El stock avanza a paso lento. Ignacio Iriarte

Al 30 de marzo, el stock ganadero registró un incremento de 1,20 millones de cabezas, un 2,3 por ciento más que el año anterior.

El origen de este aumento se reparte entre la retención de vacas (560 mil cabezas) y el mayor número de terneros destetados (750 mil crías). Esto último producto a su vez del mayor número de vacas y de la mejor relación ternero/vaca, que pasó del 59,7 al 61,5 por ciento.

Este aumento de 1,2 millones de cabezas, considerando una tasa de extracción de equilibrio del 25 por ciento, permite un incremento de la faena nacional –sin afectar el stock– del orden de las 300 mil cabezas, que con un peso medio de 230 kilos por animal daría una producción adicional de carne de unas 69 mil toneladas anuales. Significa un aumento genuino de la producción del orden de sólo 1,60 kilos por habitante, pasando la disponibilidad de carne, sea para exportar o sea para consumir, de los 62 kilos a los 63,6 kilos por habitante y por año. Si no se consumiera domésticamente, esta producción marginal permitiría aumentar las exportaciones en unas 70 mil toneladas anuales. Todo muy modesto.

Si le agregamos a este análisis que la población humana crece en la Argentina a una tasa del 1,2 por ciento acumulativo anual, se verá que la mejora en la producción de carne vacuna, por habitante y por año, crece en términos netos sólo 1,1 por ciento anual.

Al ritmo de crecimiento del stock en el último año, serían necesarios 10 años de crecimiento ininterrumpido para que se pueda consumir entonces 60 kilos y exportar 500 mil toneladas. Frente a este enfoque algo pesimista, puede contraargumentarse que el porcentaje de procreo en los próximos 10 años va a incrementarse y que el peso medio por animal también probablemente aumente. Por lo que esa meta productiva podría lograrse antes de tiempo. Desde el punto de vista de los patrones internacionales y comparando estos dos parámetros con otros países competidores, tanto la tasa de destete como el peso medio son en la Argentina vergonzosamente bajos y lo único que se puede esperar es que mejoren.

A Steven Kay, el prestigioso analista de mercados estadounidense, se le preguntó recientemente en Australia si no era necesaria en ese país una investigación oficial sobre la libre competencia y la transparencia en el mercado de hacienda en pie australiano. Los productores creen ver colusión entre los principales compradores de la industria frigorífica, la cual, al igual que en otros países, registra un avanzado grado de concentración. “No se si es necesario un estudio. En los Estados Unidos, donde tres empresas concentran 80 por ciento de la faena, se han hecho en los últimos 30 años innumerables estudios y no se ha llegado a ninguna evidencia sobre la posibilidad de que los compradores de ganado controlen la oferta, o impongan precios a la baja. Desde mediados de los años 1980, la Usda Packers and Stockyard Program” (PSP), el organismo que vigila la industria frigorífica, ha publicado al menos ocho estudios, con miles de páginas, que no han encontrado evidencia alguna sobre falta de competitividad en los mercados ni conductas desleales. Y los trabajos, al igual que todos lo que hacen las universidades, están muy bien hechos”, admitió Steven Kay.
*Analista de mercados