El Director
Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno nos
contesta varias preguntas. Habla del difícil inicio de año para el
biodiesel, aunque prevé un mayor uso de la capacidad instalada y mejores
perspectivas en el frente externo. El bioetanol presenta una situación
relativamente mejor.
¿Cómo empezó el año para la industria del biodiesel?
La
industria argentina tiene una capacidad de producción de alrededor de
4,6 Mt anuales. El año pasado se utilizó alrededor del 40% de ese total,
con ventas al mercado interno apenas superiores a 1 Mt y exportaciones
por 790.000 t. Este año, la producción de biodiesel será superior a 2,2
Mt, pudiendo llegar a 2,4 Mt, con exportaciones no menores a 1,2 Mt y un
uso de la capacidad instalada que puede llegar al 50%.
Por
el lado del mercado interno el año comenzó mal, ya que luego de la
devaluación del peso ocurrida en diciembre pasado los precios internos
de los combustibles líquidos y de los biocombustibles se fueron
recomponiendo muy lentamente, mientras que el precio del aceite crudo de
soja –principal materia prima del biodiesel producido en el país- se
ajustó de manera sincrónica.
Por otra parte,
el plazo de pago usual en la compraventa de biodiesel destinado a
atender el mandato de corte establecido por el artículo N° 7 de la Ley
26.093 no se modificó y ante la variabilidad del tipo de cambio se
produjo un efecto negativo adicional. Todo ello condujo a una reducción
significativa de la oferta de biodiesel por parte de las pequeñas y
medianas empresas proveedoras, como así también de las fábricas grandes
no integradas con aceitera o ubicadas en zonas de economías regionales
–que en su conjunto representan el total de dicha oferta de biodiesel en
el mercado local-. De esta forma, se impidió el cumplimiento de la
obligación de incorporar un 10 % de biodiesel al gasoil mineral. Como si
esto fuera poco, a las compañías petroleras integradas les resulta muy
conveniente procesar la mayor cantidad de petróleo crudo producido
localmente y transferirlo a las refinerías a un precio mucho más alto
que el internacional, como así también, dar la mayor utilización posible
a la capacidad de refinación de petróleo disponible, en atención a los
elevados niveles de crush spreads que se registran en el mercado local,
por lo que cuanto menor cantidad de biocombustibles se incorporen a la
nafta o el gasoil, aumenta la rentabilidad de las operaciones de
aquéllas.
En los últimos dos meses, se viene
produciendo un reacomodamiento positivo, pero todavía está muy lejos de
alcanzarse un corte con contenido de biodiesel del 10%. Además, no se
está cumpliendo con la obligación de corte de un 10 % en el gasoil que
consumen las generadoras eléctricas. El Ministerio de Energía ha puesto
su foco en todas estas cuestiones, para lograr una rápida inflexión de
esta situación.
¿A qué
se debe la incipiente recuperación que se advierte en las exportaciones?
¿Hay posibilidades de volver a la UE a corto plazo?
Por
el lado de las exportaciones de biodiesel, se registra un buen nivel,
motorizado principalmente por la demanda de Estados Unidos, mientras
sigue cerrado técnicamente el mercado europeo, luego de que en 2013 se
aplicara a nuestro biocombustible un derecho de importación antidumping.
Si bien se está tramitando un panel en la OMC por esta cuestión, que ya
cuenta con dictamen positivo para nuestro país en primera instancia, se
está abriendo una etapa de apelación –que muy probablemente ratificará
lo decidido en primera instancia- y recién la UE comenzaría a reducir
significativamente o a eliminar dicho arancel extraordinario en 2017,
hecho que impediría a nuestro país ir recuperando ese mercado a
cortísimo plazo. Días pasados España decidió no renovar las cuotas de
distribución de biodiesel en su mercado, hecho auspicioso y necesario,
pero mientras la UE no proceda en función a lo descrito antes, será
imposible recuperar dicho mercado.
En síntesis,
la dinámica exportadora, como comenté antes, proviene de la fluidez de
la demanda norteamericana. Incluso, la mayor restricción que tiene
Argentina es disponer una cantidad de soja certificada –conocida en el
mercado como soja EPA- acorde con los requerimientos de su
transformación a biodiesel para exportar a aquel destino. Como comenté
antes también, el mercado europeo, en el mejor de los casos, comenzará a
recuperarse lentamente a partir del año próximo.
¿Qué panorama se vislumbra para el etanol?
La
capacidad instalada de producción es del orden de 1,25 M m3 anuales,
computando algunas ampliaciones de planta en curso. El año pasado la
producción y el consumo interno de bioetanol fue del orden de 800.000
m3, con un aporte del 59% de parte de las cinco destilerías de maíz y de
un 41% de los nueve ingenios azucareros. Este año, se agregaron al
programa de bioetanol tres ingenios más y se estableció que la oferta
para que corten las petroleras debe provenir en partes iguales de los
ingenios y de las destilerías de maíz. El consumo interno debe aumentar
por encima de 900.000 m3 para ubicarse en torno al millón de m3 anuales.
Por el momento, no se exporta bioetanol destinado al mercado de
combustibles.
A futuro, el panorama de mediano y
largo plazo es positivo. En bioetanol el país implementará el programa
Flex Fuel, al estilo Brasil, con cortes superiores al 20% de contenido
de bioetanol, aunque todavía no está resuelto si en forma paralela se
desarrollará una cadena de valor de alcohol hidratado como en el país
vecino. En materia de biodiesel, la generación eléctrica debe cumplir
con el corte obligatorio incorporando un 10% de biodiesel al gasoil que
usa. El corte irá aumentando lentamente en todos los segmentos, pasando
por el 12% (de reciente implementación), luego al 15% y en algunos
segmentos de consumo, como transporte automotor de pasajeros y agro, se
podría llegar a un 20%.
