Semáforos para la industria: normas de salud en alimentos. Carlos Petroli

La vigilancia y normativas sobre información nutricional y rotulado, inclusive en tono de advertencia respecto de nutrientes críticos (sodio, grasas, azúcares, calorías) promete más noticias para el boletín de recaudos entre productores y consumidores de alimentos. La industria procura estar al tanto de las novedades y de una tendencia que sobrepasa el nivel de la aldea, porque tiene condimentos globales y actualizaciones permanentes.
Dentro de este complejo universo cabría ubicar a la reciente normativa municipal que determinó el retiro de azúcares de la mesa en los bares cordobeses. El caso no encontró una mención explícita por parte de las autoridades técnicas que asistieron esta semana en Córdoba al Encuentro Internacional del Sector Alimenticio, pero encaja en la tónica dentro de la cual se está moviendo el aparato regulatorio.
El semáforo nutricional cordobés para el azúcar gatilló una controversia con la provincia de Tucumán, la principal región cañera del país. Pero, por lo visto, no se trata de un asunto desconectado del universo.
Las regulaciones y políticas en gestión de control de los alimentos estuvieron en la agenda de las rondas técnicas organizadas por la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba (Cacec), la Agencia ProCórdoba y el Consejo Federal de Inversiones (CFI), con participación de representantes de países vecinos.
La veterinaria chilena Silvia Baeza Pinto, coordinadora nacional de Inocuidad en el Ministerio de Salud trasandino, citó que en su país está prohibida la publicidad dirigida a menores de 14 años sobre productos calificados “altos” en determinados nutrientes. “Un personaje atractivo para los niños como Lionel Messi no podría estar en esos avisos”, señaló a modo de ejemplo. Desde el año pasado, Chile incorporó a su Reglamento Sanitario el “octágono negro”, un rotulado frontal de advertencia que debe ir en la etiqueta de los productos altos en los denominados “nutrientes críticos” por sus valores de sodio, azúcares, edulcorantes, grasas, energía y calorías. Los parámetros están sujetos a ajustes para bajar los límites actuales en los próximos tres años, explicó la funcionaria. Como tendencia, dijo Baeza Pinto, la vigilancia busca ahora enfocarse en los “peligros químicos”, dado que la industria tiene más dominio sobre bacterias y los “peligros biológicos”, a partir de la implementación de las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) y de sistemas de puntos críticos de control. Cuando se habla de peligros químicos, la inocuidad en alimentos apunta a micotoxinas, metales pesados, residuos de medicamentos veterinarios y de pesticidas.
Federico Priotti, director general de Control de la Industria Alimenticia, mencionó que este ente provincial de la órbita del Ministerio de Industria tiene en curso líneas de trabajo en genuinidad de origen para mieles, aceite de oliva, y vigilancia sobre conservas, productos libres de gluten, chacinados, conservas y microbiológicos.