Por Juan Manuel Garzón y Valentina Rossetti: economistas del IERAL de Fundación Mediterránea.
Las exportaciones son vitales para las
economías regionales. Ésta es una regla que casi no tiene excepciones
(una de ellas es la yerba mate). Sucede que la producción excede largamente el consumo interno.
Los envíos al exterior representan el negocio principal de las empresas
y cualquier complicación significa que habrá problemas para colocar
toda la producción. Más importante aún, la posibilidad de expandir la
producción está directamente relacionada con la capacidad de lograr
envíos crecientes en el tiempo. Si se percibe que se puede vender más
habrá inversiones, nuevos emprendimientos y creación de empleo.
Entre
los años 2011 y 2015 se observó un cuasi estancamiento en las
exportaciones de muchas producciones regionales, una dificultad
creciente para profundizar la inserción en ciertos mercados y/o para
ampliar la cantidad de consumidores. ¿Qué está sucediendo en lo que
va de 2016? ¿Será este un año de inflexión en materia de envíos al
exterior? ¿Qué está pasando con los precios de venta? ¿Estarán las
empresas colocando mayor producción pero resignando precio? ¿El nuevo
escenario está teniendo impacto simétrico en todas las economías
regionales? Esta columna intenta dar respuesta a estos interrogantes.
De hecho parece oportuno analizar la noticia que puede tener más influencia sobre la economía global de los últimos tiempos, la llegada de Donald Trump a
la presidencia de los Estados Unidos, y los posibles cambios que éste
podría impulsar en materia económica y de comercio (Congreso mediante). ¿Qué importancia tiene el mercado de USA en las distintas economías regionales?
¿Qué sectores y por ende regiones son “más sensibles” a un posible giro
del país del Norte hacia una política de menor integración comercial?
Desempeño exportador en lo que va del año
A partir de estadísticas oficiales (INDEC) se analiza la situación de las exportaciones de 10 economías regionales del país.
Se trabaja agrupando los principales productos que exporta cada una de
ellas. Por caso, se construye la “cadena de la vitivinicultura”,
incluyendo envíos de vinos, mostos, etc.; la “cadena de las infusiones”,
agregando las exportaciones de té y yerba mate (en sus distintos
formatos de envío), y así en cada uno de los 10 casos.
Se
estudia el desempeño exportador haciendo foco en las dos variables
relevantes, los volúmenes exportados (envíos físicos) y el precio medio
de exportación (valor promedio por tonelada). La evolución de estas dos
variables en el 2016 se grafica en un eje cartesiano que muestra en su
cuadrante superior derecho aquella que sería la mejor situación, donde
crecen volúmenes y precio medio de exportación, y en su cuadrante
inferior izquierdo la peor, una combinación de caída de volúmenes y
precio medio.
Se encuentra que de las 10 economías regionales bajo análisis sólo una se ubica en el mejor cuadrante, las legumbres. En
efecto, en los 9 primeros meses de 2016 se han exportado más legumbres
(porotos, garbanzos) y a un mayor valor promedio respecto de similar
período de 2015. Con peor suerte aparecen dos economías
regionales del NEA, que se ubican en el cuadrante menos deseable, la
foresto industria y las infusiones. Estas dos economías tienen el doble problema de estar exportando menos este año y a menor precio promedio. En una situación casi tan difícil se encuentran las frutas de pepita (peras, manzanas), con menores envíos y con un precio medio prácticamente igual al de 2015. Con
mayores envíos pero menores precios se ubican las cadenas del azúcar,
el maní, los cítricos, las frutas de carozo y la olivicultura. Finalmente, con un precio medio levemente mayor al de 2015 pero con menores volúmenes, la vitivinicultura.
Los
resultados obtenidos reflejan un desempeño claramente dispar en la
dinámica de las exportaciones de las distintas economías regionales.
