El impuesto a la renta financiera y su impacto en el mercado. Salvador Di Stefano

Hecha la ley, hecha la trampa. Este refrán nos enseña que al crearse una norma que es negativa para la población, las personas piensan de manera inmediata como evitarla. El refrán narra la historia de unos monjes japoneses que solo podían comer carne de un animal marino, como obtenerlo era difícil, decidieron catalogar a los cerdos como ballenas silvestres. 

El gobierno pretende crear un tributo que grave la renta financiera. Lo primero que debemos analizar es que se entiende por este concepto. Quedarían grabados los plazos fijos y colocaciones en lebac por una suma mayor a los $ 500.000, y la alícuota sería progresiva con un máximo del 35%. No serían grabados otros instrumentos financieros como bonos, obligaciones negociables o tenencia de moneda extranjera entre otros.  

Según versiones de mercado, el gobierno pretende impulsar este proyecto pasadas las elecciones de octubre, y prefiere liderar el debate, antes que dicho proyecto se instale en el congreso de la mano de la oposición y pierda la iniciativa, el control de la propuesta y termine vetando el proyecto con un desgaste en su imagen. 

Realizadas estas consideraciones, podríamos pensar que puede suceder ante este escenario. 

1)    Los que realicen colocaciones en lebac o plazo fijo lo harán en partidas inferiores a $ 500.000. Esto es probable que suceda, pero el gobierno podría aplicar el tributo a la suma de colocaciones en cabeza de persona física. Hecha la ley, hecha la trampa, los plazos fijos o lebac se podrían realizar en cabeza de distintas personas para evadir el pago del tributo, por ejemplo, en cabeza de varios integrantes de la familia. 
 
2)    Si suponemos que las sumas invertidas son muy elevadas, los inversores podrían tomar el camino de pedir una mayor tasa de interés para permanecer en dicha inversión, por ende, la tasa de plazo fijo y lebac subiría considerablemente, la tasa de interés seria igual a la suma de la tasa de mercado más el impuesto que determine el congreso a aplicar. De esta forma se perjudicarían los tomadores de crédito que pagarían el impuesto de quienes colocan el dinero a plazo fijo. Le pongo un impuesto al colocador de fondos y lo paga él toma un crédito, claramente un sin sentido. 
 
3)    Ante la aplicación de este tributo, los inversores podrían mutar de las inversiones en plazo fijo y lebac a otro tipo de inversiones. Por ejemplo, la familia de bonos en pesos que existen en el mercado, el PR15 es un bono en pesos que paga intereses trimestralmente y tiene una tasa de retorno del 30% anual. Es un bono que podría subir muchísimo, porque sería el reemplazo ideal de un plazo fijo o lebac superior a $ 500.000 y el bono no estaría gravado por el impuesto a la renta financiera. El mercado mutaría de productos gravados por el impuesto a la renta financiera a otros productos de similares características que no estén alcanzado por el nuevo gravamen. En este caso los bancos podrían colocar obligaciones negociables en pesos, que pagan tasas de interés similares alas de mercado y se paguen mensualmente, que no estarían gravadas pro el impuesto a la renta financiera, y dicho instrumento se aplicaría para financiamiento bancario. 
 
4)    Otro escenario posible, es que los inversores espantados pro esta noticia, comiencen a migrar a inversiones más conservadoras, y se recluyan en el dólar. Si esto sucede sería una verdadera tragedia, porque el tipo de cambio se apreciaría, saladura dinero del circuito económico, y se estacionaria en las cajas de seguridad no generando ninguna externalidad positiva, no se generaría financiamiento alguno y a la economía se estancaría. 

Desde nuestro punto de vista, colocar un impuesto a la renta financiera resulta un absurdo, porque los inversores se correrían del lugar en donde son alcanzados por dicho impuesto para colocarse en otros instrumentos financieros que no estén gravados. El propio Banco Central podría emitir un bono para canjear las lebac a plazos similares a los actuales, y escaparía de esa forma a la persecución impositiva. 

A veces no sabemos si falta astucia para ponerle límites a las propuestas que son inconducentes, o bien se le sigue la corriente a la oposición para exacerbar los problemas y no perder votos. Este tipo de comportamiento puede ser muy efectivo para ganar elecciones, pero no aporta mucho para sacar al país del estancamiento económico. 

El PBI creció el 2,7% en el segundo trimestre de 2017 frente a igual periodo del año 2016. Una alta inflación y moderado crecimiento económico, comparado con un tipo de cambio bajo hace que veamos un PBI creciendo en dólares. Es como ver un oasis en el desierto, pero en verdad no lo vemos es una ilusión óptica. Con un tipo de cambio que crece menos que la inflación, el PBI crecerá en dólares, pero no sabemos si verdaderamente está teniendo un crecimiento sustentable. 

En el año 2015 el Consumo privado representaba el 65,5% del PBI y hoy representa el 69,1%. El consumo público representaba el 18,5% y hoy representa el 18,0% del PBI. La inversión representaba el 15,8% y hoy representa el 14,3% del PBI. Claramente seguimos pretendiendo que el país salga del estancamiento con baja inversión y alto consumo, esto no es sustentable en el tiempo. Necesitamos reformas estructurales para que los agentes económicos dejen de comprar dólares e inviertan más. El impuesto a la renta financiera es un retroceso en la discusión económica, el problema es que el gobierno lo quiere presentar y la oposición lo apoya.