Maíz, soja y los mercados fronterizos. Pablo Adreani

Esta semana, la Argentina sufrió dos situaciones que tuvieron impacto en los mercados: por un lado, la calificadora Morgan Stanley decidió no mejorar la categoría de país fronterizo. Se descontaba una baja en las tasas a partir de esa supuesta mejora en la calificación a país emergente, cosa que no sucedió. Y si las tasas no bajan implica un mayor costo financiero para los productores y un menor valor para sus granos.


Sin embargo, el hecho que tuvo mayor impacto negativo en el principal polo exportador agroindustrial del mundo fue el paro dispuesto por la CGT San Lorenzo. La medida colocó a la Argentina como país agroexportador fronterizo, al afectar lo más importante que tiene un país, la categoría privilegiada de ser confiable a la hora de cumplir con los contratos. Detrás de cada barco que carga en nuestros puertos hay miles de personas esperando poder ser alimentadas y la CGT Rosario ha logrado frenar la cadena de suministros.

El sobrecosto que genera un vapor sin poder cargar sus granos, estimado en US$ 20.000 diarios, hay que extrapolarlo a unos 60 buques que no pudieron ser cargados durante la semana que duró el conflicto. Se asumen 20 buques que estaban en muelle que no podían cargar y luego otros 40 que no pudieron entrar en puerto y debieron esperar en rada.


En total la penalidad por la demora asciende a US$ 1,2 millones diarios y a un total de US$ 8,4 millones en la semana. Este sobrecosto no es asumido por los exportadores y en la práctica se traslada el mismo al precio de compra de la soja y del maíz. Lo más grave es que el mercado mundial considere a la Argentina como país con puertos sucios y no confiable, esta categoría se utiliza en aquellos puertos que pueden tener conflictos étnicos, guerras o paros gremiales que impiden que dichos puertos operen con normalidad los 365 días del año, salvo factores climáticos adversos.

El conflicto gremial paralizó el principal polo agroindustrial global exportador de maíz, soja y de sus derivados. En momentos en que el país necesita mejorar su competitividad para poder competir de igual a igual con países como EE.UU., Rusia y Brasil, nos encontramos con esta novedad doméstica que termina por afectar la imagen del país en su conjunto.


El impacto sobre el mercado fue tan sorprendente que borró de un plumazo las expectativas alcistas que se esperaban para el segundo semestre. La soja disponible volvió a los mínimos de comienzos de cosecha, cuando se cotizaba a US$ 228 por tonelada, muy lejos de los US$ 250 que logró consolidar durante abril y mayo. El maíz fue el otro producto afectado, con el disponible llegando a US$ 135, el valor más bajo desde que comenzó la cosecha y lejano de los US$ 158 de mediados de mayo. Para confirmar que la baja del mercado tuvo como principal causa el paro gremial, vemos que el futuro nueva cosecha no corrió la misma suerte bajista que el disponible. El maíz abril 2018 se cotizaba en el Matba a US$ 150, mientras que la soja mayo 2018 cerraba a US$ 243.

Con estos precios, la relación soja/maíz se ubica hoy en 1,62/1, más favorable para producir maíz que soja, aun dependiendo de zonas y rindes potenciales de ambos cultivos, el maíz con altos rindes es inalcanzable.