Esto indica que en la trayectoria externa de cada una de ellas influyen
además de cuestiones macroeconómicas comunes (la eliminación del cepo y
la suba del tipo de cambio nominal), una amplia gama de factores
específicos que pueden estar vinculados a la propia política económica
(por caso, la eliminación de derechos de exportación, impuesto que se
aplicaba con alícuotas diferenciales, ha beneficiado más a algunos
productos que a otros), a los diferentes tiempos que requiere cada
actividad para responder a un mejor ambiente exportador (varios años
para incrementar la oferta de cultivos intensivos), a los fenómenos
climáticos con impacto regional asimétrico (un exceso de lluvias, un
ciclo más seco), a las distintas reacciones que tiene la demanda interna
en un año recesivo como el 2016 (y por ende la liberación de más o
menos excedentes productivos), a la situación puntual de mercados
externos de peso, etc.
Cuando se
profundiza el análisis al interior de cada cadena se observa diversidad
de situaciones según productos exportados. Por ejemplo, en la cadena
de las infusiones la caída de exportaciones se concentra en el té verde
(-34%, en envases de más de 3 kilos) y en la yerba mate procesada (-35%), mientras que, por el contrario, se observa un aumento en las exportaciones de té negro y yerba mate canchada. En vitivinicultura, por dar otro ejemplo, suben las exportaciones de vinos envasados (+6%), no así la de vinos a granel (-28%).
¿Qué economías regionales tienen hoy más incertidumbre que antes de las elecciones en los Estados Unidos?
Es
de esperar que Donald Trump genere cambios económicos con consecuencias
no sólo fronteras adentro de Estados Unidos sino también en el mundo
entero. Es muy probable que una impronta de tipo nacionalista se
manifieste en menor o mayor medida en la política comercial externa,
resultando a priori en una menor apertura de la economía norteamericana
o, desde otra perspectiva, en un acceso más complicado al gran mercado de Estados Unidos para productos de otras latitudes.
Una
economía más cerrada de Estados Unidos afectaría en mayor medida a sus
principales socios comerciales, que son China, México y Canadá, y en
un efecto carambola a los socios comerciales de estos últimos países, y
así en forma recursiva a todo el mundo. De todos modos, lo anterior es
relativo, dado que la nueva política comercial externa no necesariamente
será simétrica en cuanto al nuevo trato que propone para con los
países, pudiendo favorecer o perjudicar de forma discrecional a
determinados bloques económicos, países o regiones según los intereses y
preferencias del nuevo gobierno.
Estados
Unidos ha absorbido el 7% de las exportaciones argentinas en lo que va
de este año (en valor), un porcentaje que si bien es importante está por
debajo del que muestran otros socios (caso de Brasil, la UE o China). El tema es que para algunas economías regionales la dependencia es mucho mayor.
Algunos ejemplos: el
55% de las exportaciones de infusiones (volúmenes) se concentran en el
país del norte (+70% en té negro); el 29% de los envíos de la cadena
vitivinícola (vinos en botella); el 22% de las exportaciones de frutas
de carozo (+52% ciruelas); el 18% de las exportaciones de frutas de
pepita y sus derivados (+90% jugo de Manzanas); el 12% de las
exportaciones de la cadena olivícola (+30% aceitunas conservadas en agua
salada); el 10% de los envíos de productos de la forestoindustria.
Para muchas producciones agroindustriales Estados Unidos representa un
mercado más relevante que lo que significa para todos los sectores
exportadores de Argentina. Nótese además que en varios de estos casos la
importancia de USA crece cuando se miden las exportaciones en valores
(en ingresos monetarios).
Como
puede deducirse, las economías regionales que concentran más envíos en
Estados Unidos son a priori las que se encuentran en una situación más
vulnerable en caso de endurecerse el acceso en los próximos años.
Además del factor anterior, otro elemento que debería considerarse para
evaluar el impacto efectivo que podría tener un escenario de mayor
proteccionismo es la posibilidad concreta de Estados Unidos de
reemplazar en cada actividad productiva (con cierta rapidez) por
producción nacional. Hay cuestiones de calidad, temporalidad (contra
estación), competitividad, capacidad industrial instalada, etc., que
pueden hacer que algunas exportaciones regionales se encuentren más
fuertes que otras para resistir un posible embate proteccionista.