A cortísimo plazo, es
muy necesario que las compañías petroleras resuelvan los problemas
logísticos que aducen para no dar cumplimiento al mandato de corte de un
12% de contenido de bioetanol en las naftas.
¿Qué cambios necesitaría el marco regulatorio a nivel local?
Es
fundamental que la Autoridad de Aplicación profundice el proceso que
viene registrando para hacer más transparente el funcionamiento del
Programa Nacional de Biocombustibles, en aspecto de precios, seguridad,
calidad, medio ambiente, asignaciones de cupos, etc. En el caso del
biodiesel se requiere la eliminación de la Unidad Ejecutiva
Interdisciplinaria de Monitoreo, organismo creado en 2012 que a esta
altura ha sido tristemente célebre por todos los errores que cometió con
sus decisiones y la falta de transparencia que profesó desde aquel
momento.
Del mismo modo, resulta trascendente
aumentar la inserción de los biocombustibles en la matriz energética
argentina. En cuanto al biodiesel, hay que poner en vigencia rápidamente
el B10, para pasar luego a B12 y a B20. Para ello, la industria de
biodiesel debe consensuar con el Gobierno Nacional, la industria
automotriz y las compañías petroleras algunos ensayos representativos y
auditados, que eliminen las dudas que algunos actores de estas dos
últimas industrias tienen sobre la funcionalidad del biodiesel en esos
cortes porcentuales y abran paso a la implementación de dichos
programas. En lo personal, no me caben dudas que ello es técnicamente
viable.
En cuanto a la generación eléctrica,
debe trabajarse activamente para que pronto se cumpla el mandato de uso
de biodiesel en un 10%.
La industria del
biodiesel debe invertir para ofrecer al mercado un combustible que
mejore la muy buena calidad promedio actual, de manera de reducir
eventuales riesgos que se pueden presentar con el uso en porcentajes
mayores al 12%, fundamentalmente cuando las temperaturas son muy bajas.
Se
requiere trabajar también para lograr una ley que determine un encuadre
estable para el biodiesel, en reemplazo de la Ley 26.942, eliminando
las contingencias que quedaron desde la implementación del Programa
Nacional de Biocombustibles en 2010.
En materia
de comercio exterior de biodiesel, sería muy conveniente eliminar el
régimen de derechos de exportación móviles establecido por el Decreto
1719/12 y fijar en cero la alícuota del biodiesel, como la del resto de
los bienes industriales. Si bien puede resultar abstracto en ese
escenario, sería importante establecer en 360 días el plazo de los
permisos de embarque de exportación.
Por el
lado del desarrollo del bioetanol, es imperioso lograr que el E12 sea
cumplido por las compañías petroleras y que se trabaje en la
implementación de un programa Flex Fuel que sea ecuánime, respetando los
derechos adquiridos de todos los productores de bioetanol, eligiendo el
mejor programa, acorde a las ventajas competitivas de nuestro país en
la materia.
Asimismo, es importante que las
fórmulas de precio que establezca el Ministerio de Energía para el
abastecimiento en el mercado interno sean representativas de la realidad
económica de la industria –tanto de biodiesel como de bioetanol-,
respetando los costos reales de ella.
Por
último, si el Gobierno Nacional no hace uso de la facultad que le otorga
el artículo N° 1 de la Ley 26.093, el régimen establecido por esta
norma vence en 2021, o sea, dentro de alrededor de cinco años. Por lo
tanto, es lógico pensar que en un futuro mediato comenzarán a discutirse
cuestiones vinculadas a un nuevo régimen de incentivos de los
biocombustibles en Argentina.
En todos los
casos, se requieren reglas de juego claras, a largo plazo, con un
régimen de promoción sustentable en lo técnico, económico, ambiental y
social.
¿Hacia dónde va la industria? ¿Qué escenario se avizora a finales de la década?
Cualquier
cambio tecnológico estructural, como el que viene asociado al automóvil
eléctrico o a la economía del hidrógeno, requiere muchos años para la
reconversión de todo lo que hoy el mundo tiene en materia de plantas de
producción de combustibles, parque automotor, redes de transporte,
almacenamiento y distribución, etc.
Por ello,
en la transición energética, los biocombustibles son los más eficientes
para complementar a los combustibles líquidos. Por lo tanto, opino que
su participación aumentará, mientras aparecerán nuevos procesos y
productos que mejorarán las performance actual de los mismos,
haciéndolos más eficientes. Esto ocurrirá tanto en el mundo como en
Argentina.
En todos los casos, la razón exige
prudencia. La importancia del petróleo, del gas mineral y del carbón en
la economía mundial es muy grande. Ante el nuevo paradigma energético,
que implica el cumplimiento de los compromisos que asumieron los países
en la reciente COP21 de París, el desarrollo de las energías renovables
en general y de los biocombustibles en particular es inexorable. Pero
los objetivos que se impongan, para ser sustentables, deben estar acorde
al desarrollo tecnológico y a la fluidez en el abastecimiento de
materias primas e insumos. Ese enorme esfuerzo que debe hacer la
humanidad, no puede concretarse sin un cambio profundo en los hábitos
normales de la población mundial, para lograr antes que nada, un uso
mucho más eficiente de la energía.