Los
contratos de soja en Chicago treparon levemente en los últimos días,
impulsados por cobertura de posiciones vendidas de los fondos y mejoras
en los mercados de aceites vegetales. Tras tocar mínimos de seis años en
el comienzo de la semana, en los días previos al feriado por el Día de
Acción de Gracias el mercado se recuperó hasta alcanzar máximos desde el
10 de noviembre. De este modo, los precios interrumpieron una serie de
cuatro caídas semanales consecutivas.
Sin
embargo, ante la virtual inexistencia de fundamentos alcistas de peso,
es una incógnita si esta recuperación podrá perdurar en el tiempo. La
única carta a favor que tienen los que apuestan a la suba es que se
incorpore a los precios una eventual prima de riesgo por las condiciones
climáticas en Sudamérica. Si bien en Argentina la situación de los
cultivos es mayormente favorable, el área sembrada hasta el momento no
llega aún a la mitad del total de intención. Además, comienza a
preocupar el exceso de lluvias en el sur de Brasil y el déficit pluvial
que se observa en el centro-oeste del país.
La
coyuntura de nuestro país estuvo en boca de todos los analistas del
mercado global durante los últimos días, en el intento de evaluar un
potencial cambio de actitud en la oferta ante la llegada del gobierno y
la aparición de estímulos que puedan acelerar el ritmo de ventas de la
oleaginosa. Se trata de un tema no menor habida cuenta de que las
fábricas y exportadores ya adquirieron alrededor de 47 M tn hasta
mediados de noviembre, quedando potencialmente unas 17-18 millones
adicionales esperando su ingreso a circuito comercial, incluyendo el
inventario sobrante del año pasado.
Aun
sabiendo que se desactivaron los rumores de suspensión transitoria de
los derechos de exportación, quedan factores que podrían acelerar la
comercialización en el corto plazo. Entre ellos se destacan:
a) Inverso disponible/forward:
en las últimas semanas creció el diferencial de cotización entre el
mercado disponible y los valores forward a abril/mayo de 2016, superando
por momentos los u$s 40/tn. En otras palabras, el poroto pierde
alrededor del 15% de su valor si su venta se difiere hasta abril.
Naturalmente, en la medida en que este diferencial continúe
expandiéndose, el incentivo para vender rápido irá en aumento.
b) Mejora sustancial de los precios en noviembre:
en el último mes el mercado local de soja recuperó más del 10%,
generándole incentivos a la oferta. La suba fue estrictamente local y el
diferencial de precios entre Rosario y Chicago cayó a mínimos desde
enero de 2007. A los rendimientos obtenidos en la última campaña, los
precios actuales dan rentabilidad al cultivo, estimándose un costo
integral de producción y comercialización de u$s 240 por tonelada a un
radio de 200km de Rosario.
c) Mercados financieros a la suba:
dado que buena parte del efecto positivo que el esperado cambio de
políticas agrícolas tendría sobre los precios ya ha sido descontado, los
granos podrían tener ahora menor margen de mejora en el precio que
otros activos cotizantes, como los bonos. De ser este el caso, algunos
productores encontrarán como estrategia conveniente capturar los precios
actuales y cubrir los pesos recibidos con inversiones en el mercado de
capitales, conforme a maximizar la tasa de rentabilidad del capital que
tienen en sus manos.
d) Siembra 2015/16:
el maíz podría recuperar superficie con siembras tardías, dada la
considerable mejora que experimentó su margen bruto frente a cultivos
alternativos. En pocas semanas comienzan los trabajos, que en zona
núcleo se extienden durante todo el mes de diciembre. Ante este
escenario, la necesidad de afrontar la inversión que requiere la siembra
podría activar la operatoria del mercado disponible de los stocks en
poder de productores.
Sin
embargo, los elementos que empujan al productor a desprenderse de sus
inventarios chocan contra ciertos frenos o barreras, entre los que se
destacan:
a) Incertidumbre:
en la economía argentina hay muy pocas certezas respecto de la
evolución que tendrán durante los próximos meses variables clave para la
toma de decisiones como el tipo de cambio, la tasa de interés y la
inflación. Incluso se desconoce cómo se va a instrumentar una eventual
reducción gradual de los derechos de exportación (conforme a lo
anunciado en campaña por el ahora presidente electo). Esta situación
contribuye a retraer la toma de decisiones, ya que podrían producirse
cambios repentinos en los precios.
b) Riesgo climático:
si bien las expectativas a cosecha son favorables, hay temor a que
surjan problemas productivos en la región, lo que contribuiría a dar
firmeza a los valores de mercado. La variable más crítica es el
potencial de pérdida de superficie por anegamientos o imposibilidad de
sembrar. Por prudencia, aun manteniéndose los precios actuales parte del
stock disponible esperará un tiempo antes de ingresar al circuito
comercial.
c) Demanda acotada: no
es viable para la industria absorber un volumen significativo de
materia prima en este momento del año, con márgenes de crushing en rojo,
demanda externa de harinas en declive y expectativas de fuerte caída de
precios en el mercado local cuando ingrese la nueva cosecha (inverso de
precios). Prácticamente el único incentivo es la cobertura del riesgo
cambiario. Los exportadores del grano sin procesar están sin
participación en la plaza, ya que la competencia de Estados Unidos los
deja afuera del mercado. El precio FOB de la soja en el Golfo de México
es de u$s 350/ton por lo que, para acercarse, un exportador debería
pagar en el mercado interno argentino hasta u$s 220/ton, es decir, u$s
35/ton menos de lo que hoy cuesta adquirir la mercadería.
Hecha
esta enumeración, se concluye que el resultado es incierto pues hay muy
pocos elementos objetivos para apoyar una proyección de
comercialización de cara al último cuatrimestre de la campaña. De hecho,
la actual coyuntura prácticamente no presenta condiciones análogas en
el pasado sobre las cuales basarse para formular pronósticos.
Para
brindar mayor luz sobre el tema, una posibilidad es repasar escenarios
del pasado en la búsqueda de encontrar un posible camino a seguir en el
avance de la comercialización. Entre los años 2001 y 2014 el volumen
colocado en el mercado interno entre la segunda semana de noviembre y el
final del ciclo osciló entre el 8% y el 18% del total negociado en el
año. Tomando esos guarismos extremos, la comercialización de soja
2014/15 podría finalizar entre 51 y 57 M tn o, expresado de otro modo,
quedarían por vender entre 4 y algo más de 10 M tn que se suman a las 47
M tn ya intercambiadas. Este sería el caso si se supone que vuelve a
cumplirse ese rango de guarismos.
Sin
embargo, para no entrar en consideraciones erróneas, el antecedente de
las últimas dos campañas podría ser más realista al momento de formular
una expectativa frente a lo que viene. En 2012/13 y 2013/14 el volumen
adquirido por fábricas y exportadores entre mediados de noviembre y el
final de la campaña fue de 14 y 16% del total del año comercial,
respectivamente. Es decir, el promedio fue de 15%. Para mantener esa
proporción este año, a las 47 M tn ya adquiridas le faltarían algo más
de 8 M tn (totalizando 55 M tn). Deduciendo la producción no destinada a
uso comercial, esta conjetura sería compatible con un final de campaña
con stocks finales en torno a 10 M tn.