicos pone rebelde al índice de precios, las fuentes de la inflación no son solo monetarios, hay inflación de costos que no se puede detener, y esto hace que las metas de inflación queden pintadas como un cuadro de Quinquela Martin.

Conclusiones

1)    El pacto fiscal entre nación y provincias es histórico, e invita a entusiasmarnos para tener un país más ordenado y con reglas claras.
 
2)    El canje de Lebac por bonos de largo plazo, el pase de deuda en el Banco Central a deuda del Tesoro es una muy mala señal, que invita a pensar que la intervención el mercado sigue con otros modos.
 
3)    Querer disciplinar la inflación y al tipo de cambio subiendo solo la tasa de interés es tener un criterio económico del paleozoico. La inflación es un fenómeno monetario, pero es imposible que descienda si el mismo Banco Central que pretende una inflación más baja no para de emitir dinero, permite una suba del 70% en determinadas líneas de crédito y se endeuda por encima de las posibilidades de mercado. Tampoco ayuda que el Tesoro tenga un déficit fiscal que equivale al 4,2% del PBI, que son aproximadamente unos U$S 20.000 millones.
 
4)    Este tipo de cambio tan bajo invita a importar, viajar al exterior y acopiar a futuro. No podemos exportar y si combinamos el bajo tipo de cambio, la presión tributaria muchas actividades productivas dejan de serlo, y las economías regionales están en crisis.
 
5)    Bajan impuestos o suben tipo de cambio, no hay espacio para ninguna otra discusión, de lo contrario estaremos tratando de predecir la duración de la recesión, en ningún momento la expansión de la economía